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Religión islámica o católica: ¿deben ser asignaturas en la escuela pública?

La religión confesional, cualquiera que sea, en la escuela es una forma de adoctrinamiento infantil que no solo vulnera la aconfesionalidad del Estado (que es el que paga el profesorado y aporta los centros) sino que es un ataque a la libertad de conciencia del alumnado menor de edad que asiste a los centros escolares. Por otra parte la escuela es una institución para la ciencia, la cultura, el conocimiento, los valores cívicos comunes… no para dar la doctrina y los valores particulares de una religión (como tampoco sería adecuado el dar doctrina o los valores de los partidos políticos). Otra cosa es el conocimiento del fenómeno religioso, sus diferentes confesiones, su historia,… Igual que se estudian las características de las escuelas filosóficas o de las ideas políticas. No se puede utilizar el argumento de la islamofobia (que pueden tener quienes defienden que sí esté la católica, pero no la islámica) por defender que el islam debe estar fuera de la escuela, igual que deben estar fuera TODAS las religiones confesionales. Bastará dar un vistazo a los currículos de todas ellas para conocer qué es lo que se da y como someten al alumnado a una contradicción entre lo que se explica en clase de Ciencias y en religión, o ente los valores religiosos y los cívicos.


La decisión de la Conselleria d’Educació de Balears de impartir religión islámica el próximo curso ha sido criticada por Vox, que la ha considerado un “retroceso” que atenta contra “los valores de la sociedad occidental”. El partido ultraderechista omite los acuerdos del Estado con la Santa Sede y con otras comunidades religiosas, así como que la Constitución garantiza el derecho de los padres para que sus hijos reciban la enseñanza del credo que profesen, sea islámico, judío, evangélico o católico.

En 1992, el Gobierno socialista de Felipe González firmó con la Comisión Islámica de España un pacto, plasmado en una ley, para que se impartiese la asignatura en las aulas, por lo que la única novedad es que Illes Balears ha sido la última Comunidad Autónoma que ofrecerá la materia en una decena de centros públicos, cifra que podría ampliarse en el futuro. El portavoz de Vox en el Parlament se ha preguntado por las “intenciones” del Govern y ha exigido que explique “en detalle” cómo se impartirá.

“Se ha firmado un convenio específico de colaboración con la Comisión Islámica de España en representación de los padres y madres de alumnado islámico en Balears”, detallan a Público fuentes de la Conselleria, quienes apuntan que el acuerdo no fue espontáneo, sino que se ha ido trabajando en los últimos años. El inicio de las clases “se prevé” para 2020-21 y los colegios “se elegirán en base a la cantidad de solicitudes que se hayan recibido”.

Más allá de la artificiosa polémica avivada por la ultraderecha en vísperas de la campaña electoral, Ihab Fahmy, coordinador de comisión técnica de educación de la Comisión Islámica de España, insiste en que la enseñanza de todas las religiones es un derecho constitucional y rechaza las críticas de los partidos que pretenden sembrar el odio y la confusión. Fahmy considera que la asignatura “no adoctrina” y que los maestros son un instrumento para alejar a los alumnos de potenciales extremismos.

Bien al contrario, las clases suponen un medio de prevención, según él. “Es la mejor forma de combatir cualquier radicalismo. Los niños necesitan información veraz y el papel de los profesores es vital, porque son una referencia y sus enseñanzas son acreditadas, de manera que frenan los bulos y las noticias falsas”.

Ana Planet Contreras, profesora de Sociología del Islam en la Universidad Autónoma de Madrid, opina que estamos ante un falso debate, pues no se puede discutir un hecho reconocido constitucionalmente. “Todas las confesiones con arraigo en la sociedad española deben ser tratadas de igual manera, como deja claro la ley. Si hay una demanda por parte de los padres, las autoridades educativas deben proveer esas enseñanzas”.

Un profesor universitario experto en el tema, quien prefiere omitir su nombre, recuerda que su presencia en las aulas se ha convertido en un problema político, con dos cuestiones que han llevado al desencuentro de los partidos con ideologías antagónicas: el método de evaluación —así como la calificación obtenida, en el caso de que cuente para la nota media— y la alternativa a la asignatura. “Las derechas quieren incardinar la religión en el sistema educativo y las izquierdas, sacarla, porque creen que no tiene sentido”, explica.

