El origen de la problemática de las inmatriculaciones es UNA LEY FRANQUISTA: la Ley Hipotecaria de 1946. El artículo 206 de la Ley Hipotecaria de 1946 y su Reglamento de 1947 permitieron inscribir bienes a nombre de la Iglesia equiparando a ésta con la administración pública y a sus obispos con notarios. Bastaba con la simple firma de un obispo. “Una sola palabra tuya servirá para inscribirme”.
De la plaza al púlpito: cuando el patrimonio del pueblo fue privatizado sin pasar por el pueblo · por Inés Arango
Las inmatriculaciones de la Iglesia católica vulneran el principio de propiedad común Durante décadas, la Iglesia católica en…