Libia se hunde en el caos. El país vive desde hace meses sumido en un conflicto de todos contra todos. Tiene dos capitales -Trípoli y Tobruk-, dos gobiernos -uno islamista y otro nacionalista-, dos parlamentos y un sinfín de milicias armadas. Ese escenario de descontrol y violencia ha facilitado el desembarco en el territorio libio del Estado Islámico, lo que supone la llegada de la versión más bárbara de la yihad a la ribera sur del Mediterráneo, es decir, a las puertas de Europa. Los yihadistas ya controlan total o parcialmente varias ciudades de la costa y, a imagen del califato en Siria e Irak, han creado las wilayats (provincias) de Derna y de Tarablos, donde funcionan como un estado y donde imponen su ley, tal y como se pudo comprobar con la decapitación de 21 cristianos coptos que habían sido secuestrados.
El Estado Islámico quiere convertir Libia en una plataforma desde donde atacar a Europa. Su primer objetivo, tal y como dijo el terrorista que hizo un discurso antes la ejecución de los coptos, «es Roma», lo que ha llevado al Gobierno italiano a estudiar una intervención militar. Además, este viernes, los yihadistas, que han llegado a hacer imponentes desfiles militares en las calles de Derna y Sirte, perpetraron un triple atentado en la localidad de Al Qubba, causando 48 muertos.
«OCCIDENTE ES MUY ACCESIBLE»
En dos artículos escritos en foros extremistas, Abú Irhim, alias El Libio, un yihadista, enumera las ventajas que para el Estado Islámico tiene estar en ese país. «Desde la costa libia, el sur de los países cruzados (es decir, Occidente) es muy accesible simplemente con barcas», escribe. Además, se fija en el potencial desestabilizador de los inmigrantes que, en territorio libio, esperan para dar el salto a Europa. «En gran número, una oleada de inmigrantes puede sobrepasar los puntos de seguridad naval y alcanzar el interior de las ciudades europeas. Si esto es usado con una estrategia apropiada, la situación en el sur de Europa puede volverse un infierno», añade. Los servicios secretos italianos tienen interceptadas conversaciones entre yihadistas en que estos expresan su intención de enviar, de una tacada, oleadas de hasta 500.000 inmigrantes.
Los expertos son pesimistas. «Libia va camino de convertirse en una nueva Somalia. Con la diferencia de que Libia está en el corazón del Mediterráneo», afirma Haizam Amirah Fernández, analista en el Real Instituto Elcano. En su opinión, en el país magrebí «las distintas facciones armadas se sienten fuertes, cuentan con el respaldo de países extranjeros y creen que el que gana se lo lleva todo, es decir, no contemplan un pacto». El objetivo: controlar el poder y la riqueza del país con las mayores reservas de petróleo de África.
¿Quiénes son las milicias que combaten en Libia? Eso grupos armados suelen estar vinculadas a ciudades o regiones. La fractura en el país está ligada esencialmente a la rivalidad entre regiones. Sobre esas divisiones territoriales se superponen las ideologías, pues hay grupos armados que apuestan por el islamismo mientras que otras toman posiciones más laicas. «Libia es un país muy fracturado por regionalismos; Gaddafi, para asentar su poder, impulsó el divide y vencerás, puso a unas regiones contra otras, y eso acrecentó esos conflictos territoriales que han estallado ahora y que impiden que unos y otros compartan un modelo de Estado», explica Ignacio Álvarez Osorio, profesor de Estudios Árabe en la Universidad de Alicante y coordinador del Mundo Árabe en la Fundación Alternativas.
El mapa de las milicias es complejo. Por una parte, está el Ejército Nacional Libio, liderado por el general Jalifa Jafter, un antiguo militar de Gaddafi. Hoy, Jafter es la gran esperanza de Occidente, que le ve como el único capaz de frenar a los islamistas. Jafter respalda al Gobierno de Tobruk, que es el reconocido por la comunidad internacional. Este militar lanzó en agosto la operación Dignidad para expulsar a las milicias islamistas del este del país. Para ello, ha recibido el apoyo de Emiratos Árabes, Arabia Saudí y Egipto.
En el otro gran bando están milicias islamistas unidas en el movimiento Amanecer Libio, vinculado a los Hermanos Musulmanes y apoyado por Turquía y Catar. Ese grupo, con origen en Misrata, logró en verano conquistar Trípoli. Tras la toma de la capital, Amanecer creó un Gobierno que, sin embargo, no cuenta con reconocimiento internacional. Tiene como aliado circunstancial a los yihadistas de Ansar Al Sharia, un grupo que la ONU ha incluido ya en la lista de grupos terroristas.
FUERZAS INDEPENDENTISTAS
Al oeste está a milicia de la ciudad de Zintan, leal a Tobruk. En el sur, las milicias de touaregs y tubus, etnias rivales, combaten por su autonomía. Al este del país, milicias de la Cirenaica alternan su apoyo a Tobruk con su lucha por alcanzar la independencia.
Las esperanza es que la irrupción del Estado Islámico haga saltar las alarmas en Occidente y se presione a las milicias para lograr una paz que permita expulsar a los yihadistas. El país presenta condiciones para ser optimista. Es étnicamente y religiosamente homogéneo -toda la población es suní- y cuenta con enormes recursos energéticos. «Aún queda una oportunidad, pero es cada vez más pequeña», dice Amirah.