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Radiografía de la asignatura de religión islámica en España: sólo puede estudiarla uno de cada diez alumnos musulmanes

La religión confesional, cualquiera que sea, en la escuela es una forma de adoctrinamiento infantil que no solo vulnera la aconfesionalidad del Estado (que es el que paga el profesorado y aporta los centros) sino que es un ataque a la libertad de conciencia del alumnado menor de edad que asiste a los centros escolares. Por otra parte la escuela es una institución para la ciencia, la cultura, el conocimiento, los valores cívicos comunes… no para dar la doctrina y los valores particulares de una religión (como tampoco sería adecuado el dar doctrina o los valores de los partidos políticos). Otra cosa es el conocimiento del fenómeno religioso, sus diferentes confesiones, su historia,… Igual que se estudian las características de las escuelas filosóficas o de las ideas políticas. No se puede utilizar el argumento de la islamofobia (que pueden tener quienes defienden que sí esté la católica, pero no la islámica) por defender que el islam debe estar fuera de la escuela, igual que deben estar fuera TODAS las religiones confesionales. Bastará dar un vistazo a los currículos de todas ellas para conocer qué es lo que se da y como someten al alumnado a una contradicción entre lo que se explica en clase de Ciencias y en religión, o ente los valores religiosos y los cívicos.


El pasado curso sólo había en España 76 maestros contratados de religión islámica para atender a 312.498 alumnos musulmanes. Un docente cada 4.111 estudiantes de colegios de Infantil, Primaria y Secundaria, aunque la proporción no indica que todos esos chavales optasen por cursar la materia, pero sí que muchos de los que lo desean no pudieron acceder a las enseñanzas del islam por falta de profesores. En Catalunya, Murcia, Navarra, Galicia, Asturias y Cantabria no había ninguno, mientras que Illes Balears prevé que una decena la imparta en 2019-20.

“Casi nos ahogamos con tantas necesidades. Nos tenemos que desplazar de un colegio a otro para satisfacer la demanda, las horas lectivas varían en función de los centros y de su horario escolar, en las clases hay niños de varias edades, etcétera”, se queja Romaesa Benslaiman, quien tenía que trasladarse a dos provincias distintas a la suya cuando ejercía de sustituta.

Ella es de Éibar (Gipuzkoa) y ahora, tras ser contratada, imparte religión islámica en seis escuelas de cinco localidades de la comarca de Durangaldea (Bizkaia). El pasado curso sólo había cuatro docentes contratados para atender a 9.316 estudiantes musulmanes. Romaesa calcula que debería haber un mínimo de diez plazas fijas y cinco sustitutos para ofrecer una clase semanal de una hora en todo Euskadi.

“Hay pocos profesores para tantos críos, si bien a veces depende de la demanda”, afirma Ahmed Dridek, padre de tres alumnos del colegio Martínez Parras de Hellín (Albacete). Dos niños de once y una niña de seis años, todos matriculados en religión islámica, impartida en Castilla-La Mancha por dos maestros, cuando en la región hay 9.610 alumnos musulmanes. Sólo existe la posibilidad de cursar la asignatura en ese CEIP y en otro de La Roda.

Dridek estima que en la escuela de sus hijos hay unos cincuenta alumnos musulmanes, de los cuales unos diez no van a clase de religión, que para él es un complemento al aprendizaje de su fe. Según datos de la Comisión Islámica de España, el pasado curso se matricularon 77 estudiantes en ambos centros, aunque espera que el número de docentes y colegios aumente en el futuro, sobre todo en provincias como Toledo y Guadalajara, donde hay numerosos fieles susceptibles de solicitar la materia.

“En casa aprenden más, mientras que en el aula adquieren conceptos fundamentales sobre los profetas, los pilares de la fe y las oraciones del Corán”, cree el padre y vecino de Hellín, quien también considera importante el paso por la mezquita para completar la formación de los pequeños. “La pena es que la comunidad islámica no organiza cursos de árabe y de religión en mi pueblo”.

La asignatura, por regiones

El pasado curso, diez Comunidades Autónomas ofrecían la asignatura, según el Estudio demográfico de la población musulmana, elaborado por el Observatorio Andalusí y la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE). La investigación, realizada en colaboración con el Consejo Musulmán de Cooperación en Europa, recoge datos hasta el 31 de diciembre de 2018.

“Se atiende una demanda básica, en Educación Primaria, de clases de Religión Islámica en las autonomías de Andalucía, Aragón, Canarias, Ceuta y Melilla, estando abierta Cantabria; Castilla y León, Castilla-La Mancha, Valenciana, Extremadura, Madrid, Euskadi (abiertas a Secundaria) y La Rioja (atiende también Secundaria); Asturias, Galicia y Navarra abiertas a Primaria y Secundaria”, señala el informe, que puede resultar confuso.

