La madre superiora del centro descubrió los tocamientos y denunció los hechos a la fiscalía. Es el primer caso que trasciende en España de un monja que abusa de una menor y que, además, acaba judicializado
La Iglesia expulsó hace varios años a una monja de un convento ubicado en Valencia tras descubrir la madre superiora que una de sus religiosas había estado abusando (tocamientos) de una menor que vivía con ellas. La niña se encontraba desde hacía años con las monjas en régimen de acogida tras haber sido rechazada por sus padres. Las monjas asumieron su custodia mientras le encontraban una familia que se hiciera cargo. Este convento no se dedica a la enseñanza, por lo que la estancia de una menor en él era algo excepcional. Ella era la única niña que vivía con las monjas, que la tenían escolarizada en un colegio cercano. Los abusos se produjeron hace más de un lustro, señalan fuentes conocedoras de este asunto. Se trata del primer caso que trasciende en España de una monja que abusa de una menor y que acaba judicializado.
Fue la madre superiora la que descubrió los hechos y quien los puso en conocimiento de la Fiscalía de Menores de Valencia. El ministerio público abrió diligencias e interrogó a la monja y a la niña, que, según fuentes jurídicas, entonces tenía poco más de 13 años. La monja implicada realizaba la labor de recepcionista en el convento. En la portería disponía de un ordenador que utilizaba cuando no había visitas.
En una ocasión, mientras atendía una visita, se dejó abierta una ventana de su correo que albergaba mensajes entre ella y la menor de contenido sexual y que ponían de relieve los abusos que ejercía sobre ella. La superiora vio los mensajes y habló con la niña, que le confirmó lo que estaba sucediendo. Además, informó de los hechos a los responsables de su congregación y acordaron elevarlos a la Fiscalía de Menores de la Comunidad Valenciana, según las citadas fuentes jurídicas.
La Fiscalía, tras interrogar a la monja y a la menor, abordó el tema con la superiora, y se acordó expulsar del convento y de España a la religiosa. Dado que se trataba de tocamientos, los fiscales entendieron que la mejor opción era la expulsión, y de esta forma evitar a la niña el daño mayor que le habría supuesto tener que declarar en un juicio. La monja fue expulsada a su país de origen, en Centroamérica. Como medida de precaución, la fiscalía y el convento decidieron, además, avisar a las autoridades del país de la religiosa para que evitasen una eventual reproducción de los hechos en caso de que allí se incorporase a otro convento.
Otra medida que se adoptó por parte de la fiscalía fue sacar a la menor del convento y entregarla en acogida a una familia valenciana, que es la que se ha hecho cargo de ella desde entonces. La fiscalía puso los hechos en conocimiento de los padres de la niña, una familia desestructurada, pero estos se desentendieron. Se negaron a acogerla y también rehusaron personarse en el proceso judicial que se había abierto.