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Reig Pla, el obispo que imagina a los gays en el infierno mientras hace misas por la salvación de Franco

El obispo de Alcalá, uno de los más ultra, suma innumerables polémicas por sus ataques a los homosexuales, las mujeres o la «ideología de género»

Ha presidido misas por Franco y en alguna ocasión, como en 2009, con la presencia de banderas franquistas o de Blas Piñar. También fue premiado por HazteOír en 2012 por su «defensa de la dignidad humana»

Ahora celebra terapias en su diócesis para que los homosexuales que acuden dejen de serlo, unas sesiones impartidas en la clandestinidad y que están declaradas ilegales en la Comunidad de Madrid

Es uno de los obispos más ultra de España. Y no lo oculta. El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, vive como un verso suelto en un país donde los homosexuales «encuentran el infierno» (como señaló en una polémica misa de Viernes Santo, retransmitida por la televisión pública) o su condición sexual los hace más «vulnerables» a convertirse en pederastas (como señala un informe publicado en su web). Está en las tesis de formaciones como HazteOír, con cuyos miembros cena a menudo y de cuyos premios participa. De hecho, recibió uno en 2012 de esta organización por su «defensa de la dignidad humana».

Antes de recalar en Alcalá, Reig fue obispo en Castellón y Murcia, territorios conquistados por el Camino Neocatecumenal, más conocidos como los kikos. La relación del prelado con esta vertiente es muy cercana (es uno de los que cuenta en su diócesis con un seminario Redemptoris Mater), y le ha servido para escalar en el escalafón episcopal, de la mano de su mentor, el cardenal Rouco Varela. Sin embargo, la llegada del papa Francisco descabalgó parte de los planes de la rama más ultra del Episcopado español, que no obstante sigue mandando, y mucho, en la Iglesia.

De hecho, Reig ha sido uno de los pocos obispos españoles en alinearse públicamente al grupo de prelados contrarios al Papa actual, presentando el libro póstumo del cardenal Carlo Caffarra, uno de los cuatro cardenales (junto a Burke, Brandmüller y Meisner, también fallecido) que en 2016 plantearon la desobediencia a Francisco por haber abierto la posibilidad de la comunión para los divorciados vueltos a casar en Amoris Laetitia.

En lo educativo, Reig es uno de los defensores de la escuela diferenciada o de iniciativas como las capitaneadas por la Fundación Educatio Servanda, que desean una escuela donde no tenga cabida la «inclusión de género», uno de los temas tabú para el obispo. Una «ideología de género» que viene poco menos que inspirada por el demonio, según el prelado. Al igual que el aborto, la eutanasia o el divorcio.

El obispo de Alcalá fue uno de los grandes impulsores de las misas por la familia que, entre 2007 y 2015 (cuando fueron prohibidas por el cardenal Osoro), se celebraban en la plaza de Colón para atacar a los gobiernos de Zapatero, primero, y tratar de presionar al de Rajoy, después, con la colaboración de HazteOír.

«Es muy importante impedir, como exige la Iglesia, la ordenación de candidatos con atracción sexual hacia el mismo sexo», señala Reig, quien advierte que «la ordenación al diaconado o al presbiterado de varones con AMS [Atracción por el Mismo Sexo, así los llama] es absolutamente desaconsejable e imprudente y, desde el punto de vista pastoral, muy arriesgada».

¿Por qué? Porque los gays en la Iglesia, en su opinión, son candidatos a convertirse en pederastas. En varias ocasiones, Reig ha querido diferenciar la pederastia de la «efebofilia» (sexo con adolescentes), mucho menos condenable para este pastor.

Tampoco son condenables los actos de enaltecimiento a la dictadura, como las misas en honor de Franco o por los caídos de Paracuellos que todos los meses de noviembre el obispo preside en el cementerio (en alguna ocasión, como en 2009, con la presencia de banderas franquistas o del propio Blas Piñar), o las continuas visitas que en estos meses se han multiplicado a la Abadía del Valle de los Caídos, para mostrar su apoyo al prior Santiago Cantera.


La gruesa línea que une al obispo de Alcalá con Santiago Abascal y la asociación homófoba HazteOír

Abascal, el obispo de Alcalá e Ignacio Arsuaga en la gala de premios HazteOir 2012

Santiago Abascal, el obispo de Alcalá e Ignacio Arsuaga (dcha) en la gala de premios HazteOir 2012CONTANDO ESTRELAS

El 4 de diciembre de 2012, la asociación ultracatólica HazteOír (conocida por sus postulados homófobos y los autobuses tránsfobos) concedía al obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, su premio anual por su «defensa de la dignidad humana» y como una de las voces «más libres y contundentes sobre la verdad de la familia». Un galardón que llegaba pocos meses después de la polémica homilía de Viernes Santo, retransmitida por La2, en la que el prelado arremetía contra los homosexuales que «encuentran el infierno».

