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Sí, sí son musulmanes

-¡Esos no son musulmanes!

-El islam es una religión de paz

-¡No podéis culpabilizar a todos los musulmanes por cuatro terroristas!

-No tenemos que pedir perdón por los actos de otros que no conocen su fe

-¡Tenemos nuestros derechos!

-Exigimos comida halal en las escuelas

-Exigimos que nuestras hijas puedan llevar hiyab en el colegio

-Exigimos que se respete nuestra religión

¿Cuantas veces nos hemos quedado clavados delante del televisor, sin comprender del todo como ese hombre, cuchillo o pistola en mano va matando transeúntes por una calle cualquiera gritando a pleno pulmón “Allahu Akbar” (Dios es el más grande)?

Tranquilos: Según los musulmanes, esos no son musulmanes. Esa frase no sirve para revivir a los muertos, pero a ellos les libra de la mala conciencia de saber que esos sí son hermanos suyos en la fe, de saber que son los monstruos que su ideología ha creado, de saber que son sus hijos, los que se sientan a disfrutar de la cena familiar, los que un día saldrán a la calle con una furgoneta, una pistola o un cuchillo para matar infieles al grito de “Allahu Akbar”. Esa frase “Esos no son musulmanes” les limpia la conciencia, les lava la cara delante de los que, como ellos, no quieren ver la realidad que es muy sencilla y terrible. Sí, esos sí son musulmanes.

Se creen las mismas leyendas, siguen las mismas normas, leen el mismo libro, el Corán, y los mismos hadices donde, por mucho que los llamados “musulmanes moderados” lo nieguen, también se habla de asesinar al infiel, de cortar manos y pies, de amonestar a los homosexuales, de esas huríes siempre vírgenes que colmarán de placeres, eso si, terrenales, a los mártires inmolados en nombre de esa fe.

Esos musulmanes moderados se cabrearán conmigo por decir todo esto, me dirán: No puedes meternos a todos en el mismo saco, los hadices y libros sagrados debemos contextualizarlos y escoger lo que mejor se adapte al tiempo en el que vivimos para así poder vivir en paz y armonía con el resto del mundo.

Paz? No habrá paz mientras estos “moderados” no admitan ni la más mínima crítica a una ideología que asesina también en su nombre, en el de todos los musulmanes.

No habrá paz mientras insulten al disidente porque les ofende, sin pensar en que el disidente ha sufrido toda su vida la ofensa de esa misma ideología que no lo considera persona sino súbdito y prisionero de las normas que se le imponen.

No habrá paz mientras todos esos moderados no levanten las rodillas de sus alfombras de rezo para mirar a los demás puntos cardinales y ver como su ideología está destruyendo todo lo que toca.

Mujeres asesinadas en nombre de su Dios

Pueblos perseguidos y diezmados en nombre de su Dios

Ciudades arrasadas y sometidas en nombre de su Dios

Guerras fratricidas en nombre de su Dios

Mujeres y hombres azotados, encarcelados, vejados y encerrados de por vida en nombre de Dios.

Se les llena la boca gritando ¡islamofobia! ¡racistas! Y se quedan callados como putas (perdón por la expresión) cuando a una chica se la insulta y humilla por llevar una falda corta, por declararse no creyente, o por expresar libremente lo que piensa sobre tan pacífica ideología.

Es más, no es que se callen, es que esos mismos “moderados” llenan las redes de improperios, maldiciones y amenazas a todo ser viviente que se atreva a cuestionar su “religión de paz” si quien la cuestiona es una mujer; hasta se les olvida que un día dijeron convencidos que eran musulmanes moderados, y escupen por sus bocas lo que a cualquier atea como yo le parecerían barbaridades dignas de un infierno en este y en otro mundo.

Yo os acuso, os acuso a vosotros los “moderados”. Os acuso de la barbarie, de la sinrazón, de la persecución a la que sometéis a todo aquel que disiente. Vivís encantados de poder exigir vuestros derechos, pero jamás tenéis en cuenta ni respetáis los derechos de los demás. Pedís respeto y no respetáis. Vivís encantados en países donde existe libertad de expresión y la ejercéis, pero en cuanto nosotras la ejercemos os tiráis a nuestra yugular , como hienas ávidas de sangre en nombre de ese respeto que vosotros jamás habéis tenido con nosotras.

Me he visto muchas veces en la tesitura de defender públicamente el islam contra quienes dicen que es una religión más violenta que otras. Harta estoy de hacerlo. No soy yo la que tiene que defender el islam, eso os toca a vosotros, y os aseguro que si seguís defendiéndolo como hasta ahora, algún día se ahogará en su propia sangre. Porque las grandes víctimas de esa violencia que calláis son los propios musulmanes.

Sois culpables por vuestras palabras y sobre todo por vuestros silencios.

Me habéis maldecido muchas veces, a mí y a las que disentimos, explicamos y argumentamos por qué el mundo musulmán debe cambiar. Os inventáis mil excusas, nos llamáis ignorantes.

Ignoráis, por ser rebaño, que el pastor cuida de su ovejas para venderlas luego al mejor postor en el mercado. El lobo no somos nosotras, el lobo se llama islamismo y os está devorando sin prisas porque no la tiene, sois su rebaño.

Mimunt Hamido Yahia

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