En un país donde el ateísmo es un tabú para musulmanes y cristianos, Sherif Gaber cometió el «delito» de declararlo en público y defender sus ideas contra viento y marea. El bloguero de 25 años ha sido arrestado este sábado por las autoridades del país árabe en una nueva muestra de la feroz represión de las libertades públicas que ha protagonizado el régimen del ex jefe del ejército Abdelfatah al Sisi desde el golpe de Estado de 2013.
El arresto ha sido confirmado por el abogado Gamal Eid, director de la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos aunque no han trascendido los detalles del lugar de su detención. Gaber, que comparecerá ante la fiscalía este domingo, está acusado de blasfemia. El artículo 98 del Código Penal egipcio persigue a quienes difunden «por escrito o cualquier otro medio, ideas extremas con el fin de incitar a la lucha, burlarse e insultar una religión o dañar la unidad nacional».
Hace un mes, en unas breves declaraciones a EL MUNDO, Gaber ya temía un final similar. «Algunos letrados musulmanes me han denunciado ante el fiscal general por mis vídeos. Probablemente me arrestarán en los próximos días», publicó en su cuenta de Twitter a finales de marzo. Entre las demandas, figura una presentada por Al Nur, un partido salafista (rigorista musulmán) con representación en el Parlamento y firme defensor del presidente Abdelfatah al Sisi.
El joven solía editar y publicar vídeos satíricos y críticos con la religión, una dedicación que le granjeó una retahíla de demandas en los tribunales. «¿Dios existe?», «Evolución y religión son incompatibles», «Criticar la religión es un derecho humano» son algunos títulos de los vídeos que han desencadenado la polémica.
Sus últimas publicaciones están fechadas este viernes en una plataforma digital usada por artistas y creadores. «Tenía que viajar a Malasia a las 12.05, dentro de una hora. La policía me arrestó hace dos horas y me ha hecho esperar en esta habitación desde entonces. Aún sigo aquí. Se llevaron mis pertenencias y mi pasaporte y no sé que sucederá», escribió en un mensaje dirigido a sus seguidores.
Gaber es un viejo conocido de las autoridades egipcias, embarcadas en una campaña moral que persigue a homosexuales, ateos o librepensadores. En octubre de 2013 el bloguero ya fue arrestado durante una redada nocturna en su domicilioefectuada por miembros de la Seguridad del Estado y el ejército. Durante la intervención, los agentes le confiscaron libros, documentos personales, aparatos informáticos y dinero en efectivo. La fiscalía le acusó de blasfemia, libertinaje y difundir valores inmorales que perturban la paz pública y amenazan la seguridad nacional.
En la clandestinidad
Fue puesto en libertad bajo fianza a principios de diciembre pero en 2015 fue condenado a un año de cárcel. Gaber recurrió el fallo y abrazó la clandestinidad. Su primer encontronazo con la justicia nació en las aulas de la universidad del Canal de Suez, en la que estudiaba por aquel entonces. Gaber denunció en las redes sociales las declaraciones de un profesor de ciencias, que había señalado en plena clase que «los homosexuales debían ser crucificados en mitad de la calle».
Desde entonces, el bloguero se había convertido en un incómodo defensor de los derechos de la maltratada comunidad homosexual local, sometida al hostigamiento policial a través de redadas en sus lugares de reunión o las aplicaciones móviles usadas para concertar citas. En uno de sus últimos comentarios públicos, Gaber reconocía hallarse ante el dilema de permanecer en la tierra de los faraones o abrazar el exilio, siguiendo los pasos de decenas de activistas e intelectuales desde la asonada que hace un lustro abortó la mudanza democrática.
«Permanecer aquí es extremadamente peligroso para mí. No quiero seguir viviendo con miedo. He pasado muchos años temiendo que llamaran a la puerta, pensando en que el ruido de pasos en las escaleras eran de la policía. Estoy cansado de tener pesadillas sobre mi época en prisión. Es una experiencia agotadora y dolorosa que puede destruir a cualquiera. Esto básicamente no es vida», reflexionó entonces, barruntando la idea de una huida frustrada ahora por los uniformados.
Las máximas autoridades musulmanes y cristianas del país más poblado del mundo árabe han declarado en repetidas ocasiones la necesidad de combatir el ateísmo, una lucha respaldada por el régimen. Gaber no es el primer activista alcanzado por el implacable ajuste de cuentas contra quienes desafían la orden en un país donde la fe monoteísta se lleva hasta en el documento de identidad. En 2012 Albert Saber, un ateo de raíces cristianas, fue condenado a tres años de prisión por apología del ateísmo, ofender a las religiones e insultar a los profetas. El joven logró escapar de Egipto y desde entonces reside en Europa.