“Nos están coaccionando a nosotros y a las personas que vienen”, clama el director de Askabide, que luce consignas feministas en la entrada del centro
En el tráfago de un martes por la tarde semiveraniego en el centro de Vitoria, una mujer con una bolsa de grandes dimensiones merodea por las inmediaciones de la única clínica a pie de calle de la capital vasca que atiende a las mujeres que desean ejercer su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo y que llegan derivadas por la Sanidad pública. En la bolsa, la mujer guarda un rosario y carteles con proclamas antiabortistas. Asegura que espera instrucciones “de los abogados de Madrid” para regresar al punto en el que tantas veces han estado ella y sus correligionarios, justo enfrente de la entrada del centro médico privado, que comparte portal con un hotel de una sola estrella. El pasado invierno se pasaron meses, domingos incluidos, plantándose cada día en el mismo punto, como si fueran un parquímetro más de la calle Rioja. La pasada semana reiniciaron sus ‘rezos’ y la dirección de Askabide, que es como se llama la clínica, ha esgrimido ante las autoridades la reciente reforma del Código Penal que sanciona el acoso a las mujeres que quieren interrumpir libremente un embarazo o a los profesionales que las atienden.
Este martes ni Ertzaintza ni manifestantes sabían muy bien cómo actuar y esperaban directrices mientras en el cartel luminoso de la clínica aparecían consignas feministas. Todo ha empezado antes de la hora habitual, hacia las 15.30 horas. Un par de mujeres se ha plantado este martes frente a Askabide. Los comerciantes de la zona, que ya las conocen y están acostumbrados a sus proclamas, han visto cómo eran identificadas minutos después por una patrulla de la Ertzaintza e invitadas a apartarse para hacer compatibles su derecho de manifestación y las nuevas disposiciones legislativas que han entrado en vigor en España.
Es algo que nunca les había pasado. Las dos antiabortistas han quedado desde entonces deambulando por la zona y se les han sumado otras dos personas, un hombre y una tercera mujer. “Sólo queremos rezar”, imploraba una mientras hacían eso mismo libremente en otro lugar. “Estamos reunidos con nuestros abogados”, se excusaba el único hombre atendiendo una videollamada en el móvil apoyado en una columna en plena calle para tratar de armarse de argumentos frente a la patrulla de la Policía autonómica, apostada en la confluencia de Rioja con Desamparados. “Sois de izquierdas”, blandía como supuesto insulto a los periodistas otra de las mujeres de este grupo, visiblemente enojada.
“Nos están coaccionando a nosotros y a las personas que vienen”, defiende Igor Elberdin, director de Askabide. “Aparecieron de nuevo el miércoles pasado, Día Internacional del Aborto. Llevan viniendo años pero antes no había una ley. Ahora sí. Y es una ley expresamente modificada por este motivo. Así que llamé al 112. Y nos dijeron que no estaban haciendo nada. El jueves las volvimos a ver. Y nada. Y el viernes tampoco hicieron nada los agentes”, protesta Elberdin sobre la Ertzaintza. Askabide decidió denunciar a la Policía Local de Vitoria, que sí identificó a los antiabortistas y ha permitido a la clínica instar a un juzgado a que tome medidas cautelares. Solamente este martes, cuando el debate está ya en los medios de comunicación, la Ertzaintza ha cambiado de proceder.
Cuenta Elberdin que los agentes autonómicos han sido ya algo más expeditivos al invitarles a alejarse del lugar a la espera de un criterio más definido. Con todo, afirma que recibe con una mezcla de confusión y sorpresa que internamente les hayan pedido que les comuniquen cualquier incidencia cuando, públicamente, el consejero-portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, y la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, han señalado que aunque las mujeres “no tienen por qué verse coaccionadas” cuando van a abortar “la forma en que se producen” las concentraciones “no vulnera ningún precepto legal”. “El derecho de manifestación contempla que se puedan reunir hasta 20 personas sin solicitar ningún tipo de permiso”, ha recalcado Zupiria.
Elberdin no comparte que “la forma” de las concentraciones sea precisamente neutra y garantiza que ejercerá el derecho que tienen los centros para presentar también denuncias por este motivo. “Están rezando con megafonía, llevan cruces enormes, hay pitidos, se ponen de rodillas, a nosotros personalmente nos llaman asesinos, … Han sido muchas veces y ha dado para mucho. El miércoles pasado nos enteramos de esto por una mujer que se las encontró precisamente al salir tras haber interrumpido el embarazo. Fue un ‘shock’ para ella. Volvió a entrar pasada de rosca”, explica. La clínica, en todo caso, tiene más actividad que los abortos y realiza desde pruebas de COVID-19 hasta consultas de dietistas. También acuden allí mujeres que quieren quedarse embarazadas. Como reacción, en el escaparate de Askabide el cartel rotatorio combina las ofertas de PCR con una gran cartel morado con el símbolo feminista o la pancarta ‘Aborto libre’. “Esto es patético. A veces incluso utilizan a menores para que toquen la flauta”, explica otra comerciante de la zona, que afirma que las protestas se han convertido en una parte más del paisaje de esta calle.
¿Y cuál es la versión oficial? Según ha explicado la Ertzaintza a este periódico, a las 16.10 se ha conocido una “concentración de cuatro personas” y “se ha identificado al responsable”. “Esas personas han abandonado el lugar. Hay un acuerdo para que se ubiquen en otro punto y se les ha informado de las consecuencias de no cumplirlo. No ha habido ningún tipo de problemas”, añaden estas fuentes oficiales. En todo caso, la Policía vasca tiene constancia de que a la misma hora, en la clínica de Askabide de la calle Easo de Donostia ha habido “tres mujeres identificadas” a las que se les han informado del delito en el que podían incurrir de no deponer su actitud. Han continuado en el lugar rezando el rosario hasta aproximadamente las 17.00 horas y, según la Policía, tampoco ha habido incidentes de relevancia hasta su partida.