Por increíble que parezca, hace unas semanas el PSOE, ese partido que en cuanto está fuera del poder tiene clarísimo que hay que revisar el Concordato y los privilegios de la Iglesia que ellos mismos habían mejorado en las dos legislaturas de Zapatero (por mediación de la meapilas reaccionaria disfrazada de feminista María Teresa Fernández de la Vega), ha conseguido que la Iglesia robe a la ciudadanía la Mezquita de Córdoba. Por supuesto, no han tenido ni la decencia de hacerlo activamente, se han limitado a abstenerse y mirar para el otro lado mientras la fraudulenta empresa inmobiliaria Vaticano S.A., que vende parcelas en el más allá a precio del más acá con cuenta en Suiza, se apropiaba de un espacio público.
Como anuncia con gran deleite el medio cristofascista ABC: El PSOE se abstiene de pedir la titularidad pública de la Mezquita-Catedral. Aunque es el medio independiente y joven Cordópolis el que mejor retrata la incoherente situación: El PSOE se abstiene en la moción de IU sobre la Mezquita.
Hay que recordar que El PSOE ya se abstuvo en la dación en pago en ese otro tema que tanta doble moral “digo esto, hago lo contrario” le provoca: los desahucios. El PSOE ha hecho una carrera de contradecir en gobierno lo que dice en oposición.
Para entender la situación política e inmobiliaria en Córdoba, recomiendo leer este hilarante y documentado retrato de la degeneración que provocó en el antiguo califato la vendida al PSOE Rosa Aguilar tras la partida de Anguita, titulado La batalla municipal: Córdoba. Los últimos días del Califato Rojo. Ahí se ve cómo el PSOE revirtió todos los avances de IU y fue introduciendo a sus dos grandes aliados neoliberales: la banca (Cajasur) y la Iglesia. Poco a poco la España cacique fue recuperando puestos hasta devolver la ciudad a la edad media como nos explica ese artículo: “La alcaldía se convierte en triunvirato. Aguilar comparte el poder desde el 99 con Miguel Castillejo, sacerdote Papa absoluto de Cajasur, la caja de la Iglesia, y con el constructor Rafael Gómez, alias Sandokán, mote que ya ofrece confianza absoluta para una persona de bien”. Yo no tengo tanta vivencia, pero puedo poneros en antecedentes con mi propia experiencia cuando fui a presentar mi libro “La vida en rosa, en rojo y en violeta” en el Mercao Social La Tejedora y, para acompañar el acto de una nota de artivismo, decidí hacer una protesta ante la Mezquita que la policía impidió agresivamente, amenazándome con llevarme a comisaría y multarme si no me retiraba de ese espacio “público” (que en realidad no es público, pertenece a la Iglesia que se beneficia de la vigilancia con dinero público). La penosa muestra de criminalización de la protesta ocurrió así.
A raíz del llamamiento del profesor de Derecho Civil en la Universidad de Córdoba (UCO) Antonio Manuel Rodríguez para que la ciudadanía exija a la Junta de Andalucía que reclame al Estado la titularidad pública del monumento registrado Patrimonio de la Humanidad con la denominación “Mezquita”, que la Iglesia esconde de la nomenclatura institucional del monumento, ya que de no hacerlo La Mezquita de Córdoba será propiedad ‘eterna’ de la Iglesia en 2016, creo conveniente contar mi experiencia protestando por la inmatriculación.
Cuando fui invitado a la II Semana de los Mercaos Sociales del Sur para presentar mi libro “La vida en rosa, rojo y violeta” inicié una investigación de la situación de la ciudad tras el fin de la longeva alcaldía de IU y su caída en manos de un PP con ganas, rabia y avaricia para empapelar todas las columnas de la Mezquita.
Y el mapa que traza esta investigación es un esperpento con tintes de drama lorquiano que se reproduce en los principales pueblos de España. Por un lado tenemos el escandaloso robo del patrimonio ciudadano de manos de una Iglesia patrocinada tanto por PP como por PSOE que Aznar inauguró con su reforma de la Ley Hipotecaria española, redactada en plena dictadura franquista para conceder a la Iglesia Católica la potestad de inscribir a su nombre en el Registro de la Propiedad bienes que no estaban inscritos a nombre de nadie. Éste es el acto conocido como “inmatricular” (ver La Iglesia inmatricula también fetos).
No bastándole con ello, la Iglesia ha decidido que El obispo de Córdoba no quiere mezquita, sólo catedral, así que ha borrado el nombre de Mezquita y ha decidido que la va a llamar como le dé la gana.
Córdoba Laica junto al Frente Cívico Somos Mayoría, creado por Julio Anguita, hizo una valiente denuncia que Andaluces Diario tituló Los cobradores del IBI hacen un escrache al obispo de Córdoba. En el artículo nos enteramos de muchos de esos chanchullos que los cristofascistas del PP están garantizando a los originarios, Vaticano S.A..
Los escracheadores, concentrados a las puertas del Palacio Episcopal de Córdoba -que, avisado, estaba cerrado a cal y canto-, acudieron como auténticos cobradores del frac. Sólo que en esta ocasión se autodenominaban cobradores del IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles). El grupo denuncia que sólo en Córdoba y sin contar la Mezquita-Catedral ni las parroquias de la ciudad el Ayuntamiento deja de ingresar un total de 1,2 millones de euros al no cobrar este impuesto.
