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Tiempo postelectoral y laicismo · por Antonio Gómez Movellán

Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

El empate técnico electoral entre la derecha y la izquierda hace que la incertidumbre vuelva a presidir la política más inmediata en nuestro país. Más allá de los análisis que se hacen de los resultados electorales nos gustaría hacer una observación: las amenazas en los retrocesos de derechos de las personas relativas a su libertad sexual o derechos como el aborto o la eutanasia es rechazado por una gran mayoría de la sociedad española ya que, hasta el PP, durante la campaña electoral, tuvo que alejarse de las propuestas reaccionarias, que, en estos asuntos, ha intentado utilizar electoralmente VOX. También hay que constatar, no obstante, que existe un sector social significativo , mayoritariamente de clase media y vinculado al catolicismo militante, que abandera y arropa los discursos reaccionarios que atentan a los derechos fundamentales de las personas y que se corresponde con discurso similares en otros países de Europa ( critica a lo que denominan “ideología de género”, críticas a las políticas de igualdad hombre y mujer, reivindicación de la familia “tradicional” y las políticas natalistas en contra de la inmigración; reivindicación de una concepción trasnochada del Estado-Nación enfrentado a la sociedad internacional, reivindicación de la religión cristiana y católica frente a otras civilizaciones y religiones como justificación de políticas xenófobas etc. etc.)

Pero más allá de esto, la campaña electoral escenificó una confrontación en gran medida artificial cuasi cinematográfica ya que no se abordaron, en verdad, ni los programas electorales ni el balance de gobierno. Cuestiones como la política internacional, la guerra en Ucrania o los problemas estructurales de la economía española y su repercusión social ni siquiera fueron dibujados y mucho menos asuntos como el laicismo que estuvo totalmente ausente en la campaña electoral y en las propuestas programáticas de los partidos políticos. No obstante, en este contexto, el fracaso del bloque de la derecha y ultraderecha española es un paso importante para no retroceder en derechos ya recogidos en las leyes o para frenar las políticas de desmantelamiento de servicios públicos .

Desde asociaciones como Europa Laica solo cabe presionar para que, en el programa de un probable gobierno de coalición, se recogen algunas cosas claves y que se podrían concretar en algunos puntos esenciales:

  • La denuncia y derogación del Concordato con el Vaticano y la promulgación de una ley de libertad de conciencia.
  • Poner fin a la financiación pública de la Iglesia católica y específicamente a la X del IRPF así como promulgar una reforma de la ley de patrimonio histórico para recuperar el patrimonio histórico religioso en poder de la iglesia acatólica
  • Finalmente se debería exigir una política presupuestaria de reforzamiento de la escuela pública y laica en detrimento de la escuela concertada, modificando la legislación pertinente

Hay que reconocer que en los programas electorales solamente algunos grupos nacionalistas de izquierdas, como, por ejemplo, el Bloque Nacionalista Gallego recogieron expresamente estas exigencias ya que el PSOE abogó en su programa electoral por una especie de multiconfesionalismo estatal y con un único compromiso: el de revisión del Acuerdo económico con la Iglesia Católica, pero sin cuestionar su financiación pública. En el caso de SUMAR ni siquiera se refirió a estos asuntos y su único compromiso fue abogar por una ley de financiación de la educación pública, aunque sin concretar su contenido y formulando algunas propuestas sospechosas como la de introducir una asignatura del “hecho religioso” en la escuela pública, asignatura siempre reivindicada sotto voce por la jerarquía católica como plan B si se suprimieran las vergonzosas clases de catecismo.

A todas luces esto es insuficiente y las fuerzas políticas que, en sus congresos o en los días de fiesta, reivindican el laicismo deberían presionar para que se incluyan puntos concretos de impulso del laicismo en esta nueva legislatura. No puede ser que pasen años y años y todavía el salario del clero católico sea sufragado con los presupuestos generales del Estado y lo mismo pase con la legión de catequistas incrustados en el sistema educativo por no hablar del escándalo de las inmatriculaciones.

Ahora es importante el papel que nuestra asociación pueda jugar para presionar que se incluyan puntos concretos en un futuro pacto de gobierno, entablando conversaciones con las fuerzas políticas que pudieran constituir ese gobierno de coalición y con las personas, que, dentro de ellas, ejercen cierta responsabilidad y están comprometidas con el laicismo.

Finalmente, y teniendo en cuenta que el PP ha intentado distanciarse de la ultraderecha católica en algunos asuntos, es importante que, desde las asociaciones laicistas, profundicemos esa división intentando introducir este debate entre la derecha española, haciendo ver que el laicismo no es una ideología, ni de izquierdas ni de derechas, sino un principio indisociable a cualquier democracia como lo es también el sufragio universal o el principio de separación de poderes. Afortunadamente algunos de nuestros representantes públicos así lo ven y lo hemos podido comprobar en Santiago de Compostela donde su alcaldesa, durante la las fiestas de Santiago, declinó participar en la ceremonia de ofrenda de la nación española al apóstol Santiago, ante la atónita mirada de un derrotado Feijóo que, en calidad no se sabe de qué, copresidió junto al arzobispo, el presidente del Parlamento y del presidente del gobierno de Galicia tan extravagante ceremonia eclesiástica.

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