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RECOMENDADO · Agresión a ucrania: otra guerra santificada por el patriarca ortodoxo cirilo · por Antonio Gómez Movellán

Prefiero ser optimista y ser tonto que pesimista y tener razón”: esta frase tan inteligente fue pronunciada por Albert Einstein y creo que este es el espíritu que hay que confrontar los momentos más oscuros ya que el optimismo siempre lleva a cambios y a actuar y el pesimismo genera resignación.

En tiempos de guerra y de enfrentamientos hay que ser optimistas. No cabe duda que ahora mismo lo urgente es la salida de las tropas rusas de Ucrania y el fin de los ataques, pero también es necesario decir que, en tiempos de guerra, la información se vuelve propaganda y se censura y se manipula. Con mensajes simples y burdos se ceba la bomba del militarismo y la escalada bélica y se generan odios cada vez más irracionales.

Mientras que en la agresión de Irak y, Siria o Libia se retrasmitieron en directo los bombardeos de la población civil por parte de la OTAN-CNN como si fueran operaciones quirúrgicas necesarias y buenas, ahora se presenta la guerra de Rusia y Ucrania como surgida de la nada cuando ya se habían producido cerca de 14.000 muertos en la guerra civil interna en Ucrania y donde los acuerdos de paz de Minsk no fueron respetados y saltaron por los aires. Muchos analistas independientes plantean que uno de los problemas más serios de la guerra y su duración es la falta de una posición europea diferenciada de los EEUU, pese a que Alemania y Francia lo han intentado.

Forzar, según analistas independientes, a una negociación europea que obligue a Rusia a retirar sus tanques – que indudable solo puede hacerse con fuerza por parte del ejercito ucraniano – y que conlleve medidas de desarme en Europa es fundamental para finalizar cuanto antes esta guerra. Las presiones por más gastos militares o el rearme alemán anunciado es lo más contrario las relaciones pacíficas entre los Estados. La confrontación de bloques es también una de las causas de esta guerra, aunque no la justifica. La gran mayoría del pueblo ucraniano está cansado que su país – además de la corrupción que han soportado –  se haya convertido en el terreno de juego para las grandes potencias y que el gobierno Putin aproveche la situación para cercenar las ansias de independencia de Ucrania.

Por supuesto que el ejército de Ucrania tiene derecho a defenderse del ataque y por ello el presidente de ese país, que aparece como jefe activo de las mismas, está recibiendo tanto apoyo popular pero también, al tiempo, hay que levantar la carta de la negociación. La paz solo es posible con el entendimiento. La solidaridad con Ucrania es levantar propuestas de negociación y de desescalada bélica como desde diversos movimientos pacifistas en Europa están señalando.  

La solidaridad con el pueblo ucraniano se hace desde mil frentes y uno de los principales ahora mismo es en la propia Rusia, donde cientos de miles de personas, desafiando las constricciones a la libertad de manifestación y de expresión, protestan contra la guerra y por la retirada inmediata de las tropas rusas además de miles de iniciativas, como la carta de 500 científicos rusos, en contra de la guerra. 

En Rusia la población está sometida a un bombardeo constante de propaganda belicista basada en un cierto tipo de nacionalismo pan ruso que la máxima autoridad de la iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Cirilo (Kirill en ruso), apoya de mil maneras.

El apoyo ideológico más fuerte que tiene Putin en Rusia es la Iglesia Ortodoxa ya que ésta ha sido un factor esencial para promulgar un ultranacionalismo pan ruso y atacar los valores “modernos” como valores contrarios al espíritu nacional.

Es necesario darse cuenta que Putin tiene una agenda sobre libertades civiles, derechos personales y modelo social ultraconservadora y para ello se apoya, sobre todo, en la Iglesia ortodoxa. Por eso las batallas tan fuertes que lanza contra la libertad sexual y en particular contra el movimiento LGTB y como defiende la importancia de la religión en la sociedad y la familia “cristiana”, aunque también apoya un islam moderado incrustado en el Estado.  También está empeñado, junto con el Patriarca Cirilo, en cambiar la constitución rusa y promulgar un status de pseudoconfesionalidad estatal algo que, por lo demás, ya existe en la práctica.

