Resumen: La religión tiene como núcleo un Ereignis perturbador, esto es, algo nunca presente, pero siempre entrevisto a través de una suerte de hermeneusis constante, a la búsqueda de un origen siempre pospuesto y siempre anticipado: un origen que está siempre de vuelta y siempre por venir, sin haber acabado en ningún caso de venir o de marcharse por completo. En ese sentido, la religión se mueve siempre entre un pasado y un futuro desplazados y requiere, por lo tanto, transmisión.
Félix Duque Pajuelo
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