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Un desahucio eclesial

Una pastoral juvenil de Sevilla denuncia que el párroco les impide reunirse en el templo Según el Arzobispado, la labor del grupo no se ajusta al magisterio de la Iglesia

Sentados en la acera, se dividen en grupos de cinco o seis jóvenes. En uno de ellos, debaten sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia. En el de más allá, recuerdan la figura de monseñor Romero y su predicación en defensa de los derechos humanos. Están sentados a las puertas de la iglesia del Espíritu Santo de Mairena del Aljarafe (Sevilla). Al otro lado de la reja. Hasta hace unos meses, eran la pastoral juvenil de esta parroquia. Ahora, tienen prohibido reunirse en el templo. Viven, lo que estos jóvenes han calificado, un “desahucio eclesial”.

Según los monitores del grupo, los problemas comienzan con la llegada a la iglesia, en septiembre del año pasado, del nuevo párroco, Antonio Guevara. “Durante 20 años, la pastoral ha funcionado sin problemas. El cura anterior no se inmiscuía en nuestra labor, sabía que trabajábamos siguiendo la palabra de Jesús. Con eso le bastaba”, explica David Pineda, monitor desde hace ocho años. A su llegada, cuentan los jóvenes, el párroco les anunció que si querían seguir realizando esta labor la tenían que hacer bajo su supervisión. “Se autoproclamó coordinador”, señala la monitora Lourdes Regalado. Como argumento, varios miembros de la comunidad religiosa se habían quejado al Arzobispado de Sevilla de la labor que desarrolla el grupo porque, según la institución, “no se ajusta al magisterio de la Iglesia”. “El sacerdote debe velar porque se cumplan estos principios”, defiende el Arzobispado. He ahí la polémica.

Ante esta acusación, Jairo González puntualiza que el programa de catequesis de confirmación de la pastoral no solo incluye el marcado por la diócesis sino que va más allá, que “está abierto a más contenidos, siempre en base a los jóvenes”. Además, los monitores afirman que, en ningún momento, “adoctrinan” a los chicos. Punto que explica su compañero Gonzalo Queipo de Llano: “Nunca le damos conclusiones, simplemente hablamos sobre el tema, intentamos alumbrarles para que ellos tomen sus propias decisiones, formen su manera de pensar”.

Pero el problema no son los contenidos, sino los continentes. Tomando como bandera las palabras de Jesús: “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado”, los jóvenes defienden en materia de sexualidad lo inaceptable por la Iglesia. Así, apoyan el uso del preservativo —“principalmente por salud”— y no condenan la homosexualidad. “No entendemos por qué la Iglesia estigmatiza de esta manera el sexo. Pertenece al ser humano, el que Dios creó. Lo importante es el amor, independientemente de si es femenino o masculino”, explica Pineda. “No se puede continuar de espaldas al siglo XXI”, añade. “En todo lo que este relacionado con el sexo, el origen de la vida,… la Iglesia se muestra muy firme e impide cualquier mensaje que vaya en contra de sus creencias”, apunta el teólogo Juan José Tamayo, quien califica lo sucedido en la parroquia sevillana de “abuso intolerable”.

Más allá del espinoso tema de la sexualidad, las discrepancias también se centran en la figura del sacerdote. La pastoral critica el empobrecimiento de las eucaristías por el “implacable” protagonismo de los párrocos. A esto le suma que el laicado ha ido perdiendo el papel activo que defendía el Concilio Vaticano II. La unión de ambos factores “refuerza el carácter jerarquizado” de la institución religiosa. “La palabra democracia no casa con la Iglesia”, explica David Pineda.

En este sentido, el colectivo defiende que la comunidad religiosa adquiera mayor protagonismo en la vida de la Iglesia. Esta opinión es compartida por algunos de los padres de estos jóvenes. Es el caso de Lorenzo Clavel, quien cree que este desahucio responde a una maniobra para remarcar esa jerarquía. “Se debe apostar por dar un mayor protagonismo a los creyentes. Respetar la moral individual y no querer imponerla”, afirma Clavel, quien se confiesa creyente pero con, cada vez, “menos motivos para ser practicante”.