Ihab Fahmy matiza los datos: “Todas esas regiones ofrecen religión islámica en Primaria, mientras que La Rioja, Ceuta y Melilla también la ofertan en Secundaria”. Otra cuestión es que llegue a impartirse la asignatura, por lo que exige que sea así cuando en un centro la demanden al menos diez alumnos, como sucederá el próximo curso en Illes Balears.

Puede darse el caso de que en algunos centros no haya alumnos suficientes para formar una clase. Como sucede con algunas asignaturas optativas, la oferta puede variar en función del número de matriculados y la disponibilidad del profesorado —o, lo que es lo mismo, en función del presupuesto de la Consejería de turno—.

En Catalunya, por ejemplo, no hay ningún docente que enseñe religión islámica a 85.842 alumnos musulmanes de Primaria y Secundaria (29.568 españoles y 56.274 migrantes). En Cantabria, Galicia y Navarra también hay un vacío, aunque sorprende mucho más la ausencia de maestros en Murcia, con 18.512 estudiantes (2.319 españoles y 16.193 migrantes).

Otras regiones ofrecen la asignatura en algunos centros, pero apenas destinan medios. En la Comunitat Valenciana sólo hay un profesor para 31.890 niños (11.828 españoles y 20.062 migrantes); en Madrid, apenas tres para 45.919 alumnos (27.208 españoles y 18.711 migrantes); y en Castilla- La Mancha, dos para 9.610 estudiantes (2.319 españoles y 5.687 migrantes). En todo el Estado, hay 76 maestros contratados para atender a 312.498 chavales (133.141 españoles y 179.357 migrantes). Es decir, un docente para más de 4.000 alumnos musulmanes, según el informe.

La Unión de Comunidades Islámicas de España denuncia que un 90% no pudo matricularse en religión islámica, a veces por la falta de profesores, aunque se contrataron quince más que en el curso 2017-18. Aun así, resultan insuficientes en buena parte de las regiones, entre las que destaca positivamente Andalucía, que destina 23 maestros para 47.603 estudiantes (23.870 españoles y 23.733 migrantes). También las ciudades autónomas de Ceuta, con catorce docentes para 7.182 niños (6.509 españoles y 673 migrantes) y Melilla, con diez profesores para 8.944 alumnos (7.099 españoles y 1.845 migrantes).

Un derecho recogido en los Acuerdos

La Conselleria d’Educació, Universitat i Recerca del Govern de les Illes Balears ha informado de que el próximo curso destinará un máximo de diez profesores para impartir la asignatura en colegios donde haya una demanda suficiente. No obstante, fuentes del Govern dejan claro que preferirían que la religión estuviese fuera de las aulas o que, en su defecto, se sustituyese por una materia que abordase todas ellas desde una perspectiva histórica y aconfesional.

“Sin embargo, la normativa es clara al respecto: el alumnado musulmán tiene derecho a recibir enseñanza de religión islámica en los colegios sostenidos con fondos públicos por los acuerdos firmados entre el Estado y la Comisión Islámica de España en 1992, al igual que el alumnado judío y evangélico”, recuerdan desde la Conselleria d’Educació balear, cuya decisión levantó ampollas en Vox pese a que está recogida en la Constitución como una obligación del Estado.

Ihab Fahmy, coordinador de comisión técnica de educación de la Comisión Islámica de España, considera que la polémica suscitada por el partido ultra es artificial y busca la confrontación, pues la asignatura “no adoctrina ni conduce a nadie fuera de la legalidad”. Algo, a su juicio, “imposible”, tanto por la escasas horas lectivas como por el “ambiente” donde se imparte. “Ni tampoco por la era en que vivimos, pues no tiene sentido retrasar el reloj cuatro siglos”.

El también presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) de Valencia denuncia la falta de profesores e insta a la Administración a cubrir la demanda existente. “No sólo se tiene en cuenta la demanda, sino también que haya alumnos suficientes para formar un grupo y proveerles de un maestro”, reconoce.

Sin embargo, en regiones donde habría solicitudes suficientes, afirma que las Consejerías de Educación no les brindan a las familias el derecho a que sus niños puedan cursar la asignatura. “Cuando hay oferta, los padres eligen libremente la religión islámica, como otros la católica, la judía o la evangélica. No hablamos de una petición, sino de un derecho reconocido por la ley y que debería poder ejercerse, con una enseñanza reglada, cuando existe una necesidad real”.

