El número de cristianos asirios secuestrados por el Estado Islámico (EI) sigue aumentando vertiginosamente conforme prosiguen los combates entre yihadistas y efectivos de las Unidades de Protección del Pueblo kurdas (YPG, por sus siglas en kurdo) en el noreste sirio. “Los enfrentamientos prosiguen por lo que es difícil hacer un recuento riguroso, pero Daesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico de Irak y Levante) se ha llevado a entre 300 y 350 asirios incluyendo mujeres. Centenares de civiles huyeron de la zona hace un mes por temor al avance de Daesh, pero otros se negaron a abandonar sus casas”, asegura en una conversación telefónica desde Qamishli Kino Gabriel, combatiente de 25 años y miembro del Consejo Militar Asirio.
El lunes, a las cinco de la mañana, el EI inició una ofensiva en una treintena de localidades a lo largo del río Khabur, en la provincia siria de Al Hasaka, en el noreste del país. Esa región está poblada, principalmente, por cristianos asirios, una comunidad que representa el 5% de Siria. Según un recuento facilitado a este diario este miércoles por Afram Yakub, portavoz de la Federación de Asirios de Suecia —más de 120.000 asirios viven en el país nórdico—, la embestida de los yihadistas se ha saldado por el momento con 285 personas secuestradas, niños y mujeres entre ellos, en las localidades de Tel Yazira, Tel Shamira, Tel Hurduz, Tel Goran y Qabr Shamiye, informa Óscar Gutiérrez. La organización sueca, en contacto con ciudadanos en el terreno, expresó su temor por que los apresados sean llevados a la ciudad de Raqa, bastión del EI en el norte de Siria, para ser asesinados.
Según los combatientes del Consejo Militar Asirio, la captura de docenas de cristianos asirios es una respuesta del EI ante el avance kurdo. Desde hace varios días se lleva a cabo una ofensiva conjunta de las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos desde el aire, y de las YPG kurdas por tierra. “El pasado domingo hicimos una ofensiva y retomamos tres poblados llegando muy cerca de Tel Hamis [poblado controlado por el EI, al sur de Qamishli]. En respuesta, el EI nos ataca en [la ciudad de] Al Hasaka para desviar la atención e intentar dividir nuestras fuerzas”, asegura el miliciano Gabriel.
Tras cuatro años de guerra son alrededor de 220.000 las personas que han perdido la vida en Siria, con seis millones de desplazados y cuatro millones de refugiados. La provincia de Al Hasaka, a 50 kilómetros de la frontera noreste con Irak, se encuentra dividida entre zonas controladas por los kurdos y zonas bajo el yugo del EI.
Ocho meses atrás, antes de que se autoproclamara el califato del Estado Islámico, las diversas facciones islamistas rebeldes, incluida el Frente al Nusra (filial de Al Qaeda en Siria), evitaron las masacres de minorías cristianas en su avance por tierra. Menos suerte sufrieron las drusas o alauíes. Sin embargo, en las últimas semanas, el EI ha radicalizado tanto sus ataques como su propaganda mediática contra los “cruzados” (por los cristianos) tanto en Siria como Libia o Irak.
Al frente abierto con las YPG en el noreste de Raqa, capital yihadista, y los bombardeos de las fuerzas de la coalición, se suma otra ofensiva del Ejército regular sirio desde el sureste de Deir al Zor, provincia también con fuerte presencia del EI.