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Las obras del gimnasio (a la derecha), pegado a las instalaciones del colegio. Olmo Calvo

Un colegio concertado usa suelo público cedido por el Ayuntamiento de Madrid para alojar una cadena de gimnasios

El acuerdo contemplaba la creación de un centro de Infantil, Primaria y Secundaria en una parcela municipal que debe destinarse a dotaciones “de servicios colectivos educativos básicos”

Suelo público gratuito para alimentar negocios privados. En la parcela pública que el Ayuntamiento de Madrid le cedió de manera gratuita en 2003 al colegio concertado J. H. Newman –y sobre la que se levanta el centro educativo–, se está construyendo un gimnasio privado de 8.000 metros cuadrados, con aparcamiento “exclusivo para clientes” de la compañía gallega Dos Deporte. La empresa anunció una inversión de 10 millones de euros en el terreno que pertenece al Consistorio y ya ha empezado la captación de clientes de las futuras instalaciones.

El acuerdo con el Ayuntamiento contemplaba la creación de un centro de Infantil, Primaria y Secundaria en una parcela municipal que debe destinarse a dotaciones “de servicios colectivos educativos básicos”. Ni la dirección del colegio ni la cadena de gimnasios han respondido a las preguntas sobre qué tipo de pacto han alcanzado para conjugar un negocio privado con la utilidad pública que exige la cesión municipal.

El Consistorio no se pronuncia acerca de que el gimnasio vaya a estar abierto al público y, por tanto, suponga ingresos a una firma privada en suelo público. Se escuda en que esta operación no le consta y por tanto, no ve problema alguno y asegura que se está limitando a “cumplir con la normativa aplicable”. “Se ha concedido una licencia de obras para la ampliación del centro docente, con nuevas aulas para distintas enseñanzas, instalaciones deportivas, piscinas y garaje aparcamiento”, explica una portavoz. “Por tanto, las obras de ampliación solicitadas son para la construcción de un edificio destinado al mismo uso dotacional […], que es el uso calificado de la parcela”, dice.

Este colegio –que obtuvo el concierto educativo antes de estar construido, una práctica que no contemplaba la ley– también fue noticia hace unas semanas, cuando la Comunidad de Madrid le prohibió dar un punto de libre configuración para la matriculación a las familias que hubieran donado 1.800 euros a una ONG (dicho de otra manera, un centro sostenido con fondos públicos favorecía a las familias a las que sobraran 2.000 euros), tal y como había estipulado la dirección del colegio.

Con la mediación de Rouco Varela

La historia del J. H. Newman empieza en 2003, cuando el Ayuntamiento de Madrid le cede de manera gratuita a la Fundación Internacional de Educación (FIE), y durante 75 años, una parcela para construir un centro educativo, según cuentan los propios dueños del centro en su Memoria, consta en los acuerdos del Pleno del Ayuntamiento correspondiente y confirma el Registro de la Propiedad.

El grupo, de marcado carácter religioso (John Henry Newman fue un santo británico que apoyó la vuelta del país al catolicismo), relata el largo proceso hasta que consiguieron la parcela. Contaron con buenos padrinos: en 2001 “se dio a conocer una carta del cardenal [monseñor Rouco Varela, en aquel entonces] al alcalde [José María Álvarez del Manzano] y otra de un diputado del Congreso [el también popular y recientemente fallecido Juan Manuel Albendea] amigo del alcalde en la que le ruega que agilice o, al menos, que no paralice la cesión del terreno”, escriben los propios dueños en la memoria del décimo aniversario del centro.

La cosa funcionó y, tras algunos retrasos en la tramitación, el Ayuntamiento le acabó cediendo de manera gratuita la parcela que los propios dueños habían elegido sobre plano. La escritura pública de cesión gratuita se otorgó finalmente el 30 de abril de 2003, y dos años y medio después se obtuvo la de obra nueva. En la sección de “Cargas” que el Registro de la Propiedad de Madrid incluye sobre la parcela, se explica que “el Ayuntamiento de Madrid cede de forma directa y a título gratuito el derecho de superficie sobre la finca, a favor de Fundación Internacional de Educación, que acepta y adquiere, para la construcción de un centro de educación infantil, educación primaria y educación secundaria”.