Y las diferencias en cuanto a la figura del párroco no quedan ahí. La pastoral defiende, entre otros puntos, que el celibato no sea obligatorio. “Los sacerdotes que se quieran dedicar al 100% a la Iglesia, fantástico. Pero hay personas que no se ofician cura por este motivo [celibato]. Esta imposición empobrece la Iglesia”, afirma Pineda. Asimismo, el grupo muestra su desacuerdo en que las mujeres no tengan responsabilidades eclesiales.

Las creencias de este grupo juvenil están recogidas en un manifiesto que la pastoral elaboró con motivo de la concentración, celebrada a primeros de junio, frente al Arzobispado de Sevilla. El objetivo de la protesta, además de denunciar su caso, era mostrar su rechazo a estas posturas. “Queremos hacer entender que existe otra forma de hacer Iglesia”, apunta Beatriz Roca. “Nuestra Iglesia es la de Jesús de Nazaret. El problema es que cierta parte de la jerarquía eclesiástica ha ensuciado ese nombre”, añade la monitora. Según el teólogo, esta lucha por una “nueva Iglesia” no es extrema ni excepcional. “Es un fenómeno muy generalizado. El principal escollo es que la Iglesia considera el cambio contrario a los principios cristianos”, explica.

Desde que comenzara el enfrentamiento, los responsables del colectivo aseguran que la pastoral ha ido menguando en número de participantes. “Algunos chicos y monitores han dejado el grupo obligados por sus padres, otros para evitar problemas con el nuevo cura”, apuntan. En cifras, señalan que la pastoral ha pasado de contar con 80 miembros a tener unos 45. Aida Gómez (18 años) y Patricia García (20) han resistido. Estas jóvenes se confirmaban este año. Sí, en pasado. El nuevo sacerdote le informó a la pastoral que no confirmaría a los chicos que continuarán en ella. “Para mí ha sido una señal del destino. Tenía dudas, pero esto me ha demostrado que esta no es la Iglesia en la que me quiero confirmar”, explica Gómez, quien reconoce que sus padres, a pesar de no compartir algunos de los puntos defendidos por la pastoral, respetan su decisión y apoyan la lucha.

Según el grupo, tras este conflicto se esconde el obispo Juan José Asenjo. Asegura que la institución trabaja en la sustitución de sacerdotes plurales por curas más tradicionales. Además, critica que el Arzobispado ha castigado al anterior sacerdote enviándole a una parroquia que está “casi en ruinas”. “Ningún cura se eterniza en la misma iglesia. El cambio [en referencia al realizado en la iglesia sevillana] responde a la dinámica normal de la institución”, apunta.

Tras la concentración del 8 de junio, los monitores reconocen que la situación en la parroquia se ha vuelto “más tensa”. Aseguran que el nuevo cura ha roto con ellos cualquier vía de diálogo. En este sentido, el nuevo párroco se ha limitado a contestar que se trata de un momento “triste y complicado”. “En estos días terminamos las reuniones con los chavales. Ahora hay que esperar hasta septiembre para ver cómo evoluciona todo. Por el momento, estamos buscando un local”, concluye Pineda.

Católicos frente a la crisis

“La Iglesia usa a Cáritas para lavar su imagen. Su implicación en los conflictos sociales ha sido poca o ninguna”. Así de tajante se muestra David Pineda, uno de los monitores de la pastoral juvenil del Espíritu Santo de Mairena del Aljarafe (Sevilla). El grupo se concentró a principios de junio frente al Arzobispado para denunciar, entre otros puntos, el papel pasivo que está jugando la institución religiosa en esta crisis. “Ha sido incapaz de dar respuestas sólidas a problemáticas como los desahucios, el desempleo o los recortes en sanidad o educación”, precisa Pineda. “La Iglesia debe acercarse más a los ciudadanos y a sus problemas. Debe renunciar a sus palacios, ya se llamen Vaticano o Arzobispado, y centrarse en los más necesitados”, añade. Esta crítica se incluye en un manifiesto elaborado por la pastoral, con motivo de la concentración, en el que condensa en once puntos sus discrepancias con la institución religiosa. Además de apoyar una educación sexual desde “la responsabilidad, el respeto y el amor al prójimo”, el grupo defiende que se considere familia “a dos personas con un proyecto de vida en común”; que la Iglesia no limite la libertad de expresión de teólogos, sacerdotes y catequistas; y que la institución abandone su estructura jerarquizada y se abra al diálogo con la sociedad.

pastoral joven Sevilla en la calle

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