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Según una información recogida en la nota de prensa emitida el 25 de abril de 2023 por el Ministerio de la Presidencia, el gobierno ha llegado a un acuerdo con todas las confesiones religiosas para eximirlas del pago de dos impuestos, el de bienes inmuebles (IBI) y el de sociedades, a la vez que reconoce desgravaciones fiscales a quienes les donen dinero. En lugar de exigir a la Iglesia católica el abono de tributos, el ministro extiende las prerrogativas católicas a los demás credos. Sabido es que, a un político, le resulta tan agradable conceder beneficios a las congregaciones religiosas como sacar pasta dental de un tubo, puesto que recibe múltiples bendiciones; el esfuerzo posterior de los gobiernos por abolir las concesiones es tan factible como… reintroducir toda la pasta en el tubo.
Merced a las deferencias que los gobernantes tienen con las confesiones religiosas, la sociedad no acaba de secularizarse, ni el déficit público de reducirse. Quizás, en el fondo, el actual Ministro de la Presidencia tenga vocación de animador sociocultural. Me explico: uno de los actos más queridos por la Iglesia son las procesiones, para las que recibe importantes ayudas; por ejemplo, de las concejalías de cultura y turismo de los respectivos ayuntamientos. Las demás confesiones, con el dinero que van a recibir, ya puede organizar sus propias ceremonias públicas.
El asunto viene a colación porque, quien esto escribe, visitó Marruecos en el 2012, durante el mes de Ramadán, que ese año coincidió con la canícula. Como en Ramadán no se puede comer ni beber durante el día (ni siquiera agua), las dificultades para trabajar son considerables. Por lo tanto, los musulmanes se dedican a dormir por el día (quienes se lo pueden permitir, claro) y activarse, des-ayunar, a la caída del Sol. En la localidad marroquí donde me alojaba, algunos jóvenes pasaban tocando el tambor por las calles, con el fin de ayudar a que sus correligionarios se mantuvieran despiertos durante la noche.
Ahora que, por fin, todas las confesiones religiosas van a disfrutar los beneficios fiscales de la Iglesia, quizás se animen a organizar sus propias ceremonias, tanto diurnas como nocturnas. Va a resultar entretenido disfrutar de la Semana Santa, el Ramadán, la Pascua ortodoxa y Janucá, por mencionar solo las más conocidas. Según parece, los ilustrados se equivocaban cuando creían que la religión debía pertenecer al ámbito privado, puesto que soslayaban la estética de tales ceremonias. Por el contrario, cuantas más ayudas reciban las distintas confesiones, más colorida nos resultará la existencia (aunque seamos ateos). Por su parte, un gobierno que se declara socialista seguramente confía en que, merced a su concesión, a los votos recibidos por quienes asisten diariamente a misa se le unan próximamente las papeletas electorales de otros creyentes. Para mí que yerran.