En 2002, la Segunda Intifada —o Intifada de Al Aqsa—, se generó en el mismo lugar que la actual escalada de violencia entre palestinos e israelíes, que muchos expertos y políticos ya llaman la Tercera de estas revueltas —ya deja 34 palestinos y 7 judíos muertos—, pero su motivación era nacionalista, incluso laica, antes que religiosa. Los hechos acontecidos ayer en la región hacen pensar de una Intifada mucho más motivada por las doctrinas.
Así, uno de los templos más importantes para el judaísmo en Cisjordania, la Tumba de José, en la ciudad palestina de Nablus, fue incendiado en la madrugada de ayer por decenas de manifestantes.
“A lo largo de la noche, decenas de palestinos prendieron fuego a la Tumba de José, en Nablus. Fuerzas palestinas llegaron al lugar, extinguieron el fuego y dispersaron a los incendiarios. Haremos las reparaciones necesarias para permitir a los fieles visitar el lugar sagrado”, informó el Ejército israelí en un comunicado.
“La profanación de la Tumba de José es una flagrante violación del valor básico de la libertad de culto. Las Fuerzas de Defensa de Israel tomarán todas las medidas para llevar a los autores de este acto despreciable ante la justicia, restaurar el lugar a su condición previa y garantizar que la libertad de culto se restablezca”, añade el texto firmado por el portavoz de las Fuerzas de Defensa,Peter Lerner.
El Ejército israelí se retiró del sitio al principio de la Segunda Intifada, en septiembre 2000, que desde entonces quedó en manos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), aunque desde entonces hubo numerosos ataques entre musulmanes y judíos.
¿Ya inició la Intifada?
Consultado por EL COLOMBIANO, Hasan Turk, internacionalista y docente, consideró que “este hecho puede significar un punto en contra para Palestina en su búsqueda de apoyos internacionales. Más allá de esto, esta revuelta tiene mucho más carácter religioso que las anteriores y no es solo sobre el territorio. Hay un ingrediente de religión y eso hace todo más complejo. Los acontecimientos demuestran, por otra parte, que está iniciando la Tercera Intifada. Pero eso lo dirá el tiempo”.
Precisamente, frente a los ataques en Nablus, la ONU expresó su alerta por la naturaleza de lo ocurrido. “Este incidente representa un episodio especialmente preocupante dada su dimensión religiosa”, dijo ante el Consejo de Seguridad el subsecretario general para Asuntos Políticos, Tayé-Brook Zerihoun.
En diálogo con este diario, el Imam Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico, afirmó que “en realidad siempre hubo una dimensión religiosa en este conflicto. Extremistas de bando y bando manejan todo a su antojo. Pero lo peor es que ambas son religiones abrahámicas. La solución es que impere el sentido común, en especial en Jerusalén, una ciudad santa que debe ser del mundo entero”.
Como sea, la comunidad internacional intenta reaccionar mediante la diplomacia para controlar las tensiones y acordar negociaciones, pero no parece que esto implique salidas significativas.
El 25 de febrero de 1994, (día de sabbat), Baruch Goldstein, fundamentalista sionista, entró a la Mezquita de Ibrahim, en Hebrón, con varias granadas y un rifle M-16, y disparó hacia los fieles musulmanes, asesinando a 29 e hiriendo a más de 120. Cuando se le acabó la munición, él también fue asesinado a golpes por los supervivientes. El entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin (asesinado por extremistas judíos en 1995), condenó rotundamente el hecho. Para Zapata, “este fue tal vez el peor ataque contra un templo que se presentó en la historia del conflicto árabe-israelí”.
