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El presidenta iraní Ebrahim Raisi en la celebración del 44º aniversario de la Revolución Islámica de 1979 en Teherán (Foto de Archivo). / Europa Press

Proselitismo chií · por Waleed Saleh

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Desde que Jomeini se hizo con el poder en 1979 hasta la actualidad, el régimen iraní ha centrado sus esfuerzos en exportar la Revolución Islámica a los países vecinos y expandir la confesión chií en todo el mundo musulmán. Para conseguir estos fines ha movilizado sus alargados e influyentes brazos públicos y clandestinos camuflados en centros o asociaciones culturales, escuelas, ONG, lugares de culto (husayniyya), servicios de inteligencia, incluso milicias y grupos paramilitares, con la protección y colaboración de las embajadas iraníes. Para la penetración de todos estos actores en las sociedades donde quieren dejar su impronta se utilizan métodos bien estudiados, que van desde la compensación económica a las becas de estudios, o visitas a los lugares santos del chiismo en Iraq e Irán financiadas en su totalidad por las autoridades iraníes, pero también iraquíes.

Convertirse al chiismo conforme a la visión iraní no significa solo abandonar tu confesión o religión y abrazar la nueva confesión, sino exige también ser leal al líder supremo de la Revolución Islámica y apoyar la teoría de Vilayat-e-Faqih (el gobierno del jurisconsulto o el doctor en leyes islámicas), puesta en marcha por el propio Jomeini.

Algunos países, preocupados por la injerencia iraní en sus sociedades y por miedo al sectarismo y a futuros enfrentamientos entre las confesiones, tuvieron que romper sus relaciones con Irán. Argelia en 1993 expulsó al embajador iraní y rompió su relación diplomática con este país por la injerencia política y social que ejercía en el país magrebí. El rey de Jordania Abdalá II, en una entrevista realizada por el diario Washington Post durante su visita a EEUU en 2004, utilizó el término «media luna chií», refiriéndose a la alianza de las fuerzas políticas chiíes en Oriente Medio apoyadas por Irán con el fin de enfrentarse a los árabes suníes para cambiar el equilibrio tradicional entre las dos ramas del islam. La citada «media luna» empieza en Irán y termina en el Líbano, pasando por Iraq y Siria. El rey manifestó también su preocupación por la política iraní en la región y la posibilidad del estallido de desavenencias entre chíes y suníes. En 2009, el rey de Marruecos Mohamed VI siguió los pasos de Argelia alegando varias razones, entre ellas el intento de Irán de difundir el chiismo entre la población marroquí.

El jeque de la fundación cairota de al-Azhar, Ahmad al-Tayyib dirigió en 2015 una campaña para frenar la expansión chií entre los jóvenes egipcios, que eran objeto de una campaña sistemática que les alentaba a abrazar el chiismo a cambio de beneficios económicos y de otra índole.

En el mes de noviembre de 2017, las autoridades argelinas retuvieron a más de 400 argelinos procedentes de Irán e Iraq después de peregrinar a los lugares santos chiíes en estos dos países y la policía fronteriza del aeropuerto de Houari Boumédiène en la capital confiscó una gran cantidad de panfletos, publicaciones, fotos y textos de propaganda para el chiismo. El gobierno argelino ha demostrado en varias ocasiones su preocupación por el activismo de los seguidores del sistema político y espiritual iraní, por ejercer una gran influencia sobre las clases desfavorecidas, donde suelen ser más activos estos grupos.

Algunas investigaciones señalan la existencia de una unidad clandestina llamada Katama (ocultación) vinculada a la oficina de Jamenei, líder supremo de la Revolución Iraní, ubicada en la calle Mir Damad en Teherán, que no lleva ningún distintivo; sin embargo, los vecinos saben que es un centro oficial. Se trata del brazo clandestino iraní que organiza el trabajo del proselitismo chií en los países del Magreb. Su labor consiste en planear y proyectar el apoyo tanto material como moral a las redes chiíes dispersas en esta zona y concentrar el esfuerzo proselitista en los colectivos magrebíes que viven en Europa, especialmente en Francia, Gran Bretaña y Alemania.