Religión en la escuela pública

“Nosotros, como Conselleria y como Govern, consideramos que debe estar fuera de las escuelas, pero la normativa estatal regula el derecho a que se puedan impartir asignaturas de religión católica, islámica, judía y evangélica en los centros educativos públicos cuando las familias lo reclamen”, dejan claro fuentes de Educació en Balears. “Igualmente, reivindicamos que desde el Estado español se modifique la normativa actual y se elimine la asignatura”, añaden desde la Conselleria.

Una cosa es estar de acuerdo y otra, lo que dicta la ley, aunque algunas autoridades regionales no se esfuercen en satisfacer la demanda de padres y alumnos. El pasado curso, diez Comunidades Autónomas ofrecían la materia, según el Estudio demográfico de la población musulmana, elaborado por el Observatorio Andalusí y la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE). La investigación, realizada en colaboración con el Consejo Musulmán de Cooperación en Europa, recoge datos hasta el 31 de diciembre de 2018.

En todo el Estado, se contrataron a 76 maestros. En un extremo, Catalunya, con ninguno, pese a que había 85.842 alumnos musulmanes de Primaria y Secundaria. En el contrario, Andalucía, con veintitrés para 47.603 chavales. Su inclusión en el currículo escolar no debe empañar las magras cifras: en la Comunitat Valenciana sólo contaba con un docente para 31.890 estudiantes, mientras que Madrid aportaba tres para 45.919 niños. Caso aparte son Ceuta y Melilla, con catorce y diez profesores, respectivamente.

“La religión confesional se puede dar en la escuela pública, como método de cooperación con los credos”, cree Fernando Amérigo, director del Instituto de Ciencias de las Religiones, de la Universidad Complutense de Madrid. “Otra cosa es que sea evaluable o forme parte del sistema educativo. Si el clero fija los programas, los libros de texto y el profesorado, no debería ser así, sino que tendría que considerarse una actividad extraescolar”.

El profesor de Gestión de la diversidad religiosa tiene otra opinión respecto a lo que él denomina religión no confesional académica. “Su estudio como un fenómeno social y cultural es muy interesante, porque me parece preocupante que alguien no sepa quién es Buda, Moisés o Zeus. Ahora bien, que requiera una asignatura propia ya es otra cuestión”, reflexiona el también docente de Derecho eclesiástico del Estado.

“¿Tiene sentido enseñar religión confesional en pleno siglo XXI?”, se pregunta Ana Planet Contreras. “Yo prefiero no pronunciarme, porque un investigador acata el orden constitucional. Y con las leyes existentes, tiene sentido. En todo caso, me parece oportuno que se abra el debate sobre su enseñanza en las escuelas, pero no como un instrumento para valorar si se debe o no incorporar el islam”, matiza la profesora de la Autónoma.

Ihab Fahmy, coordinador de comisión técnica de educación de la Comisión Islámica de España, cree que antes de cuestionarse la religión en las aulas hay que apuntalar dos pilares. “El primero, garantizar la libertad de elección. El segundo, eliminar cualquier tipo de discriminación y desigualdad”. A partir de ahí, añade el también presidente de la UCIDE de Valencia, comenzaría el debate sobre la enseñanza de los credos en la escuela pública. “Siempre con el objetivo de construir una sociedad normalizada con buena convivencia”.

Desde los centros y las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPA), las respuestas son prudentes o brillan por su ausencia. El director de un colegio extremeño reconoce que tiene una opinión a nivel personal, pero prefiere no reflejarla porque representa a una comunidad educativa. “La Administración nos indicó que teníamos que impartir religión católica e islámica y, siguiendo unas instrucciones, lo hemos hecho”, explica.

Aunque exige que no conste su nombre ni el del colegio, evita dar una opinión por activa y por pasiva. “En ningún caso me voy a pronunciar sobre si debe estar dentro o fuera de los centros escolares, pues la respuesta no me representa a mí solo”. Otros responsables de centros de varias regiones no han mostrado interés en abordar el tema.

La AMPA de un centro de la Comunitat Valenciana elude directamente la cuestión sobre si se debe impartir la religión islámica en las escuelas públicas, mientras que otras ni siquiera han atendido la petición de recabar su parecer al respecto: “Desde la asociación no tenemos nada que declarar sobre la enseñanza del islam. Si necesita ampliar información sobre el tema, póngase en contacto con la dirección”.

“Hay un prejuicio”, justifica Fernando Amérigo. “La enseñanza del islam es consecuencia del acuerdo de 1992, pero como es una competencia transferida, habría que analizar los casos Comunidad por Comunidad. En algunas, como Madrid, el problema reside en que escasean los profesores, aunque a sus gobernantes no les interesa que se imparta la asignatura. Falta voluntad política, porque en Ceuta y Melilla abundan, mientras que resulta sorprendente que el pasado curso sólo hubiese tres en Madrid”.

Historia de las religiones

María Teresa González Santos, profesora de Sociología de la Universidad de Málaga, aboga por potenciar la educación intercultural en los colegios, basada en los valores y enfocada a desterrar los estereotipos y prejuicios. Por ello, entiende que es necesaria una materia que aporte a los alumnos conocimientos sobre todas las confesiones.

“Se hace imprescindible la implantación de una asignatura que recoja una historia de las tradiciones religiosas diversas con el fin de que todas las comunidades, autóctonas o extranjeras, conozcan de cerca las distintas culturas y su interpretación cultural-religiosa de un mundo compartido”, sostiene la experta en interculturalidad, quien ha organizado y participado en cursos y seminarios sobre el tema como docente en Málaga y en la Universidad de Granada, donde trabajó anteriormente.

Fernando Amérigo cree que supondría un cambio importante en el currículo y recuerda que en 2006 el Gobierno socialista de Zapatero diseñó Historia y cultura de las religiones como alternativa a Religión, aunque no llegó a impartirse. “Tenía un carácter no confesional, pero no caló en el sistema educativo. Una pena, porque una cosa es estudiarla desde una perspectiva histórica y otra, desde un plano confesional, consecuencia de los acuerdos”.

Fuentes de la Conselleria d’Educació de Illes Balears consideran “mucho más adecuada” esa materia. También la ve con buenos ojos el director del colegio extremeño, aunque con matices. “No estaría mal que existiese, siempre y cuando no excluyan las demás opciones”.

Ihab Fahmy se muestra en cambio más escéptico: “Sería positivo que el alumnado estuviese informado de la existencia de otros credos. Ahora bien, ¿quién la enseñaría? ¿Un católico, un musulmán, un judío, un evangélico…?”, se pregunta el miembro de la Comisión Islámica de España. “Eso sí, reconozco que el término es muy bonito”.

¿Catolicismo sí, islam no?

Ana Planet Contreras desecha los tópicos peyorativos y negativos que alimentan los discursos excluyentes. “El islam vive un momento histórico complejo y extremadamente variado, con dimensiones políticas y culturales muy diversas. Y los miedos pueden derivar de no entender esa variedad”, razona la profesora de la Universidad Autónoma. “La sociedad española practica un islam verdaderamente acorde al tiempo actual, que no es incompatible con los valores de ciudadanía de los que nos hemos dotado los españoles”.

No se trataría, pues, de suprimir una religión concreta de los programas de estudios, sino de que el Estado priorizase la educación en valores y la interculturalidad, “algo propio de una España plural”. Así lo cree María Teresa González Santos, quien aboga por dar cabida a todas las comunidades en su acceso a los conocimientos.

“Hay que promover actitudes de solidaridad, cooperación, tolerancia y diálogo; considerar positiva la diversidad; y abordar la solución de conflictos de forma no violenta”, añade la profesora de Sociología de la Universidad de Málaga, convencida de que hay que frenar cuanto antes la discriminación y “poner en valor los contenidos del mandato de la Carta de los Derechos Humanos”.

Más allá del dilema tramposo entre una fe u otra, Fernando Amérigo afirma que la religión confesional, cualquiera que sea, siempre resulta catequética. “Su fin es adoctrinar, un objetivo en sí mismo. No hace un estudio cultural del catolicismo, como demuestran los alumnos que empezaron a estudiar la asignatura con tres años y hoy no saben qué es un pantocrátor, ni identificar a un apóstol en un pórtico románico”, critica el profesor de Gestión de la diversidad religiosa. “Los niños aprenden doctrina de la Iglesia católica, al igual que sucede con los restantes credos”.

No obstante, Amérigo carga contra los postulados de Vox y otras formaciones de extrema derecha. “Es ridículo afirmar que un católico es más español. Ese discurso busca un identitarismo patrio que ataca el pluralismo, un valor esencial de nuestra Constitución que debería ser asumido por más políticos”, recomienda el director del Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones. “Además, es ideológicamente monolítico y contrario a los principios democráticos, porque el alegato identitario reduccionista ataca precisamente la diversidad”.

Ihab Fahmy rechaza las tesis islamófobas de los partidos ultras e insiste en que la enseñanza de su religión en las aulas contribuiría, precisamente, a evitar la radicalización de los alumnos musulmanes. “Ese tipo de adoctrinamiento, hoy en día, resulta imposible en los colegios españoles por varias circunstancias. Las posturas extremas nacen de la marginación, no de la convivencia. Y, gracias a dios, vivimos en un Estado de derecho”.

Romaesa, maestra vasca de religión islámica en euskera: “No adoctrinamos a los niños, sino que les inculcamos valores e historia”

Romaesa Benslaiman (Eibar, Gipuzkoa, 1993) es maestra de religión islámica en euskera. Tiene veintiséis años y dio clase de religión islámica en centros educativos de dos provincias vascas, lejos de su pueblo. “Siempre moviéndome”: coche o transporte público para llevar su fe al alumnado musulmán. El pasado curso, había sólo cuatro profesores contratados, además de una sustituta, para una comunidad de 9.316 estudiantes.

Ella sacó la plaza hace dos años y, desde entonces, atiende seis colegios en cinco municipios de la comarca de Durangaldea. Enseña a una media de cuarenta o cincuenta niños, dependiendo del centro. Los maestros que destina el Departamento de Educación son insuficientes, sostiene. “Para cubrir las necesidades, debería haber un mínimo de diez plazas fijas y cinco sustitutos”. Esa carencia la llevó a querer impartir clases de islam.

Romaesa, quien prefiere que su cara no salga en la foto, tampoco pudo recibirlas en su día. Aprendió árabe en una actividad extraescolar —gracias a un profesor proporcionado por el Consulado de Marruecos— y la religión islámica, fuera de las aulas: en casa, en una mezquita y en la Asociación de Mujeres Musulmanas de Eibar, que ahora preside. “Mis padres vinieron de Tánger, pero llevan más de cuarenta años aquí. Y sí, yo soy vasca, aunque lleve velo y practique el islam”.

¿La educación de un niño musulmán pasa por el hogar, la mezquita y también el colegio?

Está claro. Los niños aprenden en casa, donde les inculcan los valores, pero también en el colegio y en la calle.

¿Por qué en la educación pública debe impartirse la asignatura de religión, sea cual sea? ¿No cree que pertenece a la esfera privada y que puede enseñarse fuera de las aulas?

Hay una hora semanal de Religión o de Valores, que en el fondo son los mismos, tanto en una confesión como en otra. El padre decide los valores generales que deben aprender sus hijos, sean de una religión u otra. En el fondo, a los niños se les inculcan valores e historia.

¿Debería impartirse Historia de las religiones, en vez de una religión confesional concreta?

En mis clases, yo hablo de todas las religiones, tanto de la islámica, como de la cristiana o judía, aunque luego profundizo en la que han decidido sus padres, en mi caso la islámica. Si hablas de profetas, debes citarlos a todos, porque la base de todas las religiones es la misma.

¿Debería ser una materia extraescolar?

