La cuestión es cuál será la respuesta de la Iglesia si el ministro le propone a Francisco una reforma pactada de los acuerdos Iglesia-Estado
El pasado viernes, el Ministerio de la Presidencia informaba que hoy lunes el Papa Francisco recibirá en audiencia privada al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Una audiencia que, según fuentes vaticanas, llevaba el ministro pidiendo meses.
Es indudable que la política de audiencias del Papa Francisco ha superado los estándares protocolarios vaticanos. Al margen de los saludos personales, el interlocutor habitual de un ministro de la Presidencia sería el responsable de las relaciones con los Estados del Vaticano, en este caso, monseñor Paul Richard Gallagher. En determinadas circunstancias ha sido el secretario de Estado, cardenal Parolin, quien también ha recibido a políticos en misiones especiales cuando mediaba alguna circunstancia relevante.
Singular situación protocolaria
Así como el Papa recibe habitualmente a Reyes, Jefes de Estado y de Gobierno, no es frecuente que reciba, para abordar temas de relaciones bilaterales, a un ministro de la Presidencia. Aunque si por algo se ha caracterizado el Papa Francisco es por su capacidad de acogida y su disponibilidad.
Esta singular situación protocolaria da pistas sobre lo que el ministro Bolaños lleva en cartera para su encuentro con el Papa. Un encuentro que no se puede calificar como protocolario.
Bolaños llega al Vaticano además en los primeros compases de la nueva embajadora, la polémica exministra de Educación socialista, Isabel Celaá, que se ha estrenado con una fiesta pagana a las puertas de una embajada que cumple 400 años, ante la atónita mirada del cardenal Lorenzo Baldisseri, enviado por el Papa.
Relaciones enrarecidas
El último cambio en la interlocución de la Conferencia Episcopal Española no parece que haya sentado muy bien al ministro. El cardenal Omella dejará de prodigarse en las fotos con Bolaños. Este aviso de la Conferencia Episcopal es fruto de un “enrarecimiento” en las relaciones a propósito del empeño del Gobierno con revisar ahora todas las inmatriculaciones de la Iglesia y de seguir insistiendo en la necesidad de un cambio en la fiscalidad de la Iglesia.
Pero la gran cuestión que se va a dilucidar esta mañana es cuál será la respuesta de la Iglesia si el ministro le propone al Papa una reforma conjunta, pactada, de algunos aspectos de los Acuerdos Iglesia-Estado, la eterna amenaza socialista. Una cuestión, la de los Acuerdos, que el Gobierno puede poner sobre la mesa ahora que a Pedro Sánchez se le están complicando mucho la política, con una campaña electoral en el horizonte no muy lejano.
Acuerdos Iglesia-Estado
El Gobierno socialista, con el apoyo de Podemos y sus confluencias, sabe que sacar a pasear los Acuerdos Iglesia-Estado siempre tiene réditos electorales en la izquierda. Sobre todo porque lo que parece descartado en el ministerio de Bolaños, al menos en esta legislatura, es una reforma de la ley de libertad religiosa.
La otra vía para provocar una reforma de los Acuerdos, un método que tiene el inconveniente de la reacción del resto de confesiones religiosas, sobre todo los judíos y protestantes, que no están muy contentos con algunas leyes del Gobierno. Muestra de ello es el estado de la latencia en el que ha entrado la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del ministerio de Bolaños.
Otro de los temas en el que hay un auténtico choque de trenes entre el gobierno y los obispos españoles es la Obra Pía de Roma. Sorprendería que Bolaños le lleve al Papa la cuestión de la Obra Pía, que, al fin y al cabo, es un litio que acabará dirimiéndose en los tribunales.
Cautos con la visita
En la Conferencia Episcopal Española, según fuentes consultadas por Religión Confidencial, se muestran cautos sobre la visita que consideran algo más que protocolaria. Son conscientes de que la estrategia de los gobiernos socialistas de recurrir a Roma cuando se estacan los problemas con los obispos en España no les ha dado muchos frutos.
Por más que Bolaños venda la entrevista como un momento de encuentro y coincidencia en la búsqueda de la paz en Europa, en las políticas de acogida, en el papel asistencia de la Iglesia, lo que no podrá esconder en su visita es que España se ha puesto a la cabeza de los países con un proyecto de ingeniería social, aborto, eutanasia, ideología de género, que preocupa mucho en Roma.
El Papa también es sabedor, entre otros medios por las no muy lejanas conversaciones con los obispos españoles en visita Ad Limina, que otro gran capítulo de desencuentro es cómo queda la religión en la LOMLOE, uno de los grandes desprecios que el Gobierno le ha hecho a la Iglesia en estos últimos meses.
Fuentes conocedoras del encuentro del Papa con el ministro apuntan a que la insistencia de Bolaños por verse con el Papa en estos días está relacionada también con la convocatoria de la manifestación a favor de la vida del próximo 26 de junio. El Gobierno está haciendo todo lo posible para que los obispos no se impliquen en esta movilización social y, mucho menos, salgan a la calle.