Interesante reflexión la que nos trae Michael Shermer a raíz de por qué creemos en todo tipo de cosas, sin hacer distinción entre aquellas que nos hacen adaptar adecuadamente al medio en el que vivimos y la que no nos ofrecen nada o incluso entorpecen esa adaptación.
No creo que las creencias religiosas sean diferentes a cualquier otro tipo de creencias: las actitudes políticas, los compromisos con los partidos políticos o las ideologías económicas, por ejemplo. Estas son todas formas de creencia. Creo que la base de toda esta idea es que somos primates buscando patrones. Conectamos los puntos – A conecta con B que se conecta con C – y, a menudo realmente están conectados, y a eso se le llama aprendizaje asociativo. Todos los animales lo hacen. Es un imperativo biológico; nuevas conexiones sinápticas crecen cuando aprendemos algo.
El problema es que no hay ningún módulo de detección de tonterías en el cerebro que diga: «Eso es un patrón auténtico; eso es un patrón falso» con algún algoritmo consistente que nos ayude a discriminarlos. Tendemos a asumir que todos los patrones son reales y que están imbuidos de acción intencional. Y ahí es donde creo que la creencia en los espíritus y fantasmas y almas y dioses y Dios y teorías de la conspiración y así sucesivamente van colándose.
Esto no quiere decir que no haya depredadores y agentes secretos y conspiraciones ahí fuera. Los hay. Pero, una vez más, sólo tenemos las intuiciones que nos ha dado la evolución. En muchos sentidos, son adaptativas, en términos de formación de creencias – tenemos que formar creencias – y en esa medida, esas adaptaciones siguen siendo vitales para la supervivencia. Pero, por otro lado, hay un montón de tonterías falsas por ahí, y también somos susceptibles de creerlas. Y ahí es donde no son adaptativas.
Es una espada de doble filo. Si nos libráramos de todas las creencias extrañas, lo que significaría, en realidad, es que nos estamos deshaciendo de todas las creencias. Escribí un libro llamado “¿Por qué la gente cree cosas extrañas?”. Bien, ¿por qué la gente cree cosas extrañas? Porque tienen que creer en las cosas, y las cosas raras van con ellas acompañándolas. En ese sentido, siempre voy a tener empleo seguro. Siempre habrá gente que crea en estas cosas.
Ahora mismo pienso en la educación de masas y la era de la ciencia y todo lo que marca la diferencia, en comparación con, por ejemplo, hace 500 años. Las personas son mucho menos supersticiosas de lo que eran entonces. Pero, sin embargo, la gente todavía alberga todo tipo de creencias extrañas y disparatadas. Por ejemplo: el 9/11 fue una conspiración de la administración Bush: volaron estos aviones con dispositivos de control remoto después de que los pasajeros fueran sacados y llevados lejos a Canadá para ser gaseados. Eso es sólo la punta de la parte más ridícula de esa conspiración en particular. ¿Cómo puede alguien creer eso? Pues lo hacen – un montón de gente lo hace. Por eso aún sigue existiendo. Aproximadamente entre un tercio y la mitad de los estadounidenses creen en la astrología y en las cartas del tarot y en psíquicos que pueden hablar con los muertos y en los ovnis y los extraterrestres y en el Bigfoot. Los porcentajes son sorprendentes. Aún así, no es el 90 por ciento. Es mejor de lo que solía ser.