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Volver con la ciencia a la escuela · por Antonio Martínez Lara

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El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Aunque estamos en tiempo electoral y no me desentiendo de esa realidad, si que tengo muy en cuenta la experiencia Paco Delgado, compañero laicista de, predicar con partido que acabarán ninguneando, al menos en parte, los compromisos de reducir la religión en lo público. . Así que, aprovechando la acertada iniciativa de los calendarios de científicas y científicos, me dispuse a visitas doce colegios e institutos. Unos días antes, recordé lo que sabía de cómo anda la situación escolar hoy por mis nietas y nieto, así como por un par de colegas que siguen en la docencia. Desde el principio, además de ciertos argumentos y observaciones que podían surgir, acuñé como saludo un pelín provocador: “Aquí científicas y científicos que nos ayudan, con su saber y su trabajo mejorando nuestra vida más que tanta santidad de varones o la misma virgen con distintos nombres”. A la cierta retranca que, ni de lejos cercana a la “cocina” que se permiten llegar abogados cristianos y otras variantes que pululan, incluso por centros públicos a los que me dirigí. La respuesta que en general he ido recibiendo ha sido una sonrisa que, mirada despacio y con atención, daba pistas de lo que podría sacar en claro de aquella.

En el primer cole, me recibió la misma Jefa de Estudios que el año anterior que ya me había hablado de que tenían en marcha unas actividades relacionadas con la ciencia y se alegraron de la unidad didáctica le vendría muy bien. Quise indagar sobre dichas actividades y conclusiones pero apenas dieron detalles reseñables. En el siguiente colegio, el secretario era un compañero que había asistido conmigo a curso de técnicas Freinet. Por la complicidad previa, me aseguró que le sacarían rendimiento al calendario en varias clases en que seguían aquella orientación. También le iría bien a la compañera especialmente implicada en el asunto de coeducación que este año. El siguiente centro fue un instituto de ESO y la Jefa de Estudios lo cogió con un aparente entusiasmo y prometiendo entregárselo a al profesorado de ciencias, Le sugerí la conveniencia que aprovecharan la muestra de mujeres científicas también en coeducación y llegamos a acuerdos que podrían o no llegar a algo.

El siguiente era un colegio de infantil y primaria, en el que trabaja una compañera entusiasta que conocí en su llegada a la enseñanza. Sería una visita gratificante recordando la experiencia del año anterior, cuando ya estaba implicada, y con ella el centro, en un proyecto sobre ciencia. Me ilustró sobre las actividades que habían realizado desde mi visita anterior y la conexión con una científica de la Universidad de Jaén. Ni que decir tiene que me detalló la proyección sobre las actividades de una coeducación más consciente y la afectividad con que venían tratando de impregnar en la comunidad desde las tutorías. No fue necesario comentar la conveniencia del laicismo, lo que venía asentando desde la ciencia como remedio ante los dogmas, o desde el necesario conocimiento del cuerpo frente a los tabúes religiosos.

Busqué al amigo Manolo, profesor de filosofía en un IES, con quien también mantengo complicidad parecidas. Como el año anterior, me informó de que insistía en el asunto de la ciencia en el contexto de la filosofía lo que expandía en el centro con colaboraciones crecientes. En tres colegios de primaria tuve que dejar el encargo con un mensaje cordial pero casi telegráfico, aunque con buenas perspectivas, quienes me atendieron recordando los inconvenientes varios para que los buenos propósitos avanzaran como pretendían. Hablaron de la administración y tutorías, las discontinuidades en “ampa”, algunas familias y ciertas creencias.

En el último colegio encontré a la directora con más tiempo disponible y ánimo para abordar lo que antes apenas se había enunciado. Satisfecha por lo que el calendario de la ciencia podría aportar a su labor, entramos en una animada conversación tras comentar mi experiencia domo maestro inquieto. Mencionó una reciente fricción con una madre que daba más crédito a la versión de su hijo sobre un hecho que la propia directora había visto. Estuvimos muy de acuerdo al final sobre la necesidad de que la religión saliera de la escuela. Al principio ella no lo tenía tan claro, pero cuando surgió el asunto del creacionismo entre las interpretaciones del alguna familia, el docente nombrado por el Obispo y la maestra de naturales y ella ofreció la solución de que cada cual creyera lo que entendiera conveniente. En ese momento le advertí de su contradicción: defendía como verdad lo que ella había visto y mentira lo que decía el niño, pero luego admitía que podían ser verdades a la vez la ciencia y el creacionismo. Si, es verdad que la religión debiera salir de la escuela, pues menuda pejiguera tenemos también a la hora de hacer horarios. En esta ocasión, mi sonrisa era por los recelos de Paco Delgado y lo lejos que queda un escuela que sea realmente Pública.

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