El Consejo Religioso de Arabia Saudí dice que, si las mujeres condujesen, se acabarían las vírgenes
Como pasa cada vez más a menudo, tengo que leer dos veces el titular para verificar que lo he entendido a la primera: "Permitir que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí sería 'el fin de la virginidad'". El hecho de que el diario que da la noticia sea The Telegraph hace que al fin me lo crea: "Los expertos del Majlis al-Ifta' al-A'ala –el Consejo religioso superior de Arabia Saudí– han declarado que, si las reglas se relajasen, inevitablemente 'no habría más vírgenes'. Arabia Saudí es el único país del mundo donde las mujeres tienen prohibido conducir. En un trabajo conjunto con Kamal Subhi, antiguo profesor de la conservadora Universidad Rey Fahd, los expertos han presentado esas conclusiones a la asamblea legislativa del país, el Consejo de la Shura. Dicen que permitir que las mujeres conduzcan coches 'provocaría un aumento vertiginoso de la prostitución, la pornografía, la homosexualidad y el divorcio'. Dicen que, si la prohibición actual se levantase, en diez años 'no habría más vírgenes' en ese reino islámico". La prueba –señalan– es que en otros países musulmanes donde se permite que las mujeres conduzcan, ya se percibe un claro "declive moral".
Habitantes de este rincón de Europa, miramos esas noticias con cara de boniato. La primera reacción es tomarnos literalmente lo que nos explican. ¿Por qué conducir hace que aumente la pornografía? ¿A más cubicaje del motor, más incremento de pornografía? Y la homosexualidad ¿también tiene que ver con el cubicaje? ¿Qué hace que, si conduces un coche y eres mujer, dejes de ser virgen? ¿Y si no lo eras? ¿Cómo lo hacen, por cierto, para que el simple hecho de conducir les rompa el himen? ¿Usan quizá el cambio de marchas de forma inadecuada? Bromeamos porque somos incapaces de percibir realmente el alcance de la monstruosidad de ese régimen que consagra sinrazones como esa. Desde hace meses, algunas mujeres de aquel país salen a la calle al volante de un coche y filman esas acciones y las cuelgan en internet para denunciar esa barbarie. Cuando las pillan, las azotan. Nosotros nos burlamos de esas leyes idiotas y de hecho no acabamos de captar que todo eso pasa de verdad, en este mismo instante. Lo leemos con distancia clorofórmica, como si fuese un cuento medieval, y ni nos planteamos exigir a los gobiernos que, de una forma u otra nos representan, corten toda relación con el monstruoso Estado saudí. Tampoco nos harían caso, claro, porque el Estado saudí tiene mucho petróleo. Tiene las segundas reservas de petróleo del planeta (sólo Venezuela tiene más) y es el primer exportador mundial. De forma que nos limitamos a seguir bromeando: sobre la conducción, sobre el himen, sobre el cambio de marchas y sobre la virginidad, temas que, por cierto, hoy resultan de lo más apropiado, siendo como es el día de la Inmaculada Concepción.