Secularización
Es el proceso de abandono de las condiciones de vida y prácticas religiosas que se daban en una sociedad. Se produce un cambio desde una situación con principios, normas, o comportamientos de origen religioso, hacia formas civiles, naturales, racionales.
La secularización y el ateísmo son los conceptos que más se confunden con el laicismo; pero son fenómenos distintos. La laicidad es una condición política del Estado, el ateísmo es una forma de convicciones particulares y la secularización es un proceso de cambio social.
El laicismo no busca la secularización de la sociedad sino la secularización del Estado, que en su condición de civil ordena en igualdad todas las convicciones.
La secularización puede provenir del cansancio o de los excesos del modelo teocrático y clerical. Si el abandono de las prácticas religiosas tradicionales no se produce como emancipación del individuo, por humanismo y razón, no se produce un auténtico proceso de secularización. Y, muchas veces, aquellas se sustituyen por otros mitos de supersticiones, ritos y manifestaciones de lo sagrado, de nueva religaciones, creencias, dependencias, obligaciones de funcionamiento indiscutibles… Y así tenemos, en el plano individual los tabúes, los fetiches, los augures, los videntes, los mediums y otras explicaciones sobrenaturales; en el social otros grandes mitos: el mercado, el consumo y la moda, o más pedestres: la belleza, la “fama”, los ídolos “media”… o, el equipo de fútbol local; y en marco el político se dan otras idealizaciones míticas sacralizadas, como la patria, la etnia, la tradición, los partidos “misionales”… que son autenticas religiones de sustitución.