Según las mismas informaciones, las embajadas iraníes asentadas en estos países coordinan el trabajo de aquellas redes, organizan viajes con todos los gastos pagados a grupos influyentes de intelectuales, políticos, profesores de universidad… que no solo visitan Teherán, Qom y Najaf, sino que también les organizan encuentros con los servicios de inteligencia, con miembros de la Guardia Revolucionaria y con clérigos chiíes. En 2018, Argelia de nuevo expulsó de su territorio al agregado cultural iraní Amir Mousawi, por excederse en sus labores diplomáticas y dirigir una «peligrosa red» para difundir el chiíismo entre la población argelina.

La Fundación del Imam Husein ubicada en Qom, recibe estudiantes de todo el mundo para formarlos en la confesión chií y convertirlos en futuros mensajeros para su difusión. Lo mismo hacen las decenas de asociaciones conocidas con el nombre de Ahl al-Bayt (familia del Profeta) que se encuentran en medio mundo y reciben el apoyo y la generosa financiación de los gobiernos de Irán e Iraq. Los métodos utilizados por estos centros para conseguir adeptos oscilan entre la labor explícita y pública y la taqíyya o kitman, una práctica en el ámbito chií que es un acto de disimulo de las creencias religiosas cuando uno teme por su vida o por la reservación de la fe. En 2015, el clérigo iraquí Muqtada al-Sadr invitó a los chiíes argelinos a abandonar la fase de la ocultación (taqiyya) y practicar su fe sin miedo a aquel «grupo errado», haciendo referencia a la confesión sunní, mayoritario en Argelia.

Las autoridades iraníes son especialmente activas en el sector de los medios de comunicación. En España han fundado el canal televisivo Hispan TV. Las milicias proiraníes en Iraq, Siria y Líbano cuentan con decenas de canales de televisión como al-Nojaba TV en Iraq; al-Mayadeen y Alalam en Siria y al-Manar en el Líbano. Estos aparatos propagandísticos procuran vender los supuestos éxitos de la política de Irán, su poder armamentístico para hacer frente a Occidente y en especial a Estados Unidos. Asimismo, alardean del papel de Hezbollah del Líbano por frenar a Israel, sabiendo que esta milicia libanesa cuenta con el total apoyo material y logístico de Irán. Los diferentes aparatos del régimen iraní, sus simpatizantes y los conversos al chiismo suelen ser también muy activos en las redes sociales.

En Yemen, Irán apoya a la minoría chií de los huties, que están enfrentados con el gobierno yemení, apoyado por Arabía Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Con la ayuda de Irán se han fundado varios partidos políticos del entorno de sus aliados como al-Haqq (la verdad), Ittihad al-Quá al-Sha’biyya (Unión de las fuerzas populares) y al-Umma (la nación). Estos partidos han adquirido buena parte de los medios de información del país para ejecutar su proyecto sectario chií.

En el ámbito educacional, las autoridades iraníes han demostrado un especial interés. Han fundado escuelas primarias y secundarias en muchas capitales, ya no solo en los países de mayoría musulmana, sino también fuera de estos países. Según las estadísticas del Ministerio de Educación iraní, el país de los ayatolás tiene escuelas en 79 países. Solo en Iraq cuentan con 8 escuelas. Los agregados culturales de las embajadas iraníes son especialmente dinámicos en zonas como América Latina y África (Argentina y Níger como ejemplos). Anualmente conceden centenares de becas a estudiantes en diferentes niveles de estudio, los cuales no solo reciben una formación en la confesión islámica chií, sino que también son reclutados para ser futuros mensajeros para la difusión del chiismo al regresar a sus países.

En al ámbito universitario, el interés de las autoridades iraníes es aún mayor. Con muchos empeño y paciencia han podido penetrar en las universidades de medio mundo. Organizan reuniones, seminarios, congresos y conferencias internacionales en universidades árabes, europeas, africanas. Invitan a profesores iraníes para participar, incluso a clérigos que en el fondo blanquean la política del régimen y sirven como voceros del sistema. También invitan a profesores extranjeros a visitar Irán en plan de lujo y procuran convencerlos de las virtudes del chiismo frente a las otras confesiones islámicas.

El papel de los estