En 1999, Gijón tuvo su primera alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, quien, además de alegrarse de que los ciudadanos la hubieran elegido, se congratulaba de una circunstancia que no resultaba tan común entonces: era la primera mujer al frente de aquel Ayuntamiento asturiano. Pero una funcionaria le dijo que de eso nada, que Gijón ya tenía una alcaldesa desde los años cincuenta, la Virgen de Covadonga, y además a perpetuidad. No son cosas de aquellos años, pues sigue ocurriendo a menudo. La Virgen del Remolino no ha esperado a las elecciones municipales de mayo: el Ayuntamiento de El Molar (Madrid) la ha declarado también regidora. Y en Chinchilla (Albacete) otro acuerdo plenario ha concedido igual distinción perpetua a Nuestra Señora de las Nieves. Google está lleno de ejemplos similares.
En España no se ha hecho pedagogía sobre la distinción entre lo público y lo privado, entre lo que es de todos o de unos pocos, “aunque esos pocos sean muchos”, apunta Francisco Delgado, de la asociación Europa Laica. Así que igual un chico con aspecto de punki defiende un nombramiento de este tipo que un señor con medallas de oro con cristos y vírgenes opina que lo que ha hecho el Ayuntamiento de El Molar es solo una cuestión de permisividad: “A mí ni me molesta ni me deja de molestar; no voy a misa, pero me han educado en eso, aunque no me molesta que el otro piense todo lo contrario”.
“Aunque no vayan a misa, son muchos siglos de imposición y ninguna pedagogía al respecto. Solo en los jóvenes se empieza a notar un poco”, opina Delgado.
La mezcla entre lo civil y lo religioso parece en algunos casos una cuestión de la idiosincrasia española. El Ayuntamiento de El Molar, del PP, cede la vara de mando a su patrona y en Chinchilla, lo hace un Consistorio gobernado por el PSOE. “Hasta el PP hizo chanza. Votaron a favor, pero dijeron que estaban rebajando a la Virgen de categoría”, se ríe Delgado.
Europa Laica ha recurrido al Ayuntamiento de la localidad albaceteña ese acuerdo plenario porque cree que va en contra del artículo 16 de la Constitución, que garantiza la libertad religiosa y establece que ninguna confesión tendrá carácter estatal. “Esperamos la respuesta del Ayuntamiento y quizá vayamos al Contencioso, pero no es fácil para una asociación pequeña como la nuestra”, añade Delgado. La asociación entiende que no se trata de una cuestión jurídica, sino política. “Son los alcaldes los que tienen que darse cuenta de que vulnera la Constitución. Hasta el programa del PSOE dice que es un partido laico, pero que sus alcaldes podrán intervenir en los actos religiosos”, apostilla.
Una pareja de El Molar se sorprende cuando se les pregunta por la Virgen: “¿Alcaldesa perpetua? Eso es ridículo ¿A quién han preguntado para hacer eso?”, dice María Parra, del brazo de su novio. Pero la mayoría de quienes pasean esta mañana de sol se muestran más lacónicos: “Me parece bien”; “no me parece mal”; “no tengo nada que decir…”. Si se les inquiere qué opinarían de que se nombrase alcalde perpetuo a Mahoma, la cosa cambia. “Pues muy mal, qué me va a parecer; ella es la patrona”, se escandaliza Valentín. El alcalde de El Molar, Emilio de Frutos, no tiene tiempo de atender a la prensa, la oposición no quiere hablar del asunto y el cura no contesta al telefonillo. En la calle, la mayoría está a favor, pero hay quien cree, como el carnicero Manuel, que “el Ayuntamiento no debería meterse en cosas que no son de su competencia”.