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¿Olvidó el cardenal los adjetivos y dejó de confiar en el uso de la fuerza?

La condición de embajador de monseñor Józef Wesolowski, hasta hace tres semanas Nuncio Apostólico ante el Gobierno de la República Dominicana, no hubiera sido obstáculo para detenerlo y procesarlo si era sorprendido en flagrante delito, y, por las señas, luce que no era difícil oponer, en este caso, flagrancia a inmunidad diplomática.

Al inicio del gobierno de los 10 años de Balaguer (la gestión durante la cual fue construida con recursos públicos la suntuosa Casa Cardenalicia), el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez construyó una cadena con soeces calificativos para referirse a los organizadores de un paro en demanda de mejores condiciones de vida: vagos, sinvergüenzas, chusma…

 ¿Quién hubiera previsto que, años después, sabiendo que, contra el representante de la Santa Sede en el país hay acusaciones entre las cuales se puede citar la violación de menores, como también la asociación con un reconocido pederasta, el sacerdote Wojciech, declararía a los periodistas que “es un gran amigo y un buen promotor de la paz”, además de que tuvo diferencias con el obispo de San Juan, debido a las ideas independentistas de este último.

¡Se le olvidaron los adjetivos!

Durante el mismo gobierno de Balaguer, movilizaciones en el Cibao y en la Región Nordeste llevaron al cardenal a decir que las autoridades tenían que “ser fuertes” con estos muchachos que arman desórdenes. Horas después de la declaración, el gobierno represivo desató una ola de detenciones arbitrarias con golpizas incluidas.

Sobre el Nuncio, solo dijo que “no miento ante ustedes, no sé dónde está”. Y sabía, como sabía también que su gran amigo no sería golpeado o vejado por agentes policiales en este país.

No quiso que, con el sujeto presente, se iniciaran investigaciones y se desatara una cadena de acusaciones que, obviamente, tienen asidero. Si con las autoridades podía haber negociación, con la sociedad, no era posible. Si en grandes medios de comunicación donde el cardenal es intocable y su voluntad es juicio irrevocable, no era difícil conseguir silencio o por lo menos un funcionamiento favorable de la censura, hay muchas formas de difundir lo que está a la vista de una parte importante de la gente, y la presencia de Wesolowsky en centros de expendio de bebida de la Zona Colonial no pasaría desapercibida.

¡No recomendó la fuerza policial o la cárcel sin tiempo!

El populismo de derecha del papa Francisco (la descripción de James Petras es magistral), y su compromiso de lograr que la institución que dirige sobreviva a los escándalos, ha hecho el resto del trabajo.

Monseñor Agripino Núñez Collado y el propio cardenal, han tenido que sujetarse al libreto y reconocer los hechos, claro, pasando de la mentira a la verdad a medias, que es otra forma de mentir.

Monseñor López Rodríguez, en nombre del Episcopado Dominicano, pidió perdón, pidió a la Justicia actuar con firmeza. ¿Desconoce, acaso, que no es fácil proceder contra alguien que ya no está en el país?

Pero hay que preguntar, además, ¿qué sabe el procurador general, católico militante y amigo entrañable de Agripino Núñez Collado, sobre todo este escándalo y qué sabía en el momento en el cual Wesolowski fue sacado del país? El Vaticano reconoce haberlo llamado.

“El vocero del Vaticano, reverendo Federico Lombardi, negó que la Santa Sede quiera proteger al arzobispo Jozef Wesolowski al convocarlo a Roma y relevarlo de sus funciones antes que la Procuraduría dominicana haya anunciado su investigación”, dice una reseña publicada en el Listín Diario.

“El procurador general Francisco Domínguez Brito ha dicho que si el gobierno encuentra alguna evidencia concreta contra Wesolowski, solicitaría su extradición. Sin embargo, señaló que República Dominicana no tiene tratado de extradición con la Santa Sede”, dice en otra parte la reseña.

Los medios destacan que, en julio, fueron aprobadas en la Iglesia normas que criminalizan el abuso sexual, pero estas normas no pueden ser aplicadas de manera retroactiva, por lo cual las sanciones que emanen de la Congregación de la Doctrina de la Fe, serían canónicas.

¿Protegió López Rodríguez con su denuncia a tiempo a su gran amigo? ¿Será protegido con una forma de impunidad menos notoria el antiguo decano del cuerpo diplomático en República Dominicana? ¿Contempla el libreto algún estallido de ira del cardenal López Rodríguez, esta vez contra un violador de limpiabotas y niños de la calle, o seguirá, de cualquier modo, reservando los calificativos y la recomendación del uso de la fuerza para la gente pobre que, según su parecer, es chusma?

Josef Wesolowski nuncio pederasta

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