Los planes de una nueva comunidad islámica para instalarse en la Plaza San Francisco movilizan a los hosteleros y los técnicos municipales analizan el encaje legal del templo
La falta de licencia de obras es el motivo que ha llevado a la coordinadora municipal de Desarrollo Sostenible, Ángeles López Cánovas, a ordenar la paralización de los trabajos que desde finales de diciembre realizan en un local que da a la Plaza San Francisco para convertirlo en la mayor mezquita de la ciudad. Se trata de un bajo de 700 metros cuadrados, en el edificio del aparcamiento en superficie del número 10 de la calle San Antonio el Pobre, en la esquina con Caballero y la Glorieta.
La paralización de los trabajos es una consecuencia de la inspección que la Policía Local realizó el pasado día 10, al tener conocimiento de que dentro del local unos obreros habían acumulado materiales de obra y realizaban trabajos de albañilería a puerta cerrada. Los agentes comprobaron que carecían del «preceptivo título habilitante» para realizar reformas, según el posterior expediente abierto por el Servicio de Disciplina Urbanística, que decretó la inmediata «suspensión de actuaciones ilegales». Los musulmanes pidieron y obtuvieron una licencia de obra menor pero se exige una de obra mayor.
La mezquita está promovida por la Comunidad Musulmana Al-Furqan, representada ante el Ayuntamiento por un ciudadano español de origen marroquí y cuyas actividades culturales y religiosas aún no han comenzado. Según explicaron a este periódico personas conocedoras del proyecto, se trata de una escisión de la Comunidad Islámica de Cartagena, que tiene su sede en la calle Lizana, en el Monte Sacro. Esta se ha dividido en dos facciones por discrepancias entre sus líderes. Una de ellas decidió el pasado otoño independizarse, inició una colecta entre fieles -varios de ellos, destacados comerciantes del centro de la ciudad- y en diciembre cerró el alquiler con derecho a compra del bajo del aparcamiento, que estaba desocupado desde su construcción.
Quejas de los bares
Desde hace días, hosteleros del entorno se movilizaban para buscar una estrategia que impida la apertura de la mezquita en un local con vistas a las principales terrazas de la Plaza de San Francisco y contiguo al yacimiento romano del Augusteum, integrado en la red de centros del consorcio turístico Puerto de Culturas. Algunos de ellos barajaban organizar protestas para impedir la instalación del templo islámico. Temen, aseguraron, que «pueda atraer a fanáticos» y restar clientela a la que ya es la principal zona de terrazas de la ciudad.
El Ayuntamiento confirmó a ‘La Verdad’ que nadie ha pedido licencia para el acondicionamiento de ese bajo comercial. Alertados por vecinos, los policías locales que hicieron la inspección comprobaron que varias personas trabajaban dentro incluso usando maquinaria, en concreto una hormigonera.
A raíz de la denuncia, técnicos municipales analizan si la normativa urbanística local permite ese tipo de instalaciones en un bajo comercial. El Plan General de 1987, ahora vigente, diferencia entre capillas, templos y templos parroquiales. Por sus dimensiones y aforo, los funcionarios creen que la mezquita debe considerarse un templo, cuya ubicación solo está permitida en inmuebles de uso exclusivo. En este caso, el edificio tiene otros.
Las comunidades musulmanas de Cartagena intentaron en 2006 comprar el Cine Central y convertirlo en mezquita con dinero procedente de Arabia Saudí. Una empresa vinculada a las obras del barrio universitario se adelantó y se quedó con un edificio que ahora es propiedad de la Comunidad.