La Asociación Derecho a Morir Dignamente cumple 40 años
Cuarenta años de historia han dado para muchos logros pero también para muchas frustraciones. La lucha parecía acabar cuando en 2021 se aprobó la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia. No ha sido así. Incluso Javier Velasco y Fernando Marín, presidente y vicepresidente de DMD, temen que con la deriva política mundial pudiera darse “una involución que ponga en duda los derechos que hemos conseguido”.
Todo empieza con una carta a El País. Un profesor de matemáticas, Miguel Ángel Lerma, la envió en busca de aliados para crear una asociación en España en defensa de la muerte digna, como ya existían en otros países de Europa. A pesar del rechazo inicial del Ministerio del Interior, “porque perseguíamos valores y fines anticonstitucionales”, finalmente se consiguió el 13 de diciembre de 1984. El doctor Luis Montes jugó un papel muy importante. Le juzgaron por el “asesinato” de 400 pacientes del Severo Ochoa y quedó absuelto. “La vida es nuestra, una vida sin libertad no tiene sentido”
Antonio Maillo era bombero de rescate en montaña. En Marzo de 2022 montando en bici con su hijo de 12 años se sintió mal. “En La Paz tardaron en diagnosticarle una disección de aorta. Le dio un infarto cerebral y le intervinieron de urgencia. Sobrevivió pero con una hemiplejia y daño cognitivo.” Relata su mujer Montse Cob. Seis meses después ya no había ninguna posibilidad de recuperación y él decidió que así no quería seguir viviendo. La despenalización de la ayuda para morir solo se contempla en dos supuestos: para pacientes en fase terminal y en caso de enfermedad irreversible que provoca severas limitaciones a la autonomía. Antonio cumplía el segundo supuesto: sufrimiento físico y psíquico intolerable para quien lo padece. Por recomendación de la psicóloga acudieron a DMD en busca de asesoramiento. El primer paso es acudir al médico de cabecera, “ella no sabía cómo hacerlo y se declaró objetora. Tuvieron que solicitar otra evaluación. Una médico y una enfermera vinieron a hacerlo a nuestra casa y concluyeron que como vivía en una “buena casa” podía vivir bien. La enfermera le aconsejó “que buscara su espiritualidad”. Su marido, al que el deterioro cognitivo le afectaba a la inhibición, casi le pegó con la muleta.
Decidió entonces comenzar los movimientos de “autoliberación”, suicidio asistido. Dejó escrito ante notario lo que quería hacer, pagados los gastos de la funeraria, escritas cartas a amigos y familiares… Y buscó el cóctel final. El 20 de Noviembre de 2023 reunió a varios amigos cenaron y luego se tomó la pastilla. Todos estuvieron allí acompañándole.
Begoña Aranceta no quería acabar como una lechuga. Tenía 71 años cuando murió. Lo pudo hacerlo como ella quiso. Le diagnosticaron un Alzheimer que evolucionó muy lentamente. Ella siempre fue muy independiente y no quería que, al perderla, se convirtiera en una carga para nadie. “No estaba súper mal pero no quería llegar a estarlo.” Solicitó la eutanasia varias veces pero no le hacían caso. El 16 de mayo consiguió formalizarlo pero todos los médicos, aunque le daban la razón, objetaban porque no querían ser los que lo hicieran. El que autoriza ejecuta. Itxiar Salmerón, su hija, grababa mientras tanto entrevistas y palabras de su madre en las que en pleno uso de sus facultades explicaba por qué no quería vivir, por si tuviera que utilizarlas más adelante. Se lo aplicaron dos médicos, dos enfermeras y uno en prácticas que quería ver cómo era el proceso. Estuvieron presentes los tres hijos y las dos hermanas. Murió en su casa en diciembre de 2023,
Aunque la Ley lo ampara, los plazos de espera se alargan en el tiempo que, para estas personas se convierte en una tortura. A veces se mueren esperando. Y cuando todo ha terminado comienza otro suplicio: las investigaciones judiciales y el enjuiciamiento social. “Los amigos que tomando un café confiesan que ellos no querrían vivir así, te miran mal cuando decides hacerlo.” Dice Montse que durante este tiempo se ha sentido abandonada por el sistema. “Nos llamaban egoístas. No entienden el sufrimiento de él ni que tú ya no estás con la persona que querías.”
Queda todavía camino por recorrer. Los paliativos están reglados. El suicidio asistido no. Y es necesario acabar con la disparidad tremendamente injusta por Comunidades Autónomas.