Más de 22.000 valencianos participan en rituales satánicos, aseguraba el lunes el diario Levante. Como hay poco más de 5 millones de habitantes en la Comunidad Valenciana, eso implica que, en el conjunto de España, unas 200.000 personas -más que pamploneses o donostiarras, or ejemplo- irían por ahí sacrificando animales y profanando cementerios e iglesias en nombre del Diablo. ¡Impresionante!, si fuera cierto. Porque la fuente del periódico valenciano no es precisamente de fiar, sino todo lo contrario.
El experto que sostiene que en Valencia hay 45 grupos demoniacos con 22.000 miembros se llama Antonio Toscano y hace un año contaba en Avui que en Cataluña hay 45 sectas satánicas con 18.000 adeptos. ¿De dónde ha sacado esas cifras? ¿De un censo hecho por él a la entrada de un ritual con sacrificio humano incluido? Posiblemente, del mismo lugar del que sacó que sabía el nombre del secuestrador de la pequeña Madeleine McCaine, noticia que publicó El Mundo el 7 de junio de 2007 y de la que se hizo eco la prensa internacional. "Tengo la absoluta certeza de saber el nombre del hombre que se llevó a Madeleine", reiteraba Toscano días después. Nuestro protagonista se presentaba entonces, en La Opinión de Murcia, como "uno de los grandes expertos en el estudio de los grupos satánicos en España" y colaborador en la materia de la Policía, y aseguraba en un diario digital portugués que había resuelto 14 de los 15 casos de desapariciones infantiles en los que había intervenido. La Policía española negó, sin embargo, al periodista portugués Paulo Reis que Toscano hubiera colaborado con ella alguna vez.
Tres años después no se sabe todavía nada de la pequeña Maddie, y Toscano sigue contando a la prensa batallitas. Ahora, les toca a los devotos de Satán, malos a más no poder, según Levante. "Sexo, sangre y drogas. Es el triángulo vicioso, además del plato fuerte, con el que funcionan los 45 grupos de corte satánico activos en la Comunitat Valenciana, incluyendo los últimos seis, que se han instalado recientemente y que suponen un gran peligro para la sociedad, según cuenta a Levante-EMV el experto en el tema Antonio Toscano". La periodista valenciana explica que "cada vez hay más seguidores (de Satán) que se incorporan de forma gradual e imparable a actos que rozan la ilegalidad, pues en éstas prácticas es habitual el consumo de drogas, y el sometimiento forzoso de los participantes a prácticas sexuales bajo la mezcla explosiva de alcohol y drogas alucinógenas, a las que se están incorporando las de nuevo diseño". "Las prácticas más habituales en las reuniones que organizan las sectas satánicas periódicamente es celebrar misas negras, sacrificar animales, hacer rituales de vudú y prácticas esotéricas", indicaba, por su parte el año pasado Avui, basándose en declaraciones de Toscano.
Charlatanes y periodistas ingenuos
No dudo de que haya gamberros que vayan por ahí haciendo destrozos en nombre del pobre Satanás, pero lo que lo que no me creo -excepto en casos aislados de perturbados mentales- es que existan los adoradores del Diablo que pintan Toscano y otros presuntos expertos, que lo son únicamente en vender motos a periodistas ingenuos. Por lo menos, hasta que presenten más pruebas que cuatro lápidas rotas o pintadas en una iglesia.
Hay pocas palabras tan devaluadas como investigador y experto. Hace años, había un personaje de disparatadas ideas que llamaba a El Correo de vez en cuando. "¡Hola, aquí el investigador X!", decía a modo de saludo. Y, seguidamente, intentaba abrirte los ojos acerca de algún extraordinario descubrimiento suyo que los sabios oficiales intentaban tapar. Ahora, los medios están llenos de investigadores y expertos que no lo son. "La barrera para convertirse en experto se sitúa tan abajo que el único requisito real es el talento para la autopromoción", dice Damian Thompson en su libro Los nuevos charlatanes. Thompson limita su afirmación a los vendedores de dietas milagrosas; yo la ampliaría a todo el universo del mundo del misterio y a la mayoría del de los sucesos. Toscano incluido, por supuesto.