En la primavera del 2018, el Ministerio del Interior ordenaba la expulsión de España de Alaa Mohamed Said, egipcio de nacimiento y que había trabajado como imán en dos mezquitas de Logroño. Según la resolución de Interior, Said, miembro de los Hermanos Musulmanes (catalogados como terroristas por algunos países) pretendían crear en el futuro centro islámico de Madre de Dios la ‘sucursal’ de la organización, que defiende la interpretación literal y estricta del Corán.
Quienes fueron sus compañeros en la mezquita riojana, niegan la mayor. «No escondió que era de Hermanos Musulmanes. Ha estado aquí durante doce años y ha sido una persona normal. Hay que recordar que cuando llegaron al poder, todos los gobiernos europeos querían hablar con ellos. Todo cambió tras el golpe de Estado», explica Bettache. «Puede ser lo que sea, pero desde luego de terrorista no tiene nada. No lo es por haber estado en Arabia Saudí», insiste recordando que no era alguien que se escondiera: «Todo el mundo sabía quién era, la Policía sabía dónde estaba y nunca hubo ningún problema con él. ¿Por qué no actuaron antes contra él si tan peligroso era? ¿Un chivo expiatorio? No lo sé».
Bettache lamenta que se siga identificando a toda la comunidad musulmana con las posturas más extremistas del islam. «Cuando hubo ataques del Estado Islámico sacamos comunicados de condena, pero no podemos estar haciéndolo siempre y no se nos puede identificar con ellos como no se puede identificar a todo el pueblo vasco con ETA. El que hace algo en contra de la ley, la ley se encarga del castigo», añade. Por eso, sostienen, el futuro centro islámico será «un espacio abierto a toda la comunidad», independientemente de su religión.