Distintos expertos analizan para eldiario.es los aspectos más polémicos del documento de la Comisión Bíblica, que ofrece una relectura de la homosexualidad
¿Tiene la Biblia respuestas para todo? ¿Y la Tradición? ¿Se puede juzgar hoy con la mirada de hace 6.000 años? En la Iglesia, todo es posible. Se ha visto esta semana, con la filtración del nuevo documento encargado por el papa Francisco a la Comisión Bíblica Internacional, y en el que a través de 330 páginas se intenta abrir el debate sobre la interpretación que las Escrituras hacen del celibato, la igualdad hombre-mujer, el divorcio, el matrimonio o las relaciones homosexuales.
Éste último punto ha abierto la polémica entre los sectores más conservadores de la Iglesia, que consideran que los biblistas se han extralimitado en sus funciones al abrir el debate sobre «la homosexualidad y las uniones homosexuales como expresión legítima y digna del ser humano».
Aceptar la homosexualidad
«La relación erótica homosexual no debe ser condenada», se lee en el texto encargado por el Papa, que aunque admite que no existen «ejemplos de unión legalmente reconocida entre personas del mismo sexo» en la tradición bíblica, sí invita a «aceptar la homosexualidad y las uniones homosexuales como expresión legítima y digna del ser humano» frente a las «reservas» de las tesis más rigoristas.
«La Biblia poco o nada dice acerca de este tipo de relación erótica, que por lo tanto no debe ser condenada, también porque a menudo indebidamente se confunde con otros comportamientos sexuales aberrantes», se lee en el documento, que subraya cómo «ciertas formulaciones de los autores bíblicos requieren una interpretación inteligente que salvaguarde los valores que el texto sagrado intenta promover evitando, por lo tanto, repetir literalmente aquello que también trae consigo rasgos culturales de aquel tiempo. Será requerida una atención pastoral, en particular frente a las personas individuales, para llevar a cabo aquel servicio de bien que la Iglesia debe asumir en su misión para los hombres».
El Vaticano recula: no hay apertura a los gays
Sin embargo, casi de inmediato el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Giacomo Morandi, emitía una declaración en la que sostiene que «no existe ninguna apertura a las uniones de personas del mismo sexo» y calificaba el documento de la Comisión Bíblica de favorecer «una visión distorsionada e instrumentalizada» de estas cuestiones. Obviando, a propósito, que ha sido el propio Papa el que ha solicitado el estudio.
¿Por qué esta diferencia de criterio? El biblista Xabier Pikaza, uno de los mayores expertos de nuestro país en esta temática, asegura tajante que «los biblistas vamos tres o cuatro lustros por delante de los teólogos». El problema, insisten los expertos consultados por eldiario.es, es que el peso de la Tradición y de la normativa eclesiástica llevan siglos ganando preso frente a un análisis sin prejuicios de los textos sagrados.
El propio secretario de la Comisión Bíblica, Pietro Bovati, afirmaba que «hay preguntas que la gente se hace hoy que no encuentran una respuesta inmediata y precisa en la Biblia». Lo cual no quiere decir que no se sigan buscando, con los ojos de hoy.
Lecturas fundamentalistas de la Biblia
Esta es la opinión de Jaime Vázquez, director de Reseña Bíblica, la principal publicación en castellano de esta temática. Para Vázquez, «este texto tiene mucho mérito», ya que «muchas de las narraciones de la Biblia están contextualizadas en un momento concreto. Hoy, o no nos hacemos esas preguntas, o las respuestas han cambiado muchísimo».
El objetivo del documento de la Comisión Bíblica, en opinión del experto es «intentar que releamos la Biblia en el siglo XXI, y que la interpretemos», porque «si no, terminamos haciendo lecturas literales y fundamentalistas, que llevan al prejuicio y a la condena».
En cuanto a la homosexualidad, el director de Reseña Bíblica señala cómo «hay textos del Antiguo Testamento, como el Levítico, que condenan expresamente la homosexualidad, pero otros que reflejan escenas aparentemente homosexuales», como el libro de Samuel, con la ‘amistad entre David y Jonatán’. «Lo mismo en el Nuevo Testamento, con un san Pablo condenando a la homosexualidad, y unos Evangelios en los que Jesús, en ningún momento, condena». ¿Hay contradicción? «No, lo que hay que hacer es interpretar y actualizar. Ése es nuestro trabajo», sostiene Vázquez.
«Hay una línea sacerdotal que ha querido fijar la realidad del hombre y la mujer en un contexto de leyes sagradas impuestas, pero el mismo Antiguo Testamento ha rechazado una y otra vez estos esquemas», explica Pikaza, citando cómo la Ley del Talión fue superada por el Jesús del sermón de la montaña. «Durante muchos siglos, volvió a dominar un tipo de derecho eclesiástico» más centrado en la prohibición y el pecado. Sólo desde el Concilio Vaticano II y, muy especialmente, con el Papa Francisco, se está volviendo a abrir debates ya cerrados únicamente con la doctrina más férrea.
«Por eso Francisco ha querido acudir a los biblistas», señala Pikaza, quien ve «notoria la oposición que hay en Roma entre la dogmática y la teología bíblica» que busca «escuchar la Palabra y estudiarla en el mundo de hoy». «El Papa no ha acudido a los dogmáticos, como habrían hecho algunos papas anteriores, que pensaban que la norma había dejado los temas sexuales atados y bien atados», resume.
Francisco, frente a los dogmáticos
Frente a eso, añade el biblista, «Francisco parece dispuesto a desatar esos nudos predogmáticos, no para establecer una nueva dogmática, sino para poner de nuevo a los hombres y mujeres en el camino de la revelación y presencia de Dios en Cristo». ¿Le dejarán hacerlo? Esa es otra historia.
Para Pikaza, el estudio de la Comisión Bíblica apunta a que «el amor homosexual no es invitación a la promiscuidad, sino una llamada muy honda a la creatividad personal, en un plano de comunión libre y gratuita de seres que han nacido para el amor y que se aman».
En esa línea, «el sexo no es desahogo de la naturaleza, ni «descanso del macho guerrero «, ni «consolamento» de mujeres sumisas, sino apertura a la comunicación más alta del amor personal y de la vida, en libertad y comunión gratuita, en responsabilidad creadora, en camino de resurrección, como insinúa ya este documento», concluye.
«La Iglesia católica necesita, como han hecho otras iglesias, estudiar la Biblia, algo que hasta hace poco los católicos teníamos prohibido. Y si la conocemos, evitaremos errores como otorgar credibilidad histórica a Adán y Eva, o dogmatizar con temas como la homosexualidad», sostiene Jaime Vázquez. «Eso es lo que ha pedido el papa Francisco. Y después de los biblistas, más tarde, que vengan los teólogos. Estoy seguro de que este documento dará lugar a un interesante debate en la Iglesia».