Continúa la nota explicando que “el incumplimiento de las condiciones previstas en el Pliego de Prescripciones Técnicas y Cláusulas Administrativas Particulares, y de las demás causas de resolución, facultará al Ayuntamiento para la resolución del contrato”. Preguntado, el Consistorio no responde si construir un gimnasio privado en un suelo público puede ser un motivo para rescindir el acuerdo.

8.000 metros cuadrados, dos piscinas y parking exclusivo

La nota del Registro de la Propiedad describe con todo detalle el centro que se está construyendo en la esquina noreste de la “Finca número sesenta.- UNIDAD DE EDIFICACION E-4 -compuesta de EG-4, EP-4 y EM-1-, incluida en el Plan Parcial de Ordenación del Sector I-7 de LAS ROSAS”, según la denominación oficial de la parcela, que se corresponde con el número 28 de la Avenida de Guadalajara, en San Blas.

El futuro gimnasio, cuenta la nota simple, tendrá siete plantas y una superficie total de 11.570 metros cuadrados –cuatro niveles y 3.364 metros cuadrados sobre rasante– y ocupa 3.888 de los 19.127 metros cuadrados que tiene la parcela sobre la que se levanta el centro. Esto es, el gimnasio será casi igual de grande en extensión que el colegio, que tiene una superficie construida de 13.841 metros cuadrados. La FIE (titular formal del colegio privado) le da a la empresa Dos Deporte (a cambio de algo que ninguna de las dos partes ha contado) un quinto de la parcela que el Ayuntamiento le cedió de manera gratuita.

En ese espacio, Dos Deporte levantará el Centro Newman (según figura en su propia web), un gimnasio con “sala de fitness de 1.300 metros cuadrados”, “salas de actividades dirigidas”, “sala de ciclo indoor”, “piscinas climatizadas” y “aparcamiento para uso exclusivo de abonados”. La empresa planea obtener 4.000 nuevos abonados en esta sede, según cuenta el medio sectorial Palco23, que cita a Javier Valín, director general del grupo.

Un concierto a priori

El colegio también incurrió en sus orígenes en una práctica muy madrileña (y muy irregular en aquel momento): la Consejería de Educación le concedió el concierto educativo antes de su construcción, una praxis que la ley no contemplaba por entonces. Hasta que el Gobierno del PP lo legalizó en 2012 a través de su Lomce, los conciertos educativos solo se podían otorgar a colegios en activo, que ya funcionaran, nunca a priori antes de su inauguración. La nueva ley de educación, que ha entrado en vigor en enero de 2021, ha revertido esta posibilidad.

A los Gobiernos madrileños este detalle nunca les preocupó. Cuando el PP alcanzó la Moncloa, legalizó esta práctica, pero desde mucho antes Madrid se dedicó a ceder parcelas públicas con concierto incluido, obviando la ley. La Comunidad ha entregado bajo esta fórmula al menos 45 suelos públicos. Esta cesión apriorística la cuentan los propios impulsores del centro en el relato de cómo este llegó a ser una realidad. “En mayo tuvimos el acuerdo de la Consejería de Educación por el cual se reconocía el Colegio Internacional J. H. Newman y se aprobó su concierto una vez estuviera construido y se cumplieran los requisitos oficiales”, relata Juan Ramón de la Serna, uno de los socios iniciales.

Este documento, colgado en la web del centro, compone todo un relato de cómo tirar de conocidos e influencias para obtener algo de la administración. Se explica en él cómo el cardenal Rouco Varela y el obispo auxiliar “se implicaron personalmente”, un “diputado amigo del alcalde” le mandó una carta e incluso se le pidió “a un entrañable amigo notario que le sugiera amablemente al Notario designado que nos hiciera un precio especial” hasta que el colegio fue una realidad.

También se relata, todo envuelto en cierto aire épico, la incertidumbre tras la victoria de la izquierda en 2003. “Tras los duros años que hemos sufrido y la persecución política tan brutal de la izquierda anticlerical y sectaria, es comprensible que apareciera en nuestro ánimo un espacio para la incertidumbre”, escribe De la Serna. Luego, pasó el tamayazo y todo volvió a estar bien. Sin mayores contratiempos, las gestiones para la construcción del colegio fueron un éxito y el centro empezó a operar en septiembre de 2005.

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