Desde la Asociación por una Universidad Pública y Laica (UNI Laica, sección de Universidad de Europa Laica) hemos registrado un escrito al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en el que nos lamentamos de que, más de cuatro décadas después de que la Constitución española declarara la aconfesionalidad del Estado, la Universidad pública siga exhibiendo un rancio confesionalismo católico, acompañado, a veces, por el proselitismo de otras creencias pseudo- y anti-científicas.
El escrito está alentado por el ministro de Universidades del mismo Gobierno, Manuel Castells, pues éste respondió a las consideraciones y peticiones de UNI Laica mostrando simpatía por ellas y animando a elevarlas a la Presidencia del Gobierno, toda vez que se veía incapaz de hacer nada en el sentido que le demandábamos.
Tal como explicamos al presidente y al vicepresidente segundo, el confesionalismo universitario se aprecia en la existencia (y financiación) de capillas y capellanes, y de otros espacios y símbolos religiosos, la participación de autoridades académicas en misas, procesiones y otros actos religiosos, la convocatoria de este tipo de actos por parte de autoridades académicas, el proselitismo de diversas creencias (religiosas o no) pseudo- o anti-científicas, la permanencia de ‘santos patronos’, la adscripción de centros de enseñanza confesionales a las universidades públicas, o el restablecimiento de cátedras de teología católica suprimidas desde el siglo XIX.
Pero el confesionalismo más grave afecta a las Facultades (y Escuelas Universitarias) que preparan a las futuras maestras y maestros. En casi todas ellas, si no en todas, se ofertan extensos cursos (240 horas de clases) de religión católica diseñados por la Conferencia Episcopal Española para acreditar a los profesores de religión en la escuela. Esos cursos son, pues, un requisito imprescindible para dar clases confesionales de religión en los colegios, y la Universidad pública los ofrece sin reparos.
En UNI Laica consideramos que en una Universidad pública, es decir, democrática y aconfesional, no deben existir enseñanzas confesionales, y menos aún cuando están enfoncadas hacia la impartición de doctrina católica a niñas y niños. No puede olvidarse que el respeto a la libertad de conciencia de la infancia figura en el artículo 14.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño. Esas enseñanzas constituyen, además, una intromisión de un Estado extranjero, para más desgracia no democrático (la Santa Sede), en los planes de estudio de los grados de Educación. ¿Cabe mayor menoscabo de la autonomía universitaria?
Los miembros de UNI Laica somos conscientes de que un obstáculo a nuestras peticiones son los Acuerdos de España con la Santa Sede de 1979, de gestación preconstitucional. Bien, pues adelante con su denuncia, total y urgente.
Por todo lo dicho, desde UNI Laica pedimos al presidente y al vicepresidente segundo del Gobierno que tomen las medidas necesarias para impedir la instrucción confesional de las maestras/os en la Universidad, que sirve de base para la aún más rechazable instrucción religiosa (doctrinal) de la infancia en la escuela. Que se comprometan, en definitiva, en la formación de personas más libres y críticas, lo que sin duda contribuirá a un mundo con mayor igualdad, justicia, espíritu crítico y democracia.
Con estas consideraciones urgentes y prioritarias, desde UNI Laica les actualizamos al presidente y al vicepresidente segundo del Gobierno la lista de tareas inaplazables que deben acometer para dignificar las Universidades públicas de España mediante su plena aconfesionalidad, el respeto a la diversidad de convicciones y creencias individuales, y la defensa de la racionalidad, la ciencia y las humanidades:
· Eliminación de las asignaturas confesionales de religión de los grados de Infantil y Primaria, y de cualesquiera otras enseñanzas ofertadas.
· Cierre de capillas y de otros espacios confesionales. Supresión de capellanes y cargos similares costeados por las Universidades.
· Fin de privilegios (económicos, propagandísticos y de otro tipo) a ‘Pastorales’, ‘Servicios de asistencia religiosa’, ‘Hermandades’ y otras asociaciones religiosas.
· Eliminación de símbolos religiosos.
· Sustitución de patronos religiosos de Facultades y Escuelas por otros con méritos relacionados con los centros en cuestión; y/o celebración de ‘días internacionales’ apropiados (por ej., el Día Internacional de la Ciencia en vez de San Alberto).
· Prohibición de la participación de autoridades académicas en misas, procesiones y otros actos religiosos a título institucional (sí es lícita la participación a título personal).
· Prohibición de la convocatoria de este tipo de actos por parte de autoridades académicas.
· Prohibición de la celebración de este tipo de actos en paraninfos y otros espacios universitarios.
· Prohibición del proselitismo de diversas creencias (religiosas o no) pseudo- o anti-científicas, a menudo pseudoterapias.
· Eliminación de la adscripción de centros de enseñanza confesionales (generalmente, dependientes de arzobispados) a las universidades públicas.
· Cierre de las cátedras de teología cristiana (o de cualquier otra confesión) y prohibición de todas las enseñanzas proselitistas, ya sean religiosas o de otras ideologías e intereses ajenos al interés común.
· Promoción y defensa decidida de las Universidades públicas, únicas al servicio inequívoco de los intereses comunes de la ciudadanía.
UNI Laica. 13 de febrero de 2021
