En una entrevista al diario francés La Croix Bergoglio hace unas declaraciones muy sensatas: «Un Estado debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal. Esto va contra la Historia», dijo.
Si realmente el papa considera un error los estados confesionales, debería en primer lugar desmontar el Estado-iglesia vaticano, confesional por antonomasia y del que él es constitucionalmente monarca absoluto. También debería eliminar toda la estructura político-eclesiástica, como los nuncios, auténticos embajadores de su estado confesional. Y luego debería promover que países confesionales católicos (como Irlanda, Costa Rica, Mónaco y Malta) se volvieran aconfesionales, y eliminar los concordatos y los acuerdos como los que mantiene con España, que hacen semiconfesionales a los estados vinculados a ellos.
Si no, sus bonitas palabras serán unas más de su colección de declaraciones orientadas a seducir a los sectores progresistas, que nunca van acompañadas de los hechos correspondientes.
