El terrorismo amenaza las fronteras del país corrompiendo la sociedad, apoyado por un dogmatismo religioso y profano, lo cual en realidad es un terrorismo mental.
Se acaba de anunciar que el comité noruego ha otorgado el premio Nobel de la Paz 2015 al Cuarteto del diálogo nacional en Túnez por «su contribución decisiva a la construcción de una democracia pluralista en Túnez tras la Revolución de los Jazmines de 2011».
El Cuarteto representa el régimen de competencias ante la gestión de Túnez, un país actualmente minado por las discrepancias políticas y sectarias hasta el punto de haber dilapidado la principal conquista de su revolución: la libertad de expresión.
Esta es, por tanto, la ocasión perfecta para que Túnez se llene de orgullo y de voluntad para crecer con un modelo que constituya realmente una excepción no sólo en la región, sino también en el mundo.
No debemos olvidar que se siguen produciendo asesinatos políticos en el país y que las amenazas de nuevos atentados son reales. Al mismo tiempo, el terrorismo amenaza las fronteras del país corrompiendo la sociedad, apoyado por un dogmatismo religioso y profano, lo cual en realidad es un terrorismo mental.
Las cuatro organizaciones que componen el Cuarteto -la central sindical UGTT, la patronal UTICA, el sindicato de abogados y la Liga Tunecina para los Derechos Humanos- tienen la importante misión de salvaguardar las conquistas de la Revolución. ¡Que este premio no les dé sólo una legitimidad adicional, sino también el deber de actuar de inmediato para lograrlo!
Para que tenga sentido, esta acción imperiosa debe ir dirigida a los temas sociales que tienen un impacto efectivo sobre el imaginario popular, con el fin de levantar el freno que impide -por razones puramente dogmáticas- que el inconsciente colectivo pueda contemplar la democracia en el país.
LOGRAR LA PAZ SOCIAL ABOLIENDO LA HOMOFOBIA
Una de estas cuestiones es la abolición de la homofobia, a lo que se han opuesto recientemente el presidente de la República y el principal jefe de la oposición, Mohamed Ghannouchi. Este último incluso tuvo que desdecirse tras haber asegurado ante los medios extranjeros que no se oponía a ello.
Ahora bien, la homofobia, legalmente impuesta por una ley miserable que data del Protectorado francés, es ilegítima, pues se trata de un arma en manos del poder para amputar las libertades y controlar una juventud cada vez más turbulenta.
Además, es una verdad falsa por antonomasia, una mentira tejida por las minorías religiosas como algo profano para sus propios intereses, pues ni el pueblo ni su esencia ni el islam son homófobos. Y esto ha sido demostrado.
Recordemos que, a día de hoy, uno de los miembros del Cuarteto -el sindicato de abogados-, en principio al servicio de la sociedad, todavía no se ha pronunciado a favor de la abolición de la homofobia en Túnez.
Por eso pido que el premio sensibilice más a este grupo de abogados sobre sus responsabilidades y que el Cuarteto dé su respaldo a lo que supondría un paso decisivo, y cualitativo, hacia una convivencia democrática en Túnez. Una convivencia que no podría contemplarse seriamente sin la abolición de la vergüenza que se pone de manifiesto en el artículo 230 del Código Penal.
No habrá mejor manera de acoger este premio que actuando por la paz social más allá de los piques políticos. Porque ahora más que nunca, con este prestigioso premio, sus actos en materia social -y sobre todo respecto a los temas más tabú- serán juzgados de forma pertinente.
Que el Cuarteto empiece, por tanto, adoptando una postura sobre esta cuestión de actualidad: la abolición de la homofobia en Túnez. Esperamos que apoyen a las fuerzas que siguen el sentido de la historia para acabar con esta criminalización propia de otra era.