Fahmy explica que hay dos requisitos indispensables para la elección de los maestros: deben haber estudiado Magisterio y tener el aval de la Comisión Islámica de España. La comunidad musulmana, pues, es la encargada de proveer los docentes a los colegios públicos. La asignatura también se imparte en algunos centros concertados, aunque reconoce que son una minoría.

“Aun así, hemos acudido como voluntarios en actividades extraescolares y la acogida ha sido muy buena”. Todos los alumnos son musulmanes, con alguna contada excepción, según él. “Estamos encantados de que una niña católica o agnóstica quiere aprender nuestros valores”, afirma el responsable valenciano de la Unión de Comunidades Islámicas de España.

Pese a que algunas ampas no han respondido o han rechazado opinar sobre la presencia del islam en el currículo escolar, el director de un colegio extremeño reconoce que no ha generado ninguna incidencia desde que se imparte. “Todo el profesorado está perfectamente integrado en el centro y la de religión islámica no ha tenido ningún problema”.

El responsable del CEIP, quien ha optado por omitir su nombre, reconoce las carencias de muchos colegios, que no cuentan con docentes de otras confesiones que no sean la católica. “En el nuestro, los padres eligen la asignatura de valores o de religión, aunque entre los niños no hay diferencias apreciables, más allá de que los católicos optan por su credo y los musulmanes, por el suyo. Ahora bien, unos y otros también se decantan por valores, incluso los magrebíes”.

Cómo trabajan los maestros

¿En qué condiciones trabajan y cuáles son las carencias de los profesores? “La falta de docentes no es una carencia de los maestros, sino del sistema educativo”, ironiza un maestro murciano de religión islámica, quien ha tenido que buscar trabajo en otra Comunidad Autónoma, pues en la suya no han contratado a nadie pese a que hay 18.512 alumnos musulmanes.

Ya en tono serio, explica que desempeñan una labor similar al de sus compañeros, si bien matiza que no les asignan tutorías ni forman parte de los órganos escolares. “Nuestra participación no sólo está limitada en las horas de clase [en algunas regiones, una a la semana], sino también la vida de la comunidad educativa. Y cuando completamos todas las horas lectivas, las complementarias nos resultan insuficientes para desarrollar nuestra labor adecuadamente, lo que nos fuerza a trabajar en nuestro tiempo libre”, se queja.

Ana Planet Contreras, profesora de Sociología del Islam de la Universidad Autónoma de Madrid, recuerda que el debate sobre la presencia de la religión en la escuela pública se centra en los derechos de las familias y los niños. “Mientras discutimos sobre eso, nos olvidamos de las condiciones laborales de los docentes, sujetos a las necesidades de cada centro o región”. Unos protestan porque no dan abasto y otros, por las escasas horas lectivas semanales. “Por no hablar de los continuos desplazamientos, pues algunos se ven obligados a dar clase en varios colegios distantes entre sí”.

El argumento es compartido por el citado maestro, puesto que para evitar la movilidad es necesario que el CEIP sea muy grande. “Si no, para cubrir una jornada completa, te ves forzado a coger el coche continuamente para atender varios centros, lo que repercute en una falta de seguimiento más personal de los alumnos y en un gasto económico para el docente”.

Falta de voluntad política

El problema reside en que hay una falta de voluntad de las Administraciones, cuyas justificaciones para no contratar a profesores en ocasiones carecen de sentido, según él. Pone el ejemplo de Murcia, donde hay municipios con alumnado y demanda suficientes. “Sin embargo, no hay ningún maestro. Y a los colegios que los han solicitado les contestaron desde la Consejería que no hay gente preparada, cuando en su día presentamos los requisitos necesarios. Su desinterés es indiscutible: simplemente, no quieren que se imparta la asignatura. Pero hay que ser consecuente, porque desatender esa petición implica el incumplimiento de la ley”, advierte el docente, quien ha pedido que no se cite su nombre ni la región donde imparte clase.

“Claro que hay una necesidad. Basta fijarse en el censo de la población musulmana para observar que hay zonas donde está especialmente concentrada, por lo que la presencia de maestros es precisa. Luego te encuentras con otros lugares donde la demanda potencial no es considerada significativa, por lo que tampoco reciben recursos de la Administración, aunque esos alumnos también tengan derecho a las clases”, argumenta el profesor, quien analiza las prioridades de las Consejerías de Educación.

Por una parte, subraya que se destinan recursos a profesionales que atienden a alumnos con necesidades especiales, mientras que no se hace lo mismo con los alumnos que quieren matricularse en religión islámica. “Los gobernantes siempre esgrimen las ratios. Sin embargo, habría que atender a los niños que quieren aprender el islam y tienen dificultades, sean idiomáticas o de aprendizaje. Al margen de los números y las proporciones, ellos también tienen derecho a profundizar en su fe, ayudados por personal de apoyo”.

