Moscú ha elaborado sendos manuales en los que se “recomienda” a los medios de comunicación públicos dar un paso más allá y acusarlos de “ateos” e “impíos”
«Para los ukronazis no hay moralidad, no razonan en tales categorías y son ateos de verdad. No temen el castigo de Dios por sus atrocidades. Muchos de los ukronazis son satanistas abiertos y seguidores de cultos misantrópicos». La propaganda interna rusa, aireada por sus canales de televisión pública y sus largos programas de ‘talk show’ políticos en ‘prime time’, no se caracteriza precisamente por su sutileza, sino más bien por su apelación a las emociones, pasiones y narrativas del público ruso.
Con la ‘operación militar especial’ en Ucrania —que iba a ser un visto y no visto, y donde iban a ser recibidos con flores como libertadores— ya entrando en su sexto mes, la maquinaria mediática del Kremlin está tocando todas las fibras posibles. Ahora, además de caracterizar —como ha hecho desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero— al Gobierno ucraniano de “nazi”, Moscú ha elaborado sendos manuales en los que se “recomienda” a los medios de comunicación públicos dar un paso más allá y acusarlo de “ateo” e “impío”.
Los comentaristas de los principales programas y cadenas rusas habrían recibido al menos dos manuales con las nuevas narrativas recomendadas por el Kremlin, el último apenas la última quincena de julio, según documentos obtenidos por el medio independiente ruso ‘Meduza’. En dichos manuales, se les recomienda establecer paralelismos entre la invasión rusa de Ucrania con el ‘bautismo’ del Rus de Kiev en 988, así como la batalla de Neva en 1240.
La conversión al cristianismo de Volodymyr I, gobernante del entonces Rus de Kiev, es considerada el momento clave en la cristianización de la futura Ucrania y Rusia. La batalla de Neva (no queda claro si ocurrió realmente) demuestra los éxitos de Rusia contra el ‘Occidente colectivo’, en aquel momento, una conjunción de tropas suecas, noruegas y finlandesas. Ese ‘Occidente colectivo’ antirruso ha cambiado a lo largo de los años, pero con el mismo objetivo de acabar con Rusia: la Orden Teutónica, la Commonwealth, el imperio de Napoleón, el Tercer Reich y la OTAN.
Según la tesis de los manuales, la invasión rusa de Ucrania es una operación “preventiva” explicada por las acciones de un ‘Occidente colectivo’ (como en la batalla de Neva) que lleva más de un milenio atacando a Rusia para dividirla y aprovecharse de los recursos del país, así como para destruir la fe ortodoxa, pilar de la hermandad rusa (que incluye Ucrania).
Impíos y rituales satánicos
Entre las recomendaciones que incluyen los textos, el Kremlin propone llamar a los militares ucranianos «impíos» y se invita a decir que “sacrifican y cometen asesinatos rituales”, y que usan a mujeres y niños como “escudos humanos”. Entre los objetivos de la operación militar especial, se añadiría “la lucha contra los ateos”, descritos como “violadores, ladrones y asesinos” que “no creen en nada” y “no tienen obligación moral hacia otras personas”.
No es la primera vez que Moscú, e incluso el propio Putin, rebusca en la historia para justificar la invasión de Ucrania. El propio mandatario, en lo que muchos comentaristas occidentales leyeron como una transparente revelación de sus intenciones, se comparó a sí mismo con el zar Pedro I el Grande, y equiparó sus campañas militares (que, entre otros lugares, se hicieron con el territorio en el que se levanta actualmente San Petersburgo) con la actual invasión de Ucrania.
«Pedro el Grande libró la Gran Guerra del Norte durante 21 años. Parecería que estaba en guerra con Suecia, que les quitó algo. No les quitó nada, les devolvió [parte de Suecia a Rusia]. Al parecer, es también nuestro destino devolver [lo que es de Rusia] y fortalecerla», dijo Putin, en un discurso en junio, solo el último ejemplo de esta tendencia que viene ya desde antes de la ofensiva, con el discurso del 21 de febrero —apenas unos días antes de la invasión— como otro ejemplo de esta búsqueda de justificación histórica.
En este contexto, el uso de la religión le viene como anillo al dedo.
El pasado 17 de mayo, el propio patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Cirilo —cuyo nombre fue propuesto por la Comisión Europea para incluirlo en la lista de sanciones—, dio un discurso ante la Cámara Alta (análoga al Senado) del Parlamento ruso, en el que incidió en el rol de la Iglesia como un agente de propagación —de comunicación, en palabras de Cirilo— de esas narrativas que el Gobierno de Putin ha estado manejando, incluido, precisamente, ese bautizo del Rus de Kiev. “Las gentes de Rusia y Ucrania, que han emergido de la fuente de bautismo común de Kiev, están unidas en la fe ortodoxa y vinculadas en un destino común histórico”, expresó. El apoyo de Cirilo a la ‘operación militar especial’ ha sido claro: el 6 de marzo dio una incendiaria homilía en la que comparaba la invasión de Ucrania con la guerra cultural contra ‘el Occidente colectivo’.
‘Meduza’ recopila varios ejemplos en los que ya ha detectado la asimilación de estas nuevas narrativas en los medios cercanos al Kremlin. A principios de junio, la agencia de noticias estatal RIA Novosti publicó un artículo titulado «Cara de cabra. El satanismo y el ocultismo se han convertido en la ideología de los batallones nacionalistas ucranianos».
También en ‘Gazeta.ru’, donde un artículo titulado “El bautismo del Rus y la operación especial en Ucrania: ¿qué hay en común?” directamente reproduciría párrafos de las recomendaciones del Kremlin. “Hace 1.034 años —el 28 de julio de 988—, Rusia adoptó la religión ortodoxa. El bautismo se convirtió en la base para el fortalecimiento y la unidad del Estado ruso durante cientos de años, un punto clave en la historia rusa y un vector determinante para el desarrollo ruso”, se amplía en el texto, en el que también se cita al propio Putin y sus apreciaciones sobre el papel del bautismo del Rus en “transformar el poder espiritual” de Rusia. ‘Meduza’ cita también textos similares en el sitio web progubernamental ‘FederalPress’ o ‘Regnum’.
“El bautismo se convirtió en la base del fortalecimiento y la unidad del Estado ruso durante los siglos venideros. La fe ortodoxa enseña compasión, amor por el prójimo y tolerancia por los demás. Estos valores formaron la base de la civilización rusa y permitieron que Rusia uniera a cientos de pueblos. Hoy, los representantes de todos los pueblos de Rusia se han manifestado una vez más en oposición a los ateos y en defensa de los valores tradicionales y el derecho de sus hijos a vivir de acuerdo con ellos”, se lee en los nuevos documentos. Ya no basta con las acusaciones de nazismo, ahora también son ateos.
«Para los ukronazis no hay moralidad, no razonan en tales categorías y son ateos de verdad. No temen el castigo de Dios por sus atrocidades. Muchos de los ukronazis son satanistas abiertos y seguidores de cultos misantrópicos». La propaganda interna rusa, aireada por sus canales de televisión pública y sus largos programas de ‘talk show’ políticos en ‘prime time’, no se caracteriza precisamente por su sutileza, sino más bien por su apelación a las emociones, pasiones y narrativas del público ruso.