Cristina Pérez sufrió abusos sexuales cuando era una niña en los años setenta por un cura marianista en Madrid. Lo denunció a la orden, que le prometió una carta de perdón y una reparación que nunca llegaron. Pérez murió hace un mes sin recibir justicia
En una pared de su casa en Minot, en Dakota del Norte (Estados Unidos), Cristina Pérez tiene un altar donde exhibe los logros personales que ella y su difunto marido Roger, un marine que participó en la guerra del Golfo, consiguieron a lo largo de su vida. Las medallas militares y varias fotografías de la pareja comparten espacio con la camisa repleta de insignias que Pérez vistió cuando trabajaba como bombera y conductora de ambulancias en el departamento de bomberos de Brookline, en Misuri. Solo quedaba un hueco libre que decidió tapar hace un año con un folio con los bordes garabateados y la frase manuscrita “CARTA DE LA IGLESIA”. Ese pedazo de papel guardaba el sitio donde iría, enmarcado, el último gran triunfo de Pérez: una carta oficial de la congregación de los marianistas de España donde le pedía perdón por los abusos que sufrió de niña a manos del sacerdote Juan Carlos González de Suso, fallecido en 2014, durante los años setenta en Madrid. El provincial de la orden, Iñaki Sarasua, le garantizó en noviembre de 2023, poco después de que Pérez le denunciase su caso, que la misiva de perdón no se demoraría mucho y le aseguró que paralelamente llegarían a un acuerdo para pagarle una reparación económica. La carta nunca llegó. Pérez murió el pasado 3 de este septiembre en el hospital de Minot por culpa de una repentina y breve enfermedad respiratoria. Tenía 56 años y, como decenas de víctimas de pederastia clerical, jamás encontró justicia.