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Córdoba
Hay un principio de la termodinámica que certifica que cuanto más se seculariza la sociedad más procesiones salen a la calle cada semana. No me pregunten qué tipo de razonamiento lógico se esconde tras este fenómeno físico. No tengo la menor idea. Pero es un hecho empírico que se hace carne todos los meses del año y fiestas de guardar.
Las encuestas del CIS aseguran que el 40% de los españoles y las españolas ya no creen en supersticiones ni en religiones de ninguna clase. Lo que no dice el CIS, pero se lo digo yo, es que no hay semana en que una Virgen o un Cristo, de penitencia o de gloria, no se pasee por la calles de Córdoba con su banda de cornetas y sus cortes de la vía pública.
La Iglesia católica se aferra a las cofradías en la misma proporción en que los templos se van quedando vacíos. Es otro prodigio de la termodinámica que conviene observar con interés. No tenemos nada en contra de las procesiones. Tienen todo el derecho a ocupar el espacio urbano como cualquier hijo de vecino. Pero con moderación y amor al prójimo, que son dos virtudes cristianas que no deben perderse.
La semana pasada una nueva procesión, de cuyo nombre no quiero acordarme, despertó de madrugada a los vecinos del casco histórico con un piadoso lanzamiento de bengalas y cohetes. Si seguimos el principio físico con que iniciamos esta columna, las encuestas del CIS de invierno pueden depararnos reveladoras sorpresas. Atentos.