En este articulo Martiño Noriega, ex alcalde de Santiago reflexiona sobre la restauración conservadora en su ciudad. Martiño, como alcalde, se destacó por impulsar una política laicista con un alo republicano y desde el principio tuvo que soportar campañas clericales y denuncias varias y en general una fuerte propaganda negra que ha ido erosionando su imagen publica cara a unas elecciones en las cual perdió un numero significativo de votos. El populismo y catolicismo parece que da réditos electorales, Uno de los primeros gestos del nuevo alcalde del PSOE fue restaurar la presencia de la corporación municipal, como delegados regios, en la Ofrenda Nacional del Apóstol. Desde estas paginas queremos felicitar a Martiño y su equipo por la coherencia con los valores laicos y republicanos que mantuvieron durante años como regidores de la ciudad de Santiago y estamos seguros que renacerá de nuevo frente a esa cancurdia que de nuevo se ha encaramado en la alcaldía.
Llega septiembre con vocación de diplomático destinado a un país situado entre el verano y el otoño. En Compostela todavía es verano. Aquí dura lo que duran los turistas, que condicionan cada vez durante más meses, el ritmo de paso y los precios de los alquileres en las calles de la ciudad. Las hojas en el suelo llegarán tarde en noviembre, un día antes del San Martiño.
Los profesionales de la democracia estrecha hicieron y hacen un buen trabajo en la capital gallega, y también en muchas de las ciudades de los gobiernos del cambio que, en el 2015, tuvieron la responsabilidad de poner en marcha políticas públicas alternativas para más de 7 millones de hombres y mujeres en el Reino de España. A veces, lo que sucede en lo local explica lo que pasa en otros ámbitos. En este caso, el acoso y derribo municipal precedió al esperpento de lo que sucedió en el estado estos últimos cinco meses (y lo que queda por venir). Los profesionales de la democracia estrecha, en este lifting del régimen del 78, tienen franquicias en cada esquina y han puesto todo el capital para una reedición de un Cánovas-Sagasta 3.0.
Volviendo a lo próximo, y ya que vamos por delante en el espacio-tiempo, en la actualidad nada de lo que se decía que pasaba en la ciudad pasa o si pasa no interesa o por lo menos, no sale en los periódicos y por eso no existe.
En el caso de Santiago, los baches, la basura en las calles, la perseverante ocultación de lo positivo que señalaban los datos oficiales, la aporofobia con los excluidos, los problemas de convivencia, las molestias de la noche universitaria, la insatisfacción permanente con las grandes infraestructuras desbloqueadas, las concentraciones del sindicato de la policía local que en escrache semanal exigían a las puertas del ayuntamiento lo que ya no exigen, la Conselleira con sesgo partidario que ahora calla, el presidente de parte de una Xunta que también calla, los recursos judiciales contra las municipalizaciones que misteriosamente, pronostico, serán retirados en los próximos meses, las polémicas permanentes con la dimitida valedora do PPobo, las difamaciones, el pregón hereje de Carnaval de Carlos Santiago (con Jabois no se atrevieron), el movimiento okupa, los insultos y los ataques a familiares de cargos públicos ya no están ni se les espera en las crónicas diarias de los periódicos ni tampoco en los espacios políticos que las alimentaron. Todo eso fueron polémicas dopadas e injustas que se quedaron en la desmemoria del puerto de mayo en un mar de los últimos cuatro años.
La ciudad está en orden bajo el mando de los que compartieron a izquierda y derecha portadas de salvación en la prensa escrita, los representantes de lo público en misa y en la procesión, la publicidad institucional con la lealtad periodística, las grandes contratas en los palcos deportivos con las buenas empresas, los diferentes planes estratégicos contratados por los que decían tener un plan, el padrastro escogido por la democracia esperando que los fondos europeos captados y los proyectos de ciudad que antes no valían digan papá, la pila bautismal preparada y los pactos de las cosas serias en marcha entre las organizaciones serias (PP-PSOE) y las instituciones aún más serias.
Listen and repeat. El cóctel de lo local para los próximos años llevará en nuestra ciudad menos social, menos participación, menos cultura, menos igualdad y menos transparencia. Para compensar, nuevos ingredientes se intuyen en la composición. Turismo a granel en parque temático, nuevos desarrollos urbanísticos, más luces de navidad, más liturgia, más autonomía para las contratas, más Große Koalition, más exenciones fiscales para los que más tienen y mucho, mucho Xacobeo 21.
Rememorando a Valle y huyendo de dramatismos en la situación actual, hacemos nuestro para todo el diálogo entre Max y Don Latino en Luces de Bohemia (-La tragedia nuestra no es tragedia, -Pues algo será, -El esperpento).
Quien pretende definir la vida de una ciudad desde su acción institucional desprecia la ciudad. Lo mismo pasa en los países y los estados. Santiago es un lugar de encuentro de múltiples motores que acompañan en el tiempo a una capital de un país decapitado en un estado intervenido. La institución local debe decidir en ese relato coral de que lado está. Lo hizo durante los últimos cuatro años, desafiando el statu quo de la ciudad y pagando por ello un precio alto, más allá de aciertos y errores que siempre pesaron en el lado de la honestidad en la balanza. Mantener ese desafío es también una manera de mantener una práctica desde la incomodidad, lo mínimo exigible para militar con las que están implicadas en cambiar el estado de las cosas o al menos en decir que el futuro que viene en camino no tuvo nuestro plácet.
Retornando a Valle, siempre queda la esperanza de escuchar a Dorio de Gádex cambiar el “Santiago y cierra, España” por “Santiago y abre España, a la libertad y al progreso”
Para lo primero y lo de siempre, ya están los de siempre.
Las victorias de los que estamos con las derrotadas de la historia, se certifican a veces en los controles de alcoholemia de unas instituciones cada vez más alejadas de la calle. Las derrotas, señalan los límites de nuestra lucha desigual. Son de estas últimas de las que toca aprender para impugnarlo todo una vez más, y otra, y otra, y siempre con la esperanza de que la historia cambie de rumbo.