Hay que fortalecer los valores de la Ilustración ante la vuelta al pasado que defienden algunos ideólogos en Estados Unidos y Europa
Se ha observado que en las sociedades contemporáneas existen fuertes tendencias al sectarismo y al tribalismo, con principios, frecuentemente dogmáticos, que combaten las ideas de la Ilustración. Para hacer frente a esas tendencias, Steven Pinker ha escrito ‘En defensa de la Ilustración’. Puede argumentarse que en realidad se trata de una defensa apasionada del capitalismo puesto que la mayor parte de las veces es difícil distinguir entre el capitalismo y lo que Pinker entiende por Ilustración. Habrá lectores que no compartan su análisis, pero también a ellos les parecerá un examen interesante del momento en que se encuentran nuestras sociedades, si bien el libro está plagado de referencias a sociedades no occidentales que se han ido incorporando al capitalismo, o a la Ilustración.
Cita Pinker una frase de Johan Herder que, en su opinión, refleja la reacción del movimiento romántico a la Ilustración: “¡No estoy aquí para pensar, sino para ser, sentir, vivir!”. Difícilmente podría hallarse una frase más explícita del movimiento romántico irracional contra la Ilustración. Es una sentencia que recuerda a esta otra: “Quiero ayudar a la gente, no hacer avanzar el saber”, de Paul Fayerabend. Escritas con un margen de tiempo considerable, las dos frases responden a una misma idea: la idea romántica de Herder renace en nuestro tiempo en Fayerabend de la misma manera. El posmodernismo articula una idea reaccionaria similar cuando dice que la razón es un pretexto para ejercer el poder.
Pinker divide su libro en tres partes. En la primera expone las ideas de la Ilustración; en la segunda trata de demostrar, y lo consigue, que esas ideas funcionan; y en la tercera ofrece una defensa sin complejos de las ideas de la Ilustración. El libro es una salvaguarda apasionada de la razón y una crítica feroz de lo demás, por ejemplo del tribalismo y la vuelta al pasado que defienden algunos ideólogos en nuestros días en Estados Unidos y Europa. Sostiene que ideas no liberales como el autoritarismo, el tribalismo (que tan de cerca nos toca) o el pensamiento mágico, “avivan las pasiones con facilidad y no carecen de defensores” en esta época, es decir más de dos siglos y medio después de la irrupción de la Ilustración. Estas ideas no liberales “nos empujan hacia atrás, hacia los lados más oscuros de la naturaleza humana”.
El filósofo Isaiah Berlin advertía con preocupación que “el ideal de una sociedad perfectamente justa, igualitaria, libre, saludable y armoniosa, del que las democracias liberales nunca están a la altura, es una fantasía peligrosa”. Desgraciadamente, este ideal está muy en boga en la actualidad y hay líderes que se presentan como “salvadores” elegidos, y son en realidad pensadores mesiánicos peligrosos. Pinker pone en primer lugar a Donald Trump, pero agrega rápidamente que no es el único, y que existen tribalismos y populismos por todas partes, incluida Europa. Se lamenta de considerar que resulta mucho más difícil defender las ideas de la Ilustración en nuestros días que atacarlas, de manera que a veces presenta su tarea como “quijotesca”.
A menudo, dice el autor, se nos presenta la sociedad desde una “retórica distópica” como “un basurero en llamas”. Eso sería nuestro país, un basurero en llamas, en palabras de los demagogos que abundan en las sociedades occidentales. Sostiene, en cambio, que una democracia liberal es un “logro valioso” que no dejará de tener problemas hasta la llegada del mesías, pero es mejor tratar de resolver esos problemas en el marco de la democracia liberal a pegar fuego a todo y esperar que de un gigantesco incendio salga algo mucho mejor. Pinker ha añadido al texto más de 60 gráficos donde demuestra el progreso irrefutable de las sociedades occidentales y no occidentales que se han ido agregando a la Ilustración a lo largo de los últimos dos siglos. Los niños de hoy, dice, han conseguido lo que ansiaban sus padres y sus abuelos: mayor bienestar, mayor libertad y una sociedad más justa.
Naturalmente, queda mucho trabajo por delante pero estamos en el buen camino, aunque es un camino que está seriamente amenazado por los populismos y los tribalismos. Pinker agrega que un tema fundamental del libro es “fortalecer la corriente del humanismo ilustrado frente a la última y reciente reacción antiilustrada”, y denuncia que los medios de comunicación y los intelectuales “han sido cómplices de la descripción populista de las naciones occidentales modernas” y han sostenido que solo un “cambio radical” podrá mejorarlas.
Eugenio García Gascón