Afortunadamente, Ahmed Dridek vive en una localidad donde hay un colegio que ofrece la materia. Él y su esposa decidieron matricular a sus tres hijos para que también heredasen su tradición a través de la escuela. “Somos musulmanes y nos gustan que aprendan nuestra religión. También lo hacen en casa conmigo, pero allí reciben otra información que completa lo que ya sabían”, explica este vecino de Hellín. “La experiencia ha sido muy positiva y los críos están contentos”.

¿Y qué aprenden? “Nosotros enseñamos valores, que están plasmados en el programa de la asignatura, del mismo modo que lo hacen los profesores de religión católica”, detalla el maestro murciano, convencido de que en Primaria la función de un colegio no es modelar trabajadores, sino la formación integral de la persona. “Importa que aprendan la solidaridad, el respeto y la participación. Insisto: los valores son los mismos, si bien nuestro dios es distinto, por lo que los enseñamos desde la perspectiva del islam”.

Asegura que trabaja con la maestra de religión católica codo con codo y que no hay problemas de compañerismo entre los docentes, aunque el reto del profesorado es que tampoco los haya entre los alumnos, porque según él entre los niños hay más prejuicios.

“A veces, esa separación nace sólo por una cuestión idiomática, por lo que debemos trabajar para eliminar las diferencias. Ahora bien, esas disparidades en ocasiones son más socioeconómicas que religiosas o culturales, porque un niño que aprende el catolicismo comparte muchas enseñanzas con otro que aprende el islam”, concluye el maestro. “Ojo, porque también les enseñamos los valores laicos, que pueden coincidir con los de ambos credos”. Por ejemplo, los derechos humanos, unas facultades de las que deberían gozar, precisamente, todos los humanos, sean católicos o musulmanes.

Acabar con la religión islámica en los colegios, la asignatura pendiente de Vox

Frente al discurso del odio de la extrema derecha, hay que potenciar el diálogo y la comunicación como formas de interacción cultural. Es la receta de María Teresa González Santos, profesora de Sociología de la Universidad de Málaga, para combatir los mensajes islamófobos de partidos ultras como Vox, que pretenden desterrar de las aulas españolas la asignatura de religión islámica.

La razón contra la sinrazón. El conocimiento como vacuna contra los bulos y la desinformación. El academicismo contra el mensaje populista de rápida absorción. Ana Planet Contreras, profesora de Sociología del Islam en la Universidad Autónoma de Madrid, considera que la religión basada en el Corán es constructiva: “Defiende los derechos humanos, carece de una condición rigorista y excluyente, y no tiene nada que ver con la guerra santa”.

Pese a su repetición constante, los ataques de los reaccionarios no son nada originales. “Se trata de conceptos prestados de un discurso islamófobo procedente de las redes globales, sobre todo de Estados Unidos”, añade Planet. “Me gustaría pensar que esa manipulación de Vox es por desconocimiento, pero desgraciadamente su islamofobia forma parte de la agenda internacional de las formaciones ultras”.

La profesora de la Complutense —además de insistir en que sus argumentos no nacen en un ámbito nacional, sino que se alimentan de la extrema derecha mundial— está convencida de que el oportunismo de los ultras no responde sólo a un contexto determinado, aquí y ahora, sino que se trata de un alegato arrastrado por la corriente oceánica. “No es algo espontáneo, sino premeditado, como revelan las investigaciones que venimos realizando desde hace tiempo”. Vox como franquicia patria de la islamofobia.

“Vivimos un tiempo de identidades excluyentes, que se percibe en lo religioso, pero también en lo étnico y en lo lingüístico”, reflexiona Fernando Amérigo, director del Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense. “Parece que sólo prima una identidad, de modo que el contrario se convierte en un enemigo. Por ello, urge combatir ese discurso identitario”, cree el profesor de Gestión de la diversidad religiosa, convencido de que se está simplificando el significado de la identidad.

Para muestra, un ejemplo: “Uno puede sentirse al mismo tiempo catalán, vasco y español, porque nació en Madrid pero tiene una herencia cultural de sus padres, quienes nacieron en Girona y en Bilbao”. Por ello, critica las encuestas que plantean cuestiones cuyas opciones de respuesta son excluyentes: “¿Por qué preguntan si te sientes más catalán o español? Las identidades siempre son múltiples. Te puedes sentir catalán y español, del mismo modo que un musulmán puede sentirse tan andaluz o asturiano como cualquier otro ciudadano”.

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