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Desde 1939 en todas las procesiones de las cofradías de Semana Santa convivieron liturgias militaristas, fascistas falangistas y nacionalcatólicas.
Algunos y algunas -digámoslo así, sin señalar a nadie- se han puesto este año el disfraz de poetas para hacernos creer que en la Semana Santa hay una mística transcendental sobre verdades eternas. Lamentables los comentarios anti informativos de los periodistas que transmiten las procesiones de Semana Santa en las televisiones, en su relato dan por válido la identificación idolátrica de imágenes artísticas y no se refieren a ellas como tales: las identifican como si de verdad fueran Jesucristo o la Virgen. Centrémonos en un caso concreto. Si una televisión pública de un gobierno de izquierdas no es capaz de darse cuenta que bajo la excusa de la tradición religiosa “ española” se está naturalizando el discurso reaccionario del nacional catolicismo -lo que algunos llaman “Cristo fascismo” -es que vamos muy mal. La televisión pública, además de divertir, tiene como función instruir e informar. No cuesta nada hacer un breve reportaje sobre el origen histórico de las procesiones de semana santa como expresión del anti protestantismo divulgado por el concilio contra reformista de Trento para luchar contra los adversarios de la monarquía cristiana española.
Y ello por no recordar la estrecha relación que a partir de 1939 se produce entre la Semana Santa y Fascismo español. No digo que los periodistas tengan que incluir en sus comentarios una clase de historia, pero no deberían ocultar que la gran cantidad de cofradías fundadas por excombatientes tras el final de la guerra, sirvió para que la Semana Santa fuese instrumentalizada para reproducir el imaginario cruzadista durante toda la dictadura y extender -con el apoyo de la Iglesia- los valores de la ideología nacional católica. Previamente -desde el verano de 1936- los actos de desagravio y reposición de crucifijos, las celebraciones de Vírgenes y Cristos, los funerales de mártires y héroes, y las reposiciones de Sagrados Corazones, ya habían extendido por la retaguardia franquista un patriotismo religioso de componentes belicistas. Desde 1939 en todas las procesiones de las cofradías de Semana Santa convivieron liturgias militaristas, fascistas falangistas y nacionalcatólicas.
No vendría mal -entre los habituales comentarios sobre la belleza de las tallas y la historia de las cofradías- hacer un breve relato de 5 o 10 minutos sobre esta parte de la Historia de la Semana Santa que tienen derecho a conocer todos los ciudadanos. La pregunta inevitable del historiador que se pregunta sobre la pervivencia del pasado en el presente, es: ¿Por qué se oculta?



