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Un hospital religioso se niega a desconectar el respirador de Inmaculada Echevarría

Inmaculada Echevarría, la mujer de 51 años enferma de distrofia muscular progresiva que logró la autorización de la Junta de Andalucía para que le desconecten el respirador que le mantiene viva, fue trasladada hoy del hospital de San Rafael de Granada, dependiente de una orden religiosa y donde ha estado los diez últimos años, al de San Juan de Dios, dependiente del Sistema Andaluz de Salud (SAS) y donde podrá cumplir con sus deseos.

Este traslado se produce por decisión de la orden religiosa de San Juan de Dios, que gestiona el hospital en el que hasta ahora permanecía la paciente. La Delegación Provincial de Salud ha justificado el traslado al área de Cuidados Básicos del Hospital San Juan de Dios, en la necesidad de "evitar molestias innecesarias a la paciente" y tras la solicitud presentada por la dirección de su anterior centro médico.

Autorización de la Junta de Andalucía
Echevarría salvó el último escollo legal para terminar con propia existencia hace dos semanas, cuando logró la autorización del Comité Ético de la Junta de Andalucía y del Consejo Consultivo Andaluz para que se le retire el respirador que la mantiene con vida. La Junta de Andalucía estableció varias garantías que los médicos debían cumplir, pero fue contundente al afirmar que, si éstas se daban, "no se ven razones éticas que impidan a los profesionales cumplir la petición de suspensión de ventilación mecánica".

Presiones de la Conferencia Episcopal
A pesar de que en un principio la dirección del centro religioso resolvió que Inmaculada podría ser desconectada de su respirador, las críticas de la Conferencia Episcopal Española forzaron su cambio de criterio. El vicepresidente de la CEE, monseñor Antonio Cañizares, señaló que esto sería "sencillamente admitir la eutanasia". La paciente sufre distrofia muscular desde los 11 y lleva más de dos décadas en una cama. Desde hace nueve años, está conectada a un respirador que la mantiene con vida.

El centro religioso entiende las razones de Echevarría 
La dirección del hospital San Rafael declaró que "acepta" la interrupción de un tratamiento y reconoció que el médico tiene la obligación de mitigar un sufrimiento "aunque como consecuencia de este tratamiento pueda acelerarse la muerte del enfermo". Los responsables del centro religioso añadieron que son conscientes de que no todos los tratamientos que prolongan la vida biológica "resultan humanamente beneficiosos para el paciente".

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