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Sanidad y órdenes religiosas en el debate constitucional de 1931, por Jiménez de Asúa

Recogemos la parte del discurso del diputado socialista y presidente de la Comisión constitucional en las Cortes Constituyentes de 1931, Luis Jiménez de Asúa, en la que, en nombre del grupo socialista, trata de los servicios hospitalarios de los religiosos:

“Ha circulado también por la Cámara, y ha sido objeto incluso de algún voto particular o enmienda, la idea de que, si bien se disuelvan las comunidades religiosas, sean exceptuadas aquellas que se destinen a fines de beneficencia o, más concretamente, como me parece que dijo el señor Hurtado, con fines hospitalarios. Yo quisiera a este respecto hacer un llamamiento a algunos de los médicos que pertenecen a esta Cámara. La mayor parte de estas órdenes religiosas llevan una perturbación a la conciencia de los enfermos; en los últimos momentos se suele realizar, como si estas órdenes religiosas tuvieran una finalidad política de caciquismo, una captación del alma del agonizante haciéndole en esos momentos que reciba los auxilios espirituales, cuando toda su vida ha mantenido una conducta perfectamente laica.

También conocen perfectamente los médicos que pertenecen a esta Cámara cómo las religiosas y los religiosos que asisten a los enfermos, y ello probablemente influido por su propio criterio de in salvación del alma, tratan de muy distinto modo a aquellos que profesan la religión católica o hacen ostentación hipócrita de ella, que a aquellos otros que mantienen su laicismo.

Yo he tenido ocasión en mi ejercido profesional de ver cómo se han conducido las monjas que cuidan de las presas en la cárcel de mujeres, y he visto, lo que no me ha acaecido jamás en ninguna otra cárcel, aun cuando haya estado regentada en la época de la dictadura por aquellos más adscritos al dictador, he visto y tenido que estar dando quejas al propio director de la cárcel, cómo no se me dejaba comunicar con unas procesadas, que eran cuatro señoritas, con motivo de aquel famoso asunto de haber segado la cabeza en bronce del rey, de una manera secreta y tenían que estar siempre presentes unas monjas, infringiendo así los preceptos de la ley de Enjuiciamiento.

Se nos dice que es difícil sustituir de golpe por el Estado ese servicio hospitalario; pero en puridad, y concretamente, invoco al señor Sanchis Banús, si está en la Cámara; en puridad, esa asistencia hospitalaria de las órdenes religiosas no suele tener en modo alguno un sentido técnico y científico, y sí únicamente el de un servicio, que fácil, que rápidamente puede ser sustituido sin más que sacar, no ya a concurso, sino hacer un llamamiento general a gentes que vengan a suplirlas.”

Luis Jiménez de Asúa

Fuente: El Socialista, número 7076 de 14 de octubre de 1931.

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