Córdoba Laica y el Frente Cívico Somos Mayoría aseguran también que no piensan reclamar que la Iglesia pague el IBI por la Mezquita de Córdoba, ya que eso sería reconocer su propiedad. Estos dos colectivos denuncian que el Cabildo Catedralicio, órgano dependiente de la Diócesis de Córdoba, se apropió de un inmueble catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2006 aprovechando una modificación de la Ley Hipotecaria. La inmatriculación de la Mezquita le costó a la Iglesia tan sólo 30 euros, que fue lo que tuvo que pagar en el Registro de la Propiedad por poner a su nombre todo el inmueble.
En el mismo sentido, los escracheadores han pedido la expropiación de la Mezquita y que el edificio tenga un uso ecuménico, similar al de la Catedral de Santa Sofía en Estambul.
Además, el colectivo ha vuelto a denunciar que el Cabildo tampoco paga impuestos, como el IVA, por las entradas a la Mezquita de Córdoba, consideradas como un donativo. Según los datos del Observatorio de Turismo de Córdoba, en 2011 visitaron el monumento más emblemático de la ciudad un total de 1,3 millones de personas. Según Córdoba Laica, las entradas le generan al año unos ingresos de cerca de nueve millones de euros a la Iglesia.
Por otro lado está ese repulsivo homofObispo de Córdoba, una antigualla que escupe declaración anticonstitucional tras declaración anticonstitucional y luego juega a la pena y el victimismo, propio de la Iglesia en cuanto se le afea su negocio del odio.
Lo más curioso ha sido escuchar reiteradamente los insistentes rumores de que el homofObispo es en realidad un homosexual armarizado (capillizado, llamaría yo a esas hordas de curas que hace en el escondrijo de sus sacristías lo que condenan en sus altares) y que tiene un avezado chulazo que fue el responsable de esa escandalosa venta de las vigas de la Mezquita en Sotheby’s por 1,5 millones de euros. No puedo creerlo. Estoy seguro de que son infundios, porque un homosexual que disfruta de chaperos, orgías, dejarle a su mari-amante expoliar un patrimonio de la humanidad y venderlo en Londres entre musical y musical, jamás lanzaría una asquerosa campaña homófoba y misógina para destruir a sus correligionarios (los de verdad, los que siguen el mismo culto: el Culto al Divino Miembro Erecto). ¿Verdad, recalcitrante homófobo que provocaste una Carta abierta enviada al papa Juan Pablo II, en noviembre de 1997, por ocho hombres ex miembros de los Legionarios de Cristo que acusan a su fundador, Marcial Maciel, de haber abusado sexualmente de ellos cuando eran adolescentes? (ver Beatificando la pedofilia, la homofobia, la misoginia).
Cuando decidí hacer una acción para denunciar este robo de un espacio público, me encontré con un dispositivo represivo sin precedentes. Apenas llevaba 5 minutos en la puerta de la Mezquita cuando, de la nada, apareció una flota de coches patrulla que me rodearon cual palestino en Gaza. Sin darme tiempo a reaccionar me ordenaron que despegase el cartel que acaba de adherir con sumo cuidado (unos celos transparentes) a la puerta del patio de la Mezquita. “Esto es un edificio público y eso es vandalismo”, me espetó el policía mientras me pedía el DNI para ponerme una multa. “No es un espacio público, pertenece a la Iglesia, una empresa privada”, le respondí yo ante su asombro. El policía no estaba dispuesto a dedicar ni una neurona a la labor intelectual. Inmediatamente apareció un nuevo coche en el que parecía estar un alto mando al que el policía local dedicó explicaciones. Mientras el policía discutía con el jefe qué hacer conmigo, yo me retiré del lugar previendo un arresto que no tenían claro si llevar a cabo frente a tanta gente (en las fotos, que agradezco a Madero Cubero, no se aprecia, pero rápidamente se empezó a montar un numeroso corro tras la policía y sus coches).
El único medio presente fue el pungente diario digital Cordópolis, que lo recogió bajo el titular: Shangay Lily protesta por la inmatriculación de la Mezquita.
El caso es que tras exigirme el nombre del hotel en el que me alojaba por si iban a ponerme la multa, la policía se quedó discutiendo entre ellos mientras los curiosos se lanzaban a espetarme que me martirizase en pos del espectáculo. Conociendo cómo se las gasta la policía con las multas y detenciones injustificadas (y temiendo que me plantasen una navaja como “prueba” de mi violencia, como intentaron hacer en el escrache a Gallardón en el que la policía mandaba a las mujeres “a casa a fregar”), decidí retirarme sabiendo que lo que quería demostrar ya estaba captado: la policía pagada con nuestros impuestos funciona como vigilante jurado de la Iglesia gracias al PP y la abstención y colaboración del PSOE.
Criminalizar los movimientos sociales, las alternativas, las voces independientes de los pactos e intereses electorales, de la poltrona, sigue siendo la estrategia del bipartidismo. Seguir saliendo a la calle a hacer escuchar nuestra voz y dar testimonio de la disidencia, de otras alternativas y del descontento que ellos niegan, la nuestra.
Sobre esa insultante manipulación de Gallardón de pretender que negarle a la Iglesia su escandaloso robo de la Mezquita es “expropiar”, me remito al magnífico artículo de mi siempre admirado compa Aníbal Malvar, sarcásticamente titulado Las mentirijillas de Gallardón.
PD: Para completar la manipulación que viene haciendo la Iglesia para pretender que la Mezquita era suya, me permito incluir un magnífico trabajo, rigurosamente documentado, de mi admirado Manuel Hazarem, creador de la tristemente desaparecida (por amenazas del panfleto cristofascista ABC) revista La Colleja, que explica la propaganda de la Iglesia para borrar el pasado islámico de la Mezquita. El artículo se llama La segunda desislamización de la Mezquita de Córdoba y es imprescindible.
Archivos de imagen relacionados