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150 cofrades respaldan la decisión de excluir a la alcaldesa de Zamora por ser mujer

Unas 150 personas, todos ellos varones, se han dado cita hoy en Zamora en la comida de hermandad de la cofradía del Cristo de Valderrey, donde por primera vez no ha habido representación del Ayuntamiento de Zamora debido a que la alcaldesa, Rosa Valdeón, no había sido invitada al acto por ser mujer.

La comida que tradicionalmente celebra esta cofradía en la víspera de la romería del Cristo de Valderrey, una de las más populares de la ciudad, se ha visto este año empañada por la polémica, al sugerir la cofradía a la alcaldesa que delegase su representación en un concejal, a lo que se negó Rosa Valdeón.

El presidente de la cofradía, Antonio Martín Alen, quien ha mostrado su pesar por la polémica suscitada, ha explicado al inicio del banquete que la participación ha sido este año mayor que en anteriores ediciones. Pese a ello, la representación institucional fue menor ya que en años anteriores habían acudido a la comida cargos públicos que además eran cofrades como el ex subdelegado del Gobierno en Zamora Carlos Hernández, o los ex alcaldes de la ciudad Antonio Vázquez y Andrés Luis Calvo.

Este último ha mostrado su solidaridad con la alcaldesa de Zamora y ha anunciado que se dará de baja de la cofradía por la negativa a admitir a la alcaldesa en la comida.

A la comida no, a la procesión sí

En la mesa presidencial de las dependencias de la ermita de Valderrey donde se ha celebrado el banquete únicamente se han sentado como representantes institucionales el diputado provincial Antonio Iglesias y el secretario general de la delegación territorial de la Junta de Castilla y León, Manuel Méndez, ambos miembros de la cofradía.

Al igual que la alcaldesa, tampoco fue invitada la subdelegada del Gobierno en Zamora, Josefa Chicote, aunque ambas sí han recibido invitación para la procesión y el vino de honor que se celebrarán mañana y al que las dos han confirmado su asistencia.

Retirada de la subvención

Por su parte, la concejala de IU en el Ayuntamiento de Zamora y diputada provincial, Laura Rivera, ha pedido que el Consistorio zamorano deje de subvencionar a la cofradía del Cristo de Valderrey, a la que concede una ayuda anual de seiscientos euros.

Rivera ha recordado que esta subvención entra en contradicción con la Ley de Igualdad, que no prevé subvenciones a asociaciones que discriminen a las mujeres.

 

Valdeón, de rodillas

LA Humanidad ha alumbrado personas excepcionales. Abraham Lincoln abolió la esclavitud y varias generaciones de estadounidenses de raza negra dejaron de ser tratados como infrahombres. Las mujeres no habrían accedido al sufragio universal si muchas de ellas no hubieran sido apaleadas o asesinadas en el empeño. En los años cincuenta Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un autobús a un hombre blanco y los derechos civiles en Estados Unidos avanzaron gracias a que su dignidad fue arrojada al asfalto. De hecho Barak Obama aspira en noviembre a convertirse en el primer presidente negro de la superpotencia. Por eso si la alcaldesa de Zamora rechazase rendirle pleitesía a una imagen policromada de Jesús de Nazaret la democracia respiraría y su gesto trascendería. Pero hay que tener arrojo para decir basta, plantarle cara a las costumbres trasnochadas y soslayar la presión más integrista. Y Rosa Valdeón no es Rosa Parks, aunque tenga recursos para compartir con ella algo más que el nombre. Ese aldabonazo podría echar a andar contra las cofradías que lucieron hace unas fechas o con una romería católica que recibe subvenciones de su Ayuntamiento y que la ha vetado en sus actos protocolarios por el mero hecho de no ser un hombre.

Aún resuena la música de la Semana Santa pero su rumor no deja de chirriar. Desde 1945, todos los miércoles santos los alcaldes de Zamora leen una plegaria ante el Cristo de las Injurias antes de la procesión del silencio. Forma parte de la tradición y todo el mundo a callar. Este año ha sido excepcional porque era la primera vez que una mujer se dirigía a la divinidad hablando ilegítimamente en nombre de toda la ciudadanía. Durante la dictadura del general Franco los uniformes de los miembros de la Iglesia y del poder político estaban cortados por el mismo sastre, desprendiendo el mismo hedor alcanforado. Hoy vivimos en un Estado aconfesional, así que no existe una razón sólida que avale a Valdeón para clamar con la supuesta voz de todo un pueblo y a que se arrodille como alcaldesa ante un icono católico o de cualquier otro rito. La ex consejera de Familia dijo que estaba allí para ofrecer el silencio por encargo de la ciudad, pero ese silencio fue una oportunidad perdida, contenido melifluo del discurso al margen. En el atrio de la Catedral no comparecía la Rosa ciudadana, sino la alcaldesa de 68.000 cuerpos y almas que no están en total sintonía con ella, sobre todo en una de sus aseveraciones, «no somos ricos ni lo pretendemos» (¿). Seguro que más de uno preferiría sortear una riada de ferraris por el casco antiguo que verse reflejado en la cola de los indicadores económicos. Pero en la 'semana de pasión' cabe de todo. Le pedía Rosa Valdeón amor al Cristo de las Injurias. Nunca he estado tan de acuerdo en esta materia con nadie. El amor le gusta a todo el mundo, pero habrá que buscarlo en otra parte.

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