La Iglesia de Venezuela se ha tomado muy en serio la Cuaresma como un tiempo de conversión y preparación a la Semana Santa, y a escasos días para el Domingo de Ramos, acentúa la praxis misionera que el Papa Francisco está motivando en el mundo entero.
El pasado fin de semana, diversas fueron las actividades que a lo largo del país se realizaron, especialmente con los llamados viacrucis misioneros, una manera de evangelizar a los más alejados, los que viven en “las periferias” de la ciudad y de la fe.
En el caso de la Arquidiócesis de Caracas, la Iglesia primada organizó en sus arciprestazgos diferentes viacrucis y encuentros pastorales, siempre vinculándose con los sectores más empobrecidos de la metrópolis, ya que esta ha sido la línea que con ahínco pregona e impulsa el cardenal Jorge Urosa Savino.
Uno de estas actividades se realizó el sábado 21 de marzo al noreste de la capital venezolana. Se trató del XXVII Viacrucis organizado por el arciprestazgo de Catia, que en esta ocasión llevó por lema: “Somos testigos del amor de Cristo”, permitiendo que los vecinos vivieran una singular experiencia misionera previo a la Semana Santa.
El Viacrucis estuvo encabezada por el obispo auxiliar, Monseñor Fernando Castro Aguayo, quien a partir de las nueve de la mañana, dio inicio a la actividad con una oración esperanzadora y motivó al “compromiso de cumplir cada una de las quince estaciones pero llevándolo a la práctica de fe en la vida diaria”.