Entendería que fuese una extraescolar, pero si en los centros hay una hora semanal de valores, los progenitores tienen el derecho a decidir a qué dedicarán ese tiempo.

En las clases de religión se trabajan los valores y el islam, una enseñanza que quizás no reciban en casa, porque en la escuela está más reglada. ¿Debe estar la religión, en general, fuera del colegio? La respuesta es sencilla: hay una hora lectiva de valores y, en ese tiempo, también cabe la islámica.

¿Cree que la presencia de una maestra de religión islámica contribuye a desterrar ciertos prejuicios entre los alumnos y, por extensión, en el profesorado?

Sí, porque la gente se despista. Algunos profesores han pensado si era la madre de un alumno. Al principio les chocaba ver una maestra de religión islámica, pero ahora ya no tanto. Es necesario que abran la mente, porque yo estudié Magisterio. Podría ser una maestra como otra cualquiera e impartir otras asignaturas. Yo soy profesora, otra cosa es que dé clase de música o de religión.

Además de su labor docente, preside la Asociación de Mujeres Musulmanas de Eibar, donde ejerce de monitora de expresión corporal. ¿El objetivo es que se empoderen?

Efectivamente, el objetivo es el empoderamiento de las mujeres, sobre todo las que acaban de llegar, no conocen a nadie y tampoco hablan español. La asociación es un punto de encuentro para conocer a gente y, en cuanto a la expresión corporal, el deporte resulta muy importante. Porque es un momento exclusivo para la mujer: te sientes a ti misma y te aumenta la autoestima.

Pueden asistir a clases de zumba o de aerobic, pero lo importante es estar todas juntas, sin hijos ni otras preocupaciones. Más que nada, trabajamos en ese sentido.

¿Cuál ha sido la respuesta de sus compañeros, de las ampas y de los niños que no acuden a sus clases? ¿Cómo se siente recibida?

En general, bien, aunque soy consciente de que hay gente en contra de la religión islámica. Es su problema, porque todo pasa por el respeto, pues nos movemos en el ámbito de la educación pública.

¿Ha sentido rechazo fuera de las clases? Por llevar velo, por ejemplo.

Poco, porque soy una persona que va pisando fuerte. Practico deporte y hago una vida normal. Cuando salgo a correr, nadie me dice nada por llevar velo, del mismo modo que calzo unas zapatillas. Tampoco se me pasa por la cabeza que me critiquen por llevarlo, porque de lo contrario no harías nada por miedo o por vergüenza a que te miren.

Todos somos diferentes y, por diversos motivos, unas personas llaman la atención más que otras. Si me sueltan algo desagradable, aunque sea respecto a terceras personas, les respondo y se callan. Yo no bajo la cabeza.

La ultraderecha argumenta que la religión islámica podría adoctrinar a los niños, aunque en ese supuesto deberíamos añadir la católica, judía o evangélica.

Eso es mentira. Si quieres adoctrinar a alguien, te lo llevas a la selva o a un lugar apartado, no lo haces en un espacio público. Sin duda, es un discurso islamófobo.

Usted y la comunidad musulmana sostienen que muchas veces no se les informa a los padres ni a los alumnos de que pueden estudiar religión islámica.

Es cierto y se sigue haciendo. Legalmente, existe esa opción, por lo que desconozco los motivos. No sé si es una cuestión personal —porque el responsable sea ateo o practique otra religión— o por la presión de los padres y las madres.

El problema es que cuando cubren la ficha, confunden a las familias musulmanas, porque sólo tienen la opción de elegir entre Valores y Religión. Si no concretas en los formularios por escrito qué enseñanzas religiosas se ofrecen en los centros, los progenitores no se enteran de que sus hijos pueden aprender el islam, porque no se indica esa opción, aunque haya oferta.

Por cierto, ¿tiene algún alumno agnóstico, ateo, católico o que profese otra religión?

Hay musulmanes cuyos padres eran católicos.

Si no diese religión islámica, ¿qué asignatura le gustaría impartir?

Me gustaría ser maestra de inglés, de música o tutora. Pero estoy muy contenta impartiendo religión islámica.

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