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Segunda fuerza religiosa en Catalunya, y un mundo desconocido por muchísima gente. Los protestantes catalanes, dentro de sus diferentes denominaciones evangélicas, son muchos. Las cifras que ofrece el Consell Evangèlic de Catalunya cuantifican en 250.000 personas a los protestantes que forman parte de las 800 entidades o centros de culto que hay en nuestra casa. Es decir, que el protestantismo es la segunda religión de Catalunya, después del catolicismo. Desde hace meses se están organizando para lo que será uno de sus actos más multitudinarios: después de 10 años sin hacerlo, celebrarán su IV Congreso Protestante de Catalunya y han optado por un lema que puede desconcertar a más de un alma que no esté ubicada en su lenguaje: «Cooperar para saturar Catalunya con el Evangelio de Jesús». Diáconos y diaconisas, pastores, ancianos, líderes de comunidades, pero también personas que no tengan cargos pueden asistir a este encuentro que quiere demostrar que Catalunya tiene una presencia cristiana protestante muy alta.
Estamos ante la segunda minoría del país en número de centros de culto y de instituciones religiosas. En Catalunya el protestantismo se ha reunido institucionalmente en el periodo democrático en el Consell Evangèlic de Catalunya desde el año 1981. Forman parte de él entidades como la Iglesia Evangélica de Catalunya, la Iglesia Española Reformada Episcopal-Catalunya (Comunión Anglicana), la Unión de Iglesias Bautistas de Catalunya, las Asambleas de Hermanos, la Iglesia de Filadelfia… Sus principios son que solo la gracia vale: el valor de una persona ante Dios no depende de ella, ni de sus méritos, sino del amor de Dios. Solo la fe en Dios prevalece, por lo tanto, la persona está llamada a confiar en Dios y en su perdón, teniendo solo a la Biblia como brújula única y solo a Jesucristo. Una fe sin ornamentos, seca, directa. Todo es directo y sin intermediaciones, motivo por el cual las devociones tan arraigadas al catolicismo les parecen superfluas e innecesarias. Ni santos, ni peregrinaciones, ni estatuas, ni rosarios.
Los grandes nombres que históricamente han destacado en Catalunya no son lo bastante conocidos. Pere Galés i Reiner (1537-1595), nacido en Ulldecona, filólogo, jurista, filósofo, helenista, muere en Zaragoza en la prisión del Santo Oficio después de una intensísima vida como humanista que estuvo y vivió en Roma, Ginebra, Burdeos, Nimes y París. Gaspar Centelles, valenciano y noble, procesado y quemado en 1563 por ser luterano. Valencia fue de hecho uno de los puertos donde llegaban más Biblias y libros editados a Holanda, donde los confiscaban y prohibían. Y la gran figura del pastor Samuel Vila Ventura, un personaje que en Terrassa ha sido nombrado hijo predilecto de la ciudad y que fue un defensor encarnizado de la libertad religiosa cuando su fe estaba en peligro y prohibida.
Los protestantes han vivido muchas penurias. No es una religión del pasado. Tenemos vecinos, amigos, familiares, que por el hecho de haber sido protestantes fueron perseguidos durante el franquismo. La diversidad, también religiosa, se ha leído en algunos momentos históricos como un atentado contra una pretendida unión nacional que era uniformidad a la fuerza y no elección libre de lo que eres o quieres ser. El catolicismo ha avanzado y ya no se refiere a los protestantes como «hermanos separados». El ecumenismo o unión de los cristianos es una realidad y las comunidades cristianas se unen por causas comunes que son beneficiosas para la ciudadanía: clima, justicia social, vulnerabilidad, intervención social. Las etiquetas que tanto daño han causado han dado paso a nuevas nomenclaturas. Este grupo protestante catalán no debe ser una nota al pie de página de un grupo concreto, sino un acontecimiento que normaliza el hecho religioso y diverso en la sociedad. La libertad religiosa es un derecho y no un capricho. Catalunya cuenta con una Direcció General d’Afers Religiosos, que entre sus funciones tiene la atención a las diferentes entidades religiosas establecidas en Catalunya, así como aplicar los acuerdos del Govern con los órganos representativos de las diferentes confesiones religiosas. Así pues, la libertad religiosa forma parte de las prioridades de la Administración. No es suficiente. Los medios de comunicación, los partidos políticos, los programas educativos no pueden olvidarlo. Estamos ante un derecho fundamental. Vayamos recordándonos los Derechos Humanos, que nos quedaremos cortos.