Saïda Keller-Messahli es el principal referente en la lucha victoriosa para prohibir el burka en Suiza. Fundadora del Foro por un Islam progresista, Keller-Messahli representa la posibilidad de un islam civilizado, y de un feminismo musulmán en lucha contra la misoginia religiosa, cuyo principal argumento es:
Una prohibición del burka enviaría una señal política: no toleraremos que se proscriba a las mujeres en los espacios públicos. Las mujeres musulmanas que no tienen la suerte de vivir en Suiza también estarían felices de recibir esa señal.
Y es que, de Irán a Tunez (país este último donde está prohibido en instituciones públicas), en los países musulmanes las mujeres que aspiran a liberarse del yugo islamista tienen en el burka el máximo y ominoso símbolo de una cultura retrógrada que las encierra en una cárcel de tela e incomunicación.
Por otro lado, leo en Neue Zürcher Zeitung una entrevista a una suiza conversa al islam que viste un niqab y explica por qué lo lleva. Dice que no se siente presionada por su marido ni quiere ser liberada por las feministas. Su idea es que el niqab la protege más que el hiyab del acoso de los hombres. Y usa un argumento liberal:
Mi concepto de libertad es que puedo vestirme como quiero. Toda forma de vida es normal hoy en día: puedes ser hip-hop, punk, transexual, lo que sea. Cualquiera que quiera quitarme esta libertad me tendrá que meter en la cárcel. La gente no tiene por qué entender por qué hago esto. Pero quiero que lo respeten.
En Suiza hay unas 200.000 musulmanas, de las que unas decenas llevan velo integral. Suiza se suma a otros países europeos que prohíben o restringen el uso de los velos. Francia, país con el pedigrí más laico de Europa, los prohibió en los lugares públicos. Luego fueron Bélgica, Austria, Dinamarca y los Países Bajos. Además, Bulgaria, Letonia, Italia y Alemania tienen disposiciones análogas que prohíben ir con la cara y la cabeza completamente tapadas en los espacios públicos (como en Suiza, ya que la prohibición también alcanza a los participantes en manifestaciones y marchas, que no podrán taparse la cara con pasamontañas y similares).
Sostiene Carmelo Jordá en Twitter:
Un debate importante e interesante en el que suele verse una brecha importante en el liberalismo. Yo, aunque muchos colegas liberales no estén de acuerdo, sí estoy a favor de la prohibición.https://t.co/XFcfZLAqkA— Carmelo Jordá (@carmelojorda) March 8, 2021
Por mi parte, estoy en contra de la prohibición del velo integral, pero no me parece ni mucho menos un atentado contra el derecho a la libertad religiosa o el de expresión. Es más, valoro positivamente las razones para prohibirlo. En primer lugar, porque el velo integral no es un mandato específicamente religioso, sino que debe ser catalogado como una moda de los musulmanes más conservadores y tradicionalistas. En segundo lugar, porque ningún derecho es absoluto y es legítimo legislar sobre la vestimenta cuando repercute en la convivencia y en el orden público. Esto último es lo que sentenció el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre la prohibición del Ayuntamiento de Barcelona de pasearse por la calle desnudo o sin camiseta. Y si por una cuestión de decoro común se puede prohibir ir con el torso desnudo, con mucho más motivo se puede prohibir ocultar la cara, dado que esto además repercute en la seguridad colectiva.
Lo que me parece más importante del referéndum sobre el burka es que se demuestra que hay musulmanes progresistas que denuncian el islam político y que, por otra parte, los integristas se ven forzados a argumentar echando mano más bien de Locke y Kant que de Mahoma y Algazel. Además, supone un aldabonazo en las apaciguadoras y complacientes conciencias europeas sobre el peligro del islamismo, sobre todo en su alianza con la extrema izquierda y la habitual casta académica antiliberal.