Con motivo de la guerra el patriarca Cirilo ha manifestado su dolor por la misma pero no ha condenado la agresión. Esta fue su declaración oficial:

Tomo con profundo y sentido dolor el sufrimiento de las personas causado por los hechos ocurridos. Como Patriarca de Toda Rusia y primado de una Iglesia cuyo rebaño se encuentra en Rusia, Ucrania y otros países, simpatizo profundamente con todos los afectados por esta tragedia. Hago un llamamiento a todas las partes en el conflicto para que hagan todo lo posible por evitar víctimas civiles. Hago un llamado a los obispos, pastores, monásticos y laicos para que brinden toda la asistencia posible a todas las víctimas, incluidos los refugiados y las personas que se quedaron sin hogar y sin medios de subsistencia. Los pueblos ruso y ucraniano tienen una historia común centenaria que se remonta al Bautismo de Rus por el Príncipe San Vladimir el Igual a los Apóstoles. Creo que esta afinidad dada por Dios ayudará a superar las divisiones y desacuerdos que han surgido y que han llevado al conflicto actual. Hago un llamamiento a toda la Iglesia Ortodoxa Rusa en plenitud para ofrecer una oración especial y ferviente por la pronta restauración de la paz

Y en una reciente entrevista declaró de forma enigmática lo siguiente:

«no se permita que tengan ventaja las fuerzas del mal que siempre han luchado contra la unidad del Rus y de la Iglesia rusa. Dios no permita que se trace entre Rusia y Ucrania una terrible línea manchada con la sangre de nuestros hermanos». 

Estas declaraciones, donde para nada se condena la agresión, contrasta con otras iglesias ortodoxas en el mundo que han condenado la agresión rusa sin paliativos; así el patriarca ortodoxo ecuménico de Estambul Bernabé I, máxima autoridad moral de las iglesias ortodoxas, ha condenado contundentemente la agresión y las iglesias ortodoxas en Ucrania, tanto la nacional como la de obediencia de Moscú, han protestado contra la agresión y han criticado la posición del Patriarca Cirilo de Moscú. El metropolita Epifanio, primado de la Iglesia ortodoxa independiente ucraniana.  Se dirigió al patriarca de Moscú:

«Desgraciadamente, ya está claro por sus declaraciones anteriores que mantener el compromiso con Putin y el liderazgo ruso es mucho más importante para usted que ocuparse de la gente de Ucrania, algunos de los cuales lo consideraban su pastor antes de la guerra». «apelo a usted para que al menos muestre misericordia por sus conciudadanos, su rebaño y ayude a llevarse los cuerpos de los soldados rusos fallecidos»

Más allá de esto, las iglesias ortodoxas ucranianas sean de obediencia de Moscú o independientes, han movilizado organizaciones de caridad para ayudar a las víctimas y a los refugiados.

Pero lo que manifiesta la postura del jerarca máximo de la iglesia ortodoxa rusa es su pleitesía al poder estatal que representa Putin. En cuanto al Papa Francisco y el Vaticano todo es ambigüedad y cálculo en sus declaraciones ya que si bien se condena la guerra no se condena expresamente al gobierno ruso y a Putin y apelan por igual a las partes en conflicto.

De hecho, el Vaticano tiene mucho cuidado en no soliviantar al patriarca Cirilo y por ello esa posición equidistante en las declaraciones del Papa Francisco. Como sorpresa, el día en el que las delegaciones de Rusia y Ucrania comenzaron a dialogar en Bielorrusia, el Vaticano, a través de su Secretario de Estado, se ofreció como mediador entre las partes. Como vemos, esta propensión de las jerarquías eclesiásticas a intervenir raudos entre bambalinas en lo más alto de la cúspide de los Estados lo hacen incluso hasta en tiempos de guerra para después obtener réditos en tiempos de paz.

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