Poco después, Reig recibía el galardón de manos del presidente de HazteOír, Ignacio Arsuaga, en una gala a la que acudieron, entre otros, el entonces portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, y el hoy presidente de Vox, Santiago Abascal. La relación entre el sector de la Iglesia donde se adscribe Reig, la plataforma HazteOír, presidida por Ignacio Arsuaga, y la extrema derecha política viene de lejos.

En concreto, de 2007, cuando la Iglesia de Madrid, liderada por el cardenal Rouco Varela, anunció una convocatoria por la «dignidad de las familias» que, con el tiempo, acabó convirténdose en un mítin anual contra las políticas de José Luis Rodríguez Zapatero.

El cardenal Rouco nombró responsable de las jornadas al obispo de Alcalá, y éste hizo un llamamiento a todas las asociaciones de familia y movimientos de la Iglesia católica, que respondieron en masa, especialmente los ultracatólicos kikos, los Legionarios de Cristo y, en menor medida, el Opus Dei.

Durante ocho años, y hasta la llegada de Carlos Osoro (hombre del papa Francisco) al arzobispado de Madrid, las manifestaciones por la familia cristiana fueron un clásico de fin de año en Madrid, siempre bajo el auspicio de Reig Pla y con el beneplácito de Kiko Argüello. El iniciador del Camino Neocatecumenal se encargó de llenar, cada año, las plazas de Colón y Lima, con el apoyo de otros grupos pro familia, como el Instituto de Política Familiar (dirigido por Eduardo Hertfelder, a quien distintas investigaciones colocan como uno de los líderes de El Yunque); el Foro de la Familia; o HazteOír y sus organizaciones aledañas (Derecho A vivir o Abogados Cristianos, la plataforma que ha denunciado recientemente una obra de teatro)

Tras el éxito de las primeras convocatorias, Reig y Rouco dieron un paso más, y con la colaboración de Arsuaga y varios políticos del PP -entre ellos, Santiago Abascal, que aún no había abandonado la formación- urdieron la convocatoria de una gran manifestación contra la aprobación del matrimonio igualitario. Por primera vez en la historia de la democracia, más de media docena de obispos (capitaneados por Rouco) acudían a una manifestación, que tuvo continuidad varios meses después con otra concentración en contra de Educación para la Ciudadanía. Como confesaban varios ministros de la época, durante la primera legislatura de Zapatero «la Iglesia fue la verdadera oposición al Gobierno».

Acumulación de poder

Avivados por el éxito de las convocatorias, la capacidad de maniobra de HazteOír se fue incrementando, hasta el punto de provocar una quiebra en el movimiento pro familia católico. Instituciones como el Foro de la Familia llegó a quejarse del excesivo protagonismo de la organización de Arsuaga, y algunos obispos comenzaron a recibir un informe que cuestionaba los valores cristianos de HazteOír, así como su vinculación con la sociedad secreta ultracatólica El Yunque.

En 2011, un documento interno de la Conferencia Episcopal instaba a los obispos a pedir a los responsables de HazteOír que se desvincularan de su pertenencia a una sociedad secreta, y diócesis como Toledo o Getafe (posteriormente, también Madrid) impidieron que la asociación de Arsuaga utilizara sedes parroquiales o diocesanas para sus intervenciones. Uno de los obispos que defendió, con uñas y dientes, a HazteOír, fue Reig Pla. Después, fue premiado por la asociación en una gala en la que también homenajeado Santiago Abascal, en 2012, por «su elocuente y tenaz compromiso con la libertad de los españoles frente al terrorismo y el separatismo» y su labor al frente de Denaes y «por su difusión de los valores de un patriotismo desacomplejado».

Desde entonces, y hasta ahora, los vínculos entre los grupos ultracatólicos y algunos obispos se han ido afianzando, y la aparición de Vox hizo que estos sectores vieran en la formación de Santiago Abascal -bendecido y apoyado por HazteOír– el tan ansiado partido católico que defendiera las esencias del catolicismo que venían auspiciando desde hacía décadas. Un catolicismo contra la «ideología de género», por la «familia tradicional» y la «educación diferenciada», un partido que guardara las esencias de la unidad de España, que los obispos calificaron en su día como «un bien moral».

Un partido que, sin embargo, no tenía cantera. Ahí es donde entran algunos grupos ultracatólicos, especialmente el Camino Neocatecumenal -aunque también existe una importante presencia de miembros del Opus Dei-, en Vox. Como ejemplo, el juez Serrano, número 1 de Vox en Andalucía y miembro del Camino Neocatecumenal. O Lourdes Méndez, miembro del Opus Dei, que durante décadas perteneció al PP (fue su portavoz de Asuntos Sociales en el Congreso), y que hoy forma parte de la formación de Abascal. O como el exgeneral Rossety, número 1 de Vox por Cádiz y que todavía hoy es delegado diocesano de Fundaciones de la diócesis de Cádiz-Ceuta, dirigida por Rafael Zornoza (uno de los grandes apoyos de Reig Pla en el Episcopado). Y, también, con el apoyo del presidente de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza, uno de los ‘kikos’ más poderosos de nuestro país. Una diócesis que el obispo de Alcalá conoce bien, porque fue obispo de Cartagena-Murcia antes de ser ascendido.

 

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