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Un caso de pederastia sacude la diócesis de Baiona

El obispo suspende de su cargo a un sacerdote de Hiriburu acusado de abusos sexuales a menores

El obispo de Baiona, Marc Aillet ha decidido suspender de su cargo a un sacerdote de la localidad labortana de Hiriburu acusado de actos de pedofilia perpetrados hace 25 años. La decisión, tomada el pasado 13 de abril, llegó después de que la madre de la víctima denunciará los hechos y de que el diario galo Mediapart investigará sobre el caso. Aillet optó entonces por alertar al fiscal de Baiona. En declaraciones al medio digital, la madre de la víctima indicó haber presentado una denuncia en Clermont Ferrand, dónde reside en la actualidad, por unos hechos ocurridos en 1991, durante un viaje que el acusado realizó a Polonia con la víctima, que tenía tan solo once años. El párroco ha reconocido los hechos y está a la espera de ser imputado. Se da la circunstancia de que la víctima es sobrino del sacerdote, que ha sido enviado a la abadía de Tournay, en el departamento de Altos Pirineos.

Durante una multitudinaria comparecencia, en la que el obispo de Baiona se mostró muy tenso, Marc Aillet aseguró no arrepentirse de no haber denunciado las agresiones sexuales que calificó de “graves y dolorosas”. Según el prelado, esperaba que la familia de la víctima denunciará primero las agresiones sufridas por su hijo. Pero los padres de la víctima prefirieron guardar silencio durante años porque su hijo no estaba preparado para asumir una denuncia pública y un juicio.

En 2009, el propio párroco confesó al obispo haber mantenido relaciones con un menor en la década de los noventa, suceso tras el cual intentó suicidarse en dos ocasiones. Aillet le cambió de puesto y el sacerdote se sometió a terapia para corregir su conducta. Su trabajo ha continuado en varias ocasiones, no obstante, vinculado a menores. El pasado febrero, por ejemplo, con motivo de la pastoral juvenil.

El obispo descartó que existan otros casos de pedofilia en Iparralde y señaló que ahora el caso está en manos de la Justicia, con la que colaborará para esclarecer lo ocurrido. Marc Aillet indicó que su prioridad es aliviar el sufrimiento de la víctima y de su familia. En 2007, la justicia archivó la denuncia presentada por una mujer que acusó al mismo sacerdote de agresión sexual.

Durante 25 años, los obispos de Baiona Marc Aillet y su predecesor Pierre Moleres no han denunciado los hechos que el propio agresor había confesado. Aún así, el máximo responsable de la diócesis de Iparralde subrayó que la Iglesia católica combate este tipo de delitos y su compromiso para colaborar con la Justicia. En una carta publicada en su página web y dirigida a la comunidad cristiana, Aillet recuerda que los obispos de Francia han adoptado recientemente nuevas medidas para investigar las denuncias de pederastia, entre las que destaca la creación de comisiones para escuchar a las víctimas. Próximamente una comisión de este tipo verá la luz en Aquitania.

El caso conocido en Baiona es un nuevo golpe contra la Iglesia católica francesa, involucrada estos días en escándalos de pedofilia en la diócesis de Lyon. El propio obispo Aillet es protagonista de numerosas polémicas por su política al frente de la diócesis, que algunos sectores califican de integrista. Ahora sus detractores preguntan por qué no denunció los hechos y por qué tuvo que esperar a la denuncia formal de la familia para apartar al acusado de su puesto.

TAMBIÉN EN LA IGLESIA DE BÉLGICA Por otra parte, la Cámara del Consejo de Bruselas pospuso ayer su decisión sobre si archiva o no el caso de los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia católica en Bélgica, conocido como operación Cáliz, al haber recibido varias peticiones de investigación adicionales.

Estaba previsto que la Cámara del Consejo se pronunciase ayer sobre el cierre de este escándalo, que estalló en 2010, pero la decisión se tomará más adelante en una fecha que todavía no se ha precisado.

La Fiscalía belga consideraba que el caso debería cerrarse porque la mayoría de los hechos han prescrito, porque ya se condenó a cuatro personas en relación a este caso y porque 37 de los sospechosos ya fallecieron.

El escándalo estalló en Bélgica en abril de 2010 cuando el Vaticano cesó al obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, quien abusó al menos de un sobrino suyo. A partir de junio de ese año, la Policía federal inició la llamada operación Cáliz, dentro de la cual llevó a cabo registros sorpresa en dependencias de la Iglesia católica. En 2012 la Policía Judicial efectuó nuevos registros en la sede del arzobispado de Malinas-Bruselas, así como en las de los obispados de Amberes y Hassels, al norte de Bélgica.

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