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Vatileaks II: la ‘jaula de oro’ vaticana del monseñor y su peculiar «justicia»

En el Vaticano, se aplica el Código Civil Monárquico Albertino, de finales del siglo XIX, y el Código Penal de la época de Mussolini. No ha firmado la Declaración Universal de Derechos Humanos y su proceso va a contar con pocas garantías jurídicas, tal y como se entienden en los Estados de derecho modernos.

Vive entre confesores, pero Lucio Ángel Vallejo Balda, el prelado español en arresto domiciliario por el Vatileaks II, un segundo caso de sustracción y divulgación de documentos vaticanos reservados, sólo confiesa haber cometido pequeños pecados veniales de indiscreción. Quizás por eso, «está tranquilo y en paz», aunque «preocupado por las mentiras de Francesca, la principal imputada, y por su eventual indefensión ante el tribunal vaticano», según confiesan fuentes curiales.

En el Vaticano no hay cárcel. Por eso, tras pasar casi dos meses de prisión preventiva en una celda de la Gendarmería vaticana, a Vallejo Balda se le concedió la gracia de pasar a arresto domiciliario un día antes de Nochebuena. Desde entonces, está recluido en el Colegio de los Penitenciarios vaticanos, que viven en el Palacio del Tribunal, a pocos metros de Casa Santa Marta, la residencia del Papa.

Según ha podido saber EL MUNDO, el sacerdote español vive en una especie dejaula de oro, en el Palacio de los penitenciarios, los frailes franciscanosconventuales que se dedican a confesar, en todos los idiomas del mundo, a los peregrinos que acuden a la Basílica de San Pedro.

Son 14, de diversas procedencias, y dedican sus vidas a escuchar y absolver los pecados de la gente. En turnos de cinco horas al día, llegan a confesar a unos 10.000 penitentes al año. Su superior es el italiano Ricco Rizzo y, entre los frailes, hay incluso un español, el padre Benjamín Miedes. Con ellos, estuvo también confinado el fallecido Nuncio en Santo Domingo, Jozef Wesolowski, acusado depederastia y que murió unos días antes de la celebración de su juicio.

Vallejo vive en comunidad con estos 14 confesores franciscanos. Y sigue el ritmo de la vida conventual, aunque sin la obligación de asistir a todos los actos comunitarios. Una vida austera, pero apacible y totalmente retirada del mundanal ruido.

El prelado español dispone de una habitación con baño y un pequeño estudio, con una mesa, una silla y una estantería con unos cuantos libros religiosos. En su cuarto no hay televisión ni radio. Cuando quiere ver la televisión, tiene que pedir permiso al superior de los frailes e ir a la sala comunitaria donde está el televisor. El aparato tiene antena parabólica y Vallejo puede ver incluso los programas de las cadenas españolas. Así fue como vio las sucesivas apariciones de Francesca Chaouqui en Tele 5.

El televisor es el único medio de comunicación al que tiene acceso Vallejo, porque tiene prohibido tanto leer los periódicos como escuchar la radio. Y, por supuesto,sus móviles de última generación le fueron confiscados. Sólo puede hablar por teléfono, desde el fijo de la comunidad, cinco minutos al día y únicamente con su madre.

Además del rato diario de conversación con su anciana madre, doña Gregoria, elprisionero vaticano puede hablar con sus compañeros-confesores y, una vez a la semana, le está permitido recibir la visita de su sobrino, también sacerdote del Opus Dei, que vive y trabaja en Roma.

Al estar en arresto domiciliario, Vallejo no puede salir para nada del Palacio del Tribunal. Ni siquiera a dar un paseo, ni solo ni acompañado, por los magníficos jardines vaticanos. Para hacer ejercicio, corre por los largos pasillos del convento. Y, para pasar el tiempo, esa dimensión que antes tanto le faltaba y ahora le sobra, se dedica a leer y a rezar.

Pasa horas enteras a diario en la hermosa biblioteca de los frailes, donde predominan los libros de Teología Moral. Abundan los tratados sobre los pecados reservados, es decir, los pecados más graves, que sólo puede perdonar el Papa, a través de sus frailes penitenciarios, como la profanación de la eucaristía, laviolación del secreto de confesión o la consagración de un obispo sin mandato del Papa. Pero también de otras muchas disciplinas eclesiásticas y civiles.

En la biblioteca y en la capilla es donde Vallejo pasa gran parte del día. En la capilla, dice misa a diario y reza. Con ganas. Desde la cruz del sufrimiento. Por el daño causado a la Iglesia y a Francisco. Como él mismo decía hace un tiempo:«Preferiría morir antes que hacerle daño al Papa». ¿Espera que el Papa lo perdone en el Año de la Misericordia? «No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que lo que más le interesa, ahora, es que el Papa esté bien informado de los hechos», contestan las fuentes de este periódico.

En la biblioteca lee, toma notas y piensa. Y prepara su defensa. Entre otras cosas, porque, como dicen las fuentes curiales, «tiene miedo de no poder defenderse adecuadamente». Hasta ahora se siente indefenso por varias razones. Primero porque sabe que, en el Vaticano, se aplica el Código Civil Monárquico Albertino, de finales del siglo XIX, y el Código Penal de la época de Mussolini.

Sabe también que el Vaticano no ha firmado la declaración universal de Derechos Humanos y que su proceso va a contar con pocas garantías jurídicas, tal y como se entienden en los Estados de derecho modernos. Por ejemplo, Vallejo no ha podido elegir abogado y tiene que resignarse a contar con un letrado rotal, que le fue asignado por el propio tribunal que lo va a juzgar.

«Es lógico que esté preocupado, porque el proceso judicial de Vallejo presenta unas características peculiares. Además del sistema judicial en sí mismo, el prelado es ciudadano vaticano y español, mientras los demás imputados son todos italianos y eso hace que el Tribunal sea más cauto con ellos».

De hecho, en estos momentos, de todos los imputados, el único totalmente incomunicado es Vallejo. Los demás gozan de total libertad y pasean sus versiones por los medios. Especialmente, Francesca Chaouqui, que se exhibe y, según las fuentes, «cuenta una sarta de mentiras absolutas en Tele 5, la televisión de Berlusconi». Aseguran, asimismo, que está implicada en otros casos turbios y se preguntan «qué hay de verdad o de autodefensa en sus continuas acusaciones contra monseñor Vallejo».

Las mismas fuentes previenen contra «las filtraciones interesadas de temas personales, que no hacen al caso» y ven una evidente relación entre los dosVatileaks. «Parece claro que hay conexiones entre las dos fugas de documentos. Lo mismo que nadie creyó que el primer Vatileaks fuese sólo culpa delmayordomo de Benedicto XVI, este segundo caso podría ser una tapadera de otros actores y de otros intereses más altos».

Por eso, las fuentes consultadas aseguran que, como entonces, «el que sabe no habla o no puede hablar y el que no sabe habla demasiado». Por todo lo cual es de prever que «también ahora el caso se cierre en falso y dé lugar a múltiples interpretaciones en el futuro».

Un misterio más del Vaticano.

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