“Juegan impudorosamente con la mentira como arma política sin que se despeinen”
“No estamos lamentando los presuntos privilegios que se nos arrebataron a los cristianos, como ciertas jergas repiten para ver si calan en los mentideros de opinión. Estamos, sí, preocupados por el deterioro rampante de la cultura, de la moral, de la antropología y de la verdad”
“Una moral sin principios, se convierte en un bazar de los caprichos al pairo de las pulsiones frívolas y las prepotencias chulescas de quienes sin ninguna ética conciben la vida pública y la privada”
“Una verdad que no preside la honestidad ni la honorabilidad, hace que las personas engañen a troche y moche siempre, sin ningún pudor, desde sus títulos académicos trucados o inexistentes, hasta las propuestas que son brindis al sol en su tramposa gestión de las gobernanzas”
“Hay una subcultura “perrofláutica” que va poco a poco minando las cosmovisiones que teníamos y que, con sus variantes adecuadas dentro de una sociedad plural y democrática, habíamos cuidado y nos habíamos otorgado como modo de convivencia con sus correctoras alternancias”. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, ha vuelto a arremeter contra los responsables del Gobierno (sin citarles), a los que acusa de hacer política de “cortinas de humos” y constuir “verdaderos objetivos con su propio calendario”.
“De un tiempo a esta parte da la impresión de que todo está fuera de su quicio cultural, de su principio moral, de su respeto antropológico, de su humilde verdad”, asegura Sanz en su última pastoral, titulada ‘¿Cortinas de humo o estrategia de calendario?’. El prelado, uno de los más conservadores de nuestro país, denuncia cómo en la actualidad “hay una serie de medidas vinculantes, de leyes coercitivas, de mentalizaciones mediáticas, de mantras dominantes, a través de las cuales se intenta imponer una nueva comprensión de la sociedad, una relación distinta entre personas, y una progresiva exigencia que trastoca el modo de ver las cosas hasta su más profundo disloque”.
“Deterioro rampante de la cultura y de la moral”
“No estamos lamentando los presuntos privilegios que se nos arrebataron a los cristianos, como ciertas jergas repiten para ver si calan en los mentideros de opinión”, aclara el arzobispo de Oviedo, quien sí admite que “estamos preocupados por el deterioro rampante de la cultura, de la moral, de la antropología y de la verdad, como acabamos de señalar”.
“Porque una cultura que no genera belleza, ni admiración, ni bondad, es cultureta cutre y efímera, aunque esté muy subvencionada”, clama Sanz, quien añade que “una moral sin principios, se convierte en un bazar de los caprichos al pairo de las pulsiones frívolas y las prepotencias chulescas de quienes sin ninguna ética conciben la vida pública y la privada”.
Al tiempo, el prelado lamenta “una antropología que se define y se construye desde imposiciones antinaturales que enmiendan la humilde pero insobornable ley natural” y que “acaba siendo una engañifa de natura en la que se paga la impagable factura inhumana”. A su vez, “una verdad que no preside la honestidad ni la honorabilidad, hace que las personas engañen a troche y moche siempre, sin ningún pudor, desde sus títulos académicos trucados o inexistentes, hasta las propuestas que son brindis al sol en su tramposa gestión de las gobernanzas”.
“Las leyes, medidas y mentalizaciones que intentan de-construir la verdad del hombre y la mujer jugando con la vida y diseñándola inicuamente, que ensayan la gran censura de cuanto en la historia no les cuadra para sacarse de la manga sus victorias fallidas mientras maquillan sus flagrantes y sangrantes derrotas, que juegan impudorosamente con la mentira como arma política sin que se despeinen, es todo ello una gran pretensión que ofende la inteligencia, pervierte el corazón y destruye la naturaleza”
“Un proyecto cultural para transformar la verdad”
“No estamos ante una carga política y sus terminales mediáticos que las jalean sencillamente para marear la perdiz, para distraer al personal, para hablar por hablar con las cortinas de humo correspondientes, aparentemente inicuas y sin ninguna intención subversiva, sino que estamos ante un proyecto cultural, político y antropológico que pretende transformar (si pudiera) la verdad humana, la verdad social, la verdad histórica”, advierte el arzobispo de Oviedo, quien pone como ejemplo “esas leyes, medidas y mentalizaciones, que intentan reinventar la naturaleza antropológica, reescribir la historia y controlar una sociedad manipulada haciéndola vulnerable ante sus pretensiones ideológicas dominantes”.
“Las leyes, medidas y mentalizaciones que intentan de-construir la verdad del hombre y la mujer jugando con la vida y diseñándola inicuamente, que ensayan la gran censura de cuanto en la historia no les cuadra para sacarse de la manga sus victorias fallidas mientras maquillan sus flagrantes y sangrantes derrotas, que juegan impudorosamente con la mentira como arma política sin que se despeinen, es todo ello una gran pretensión que ofende la inteligencia, pervierte el corazón y destruye la naturaleza”, culmina el prelado, comparando la situación actual con la del primer pecado, el del “hombre que se afirma como contrario y enemigo de Dios, acaba siéndolo también de la persona y de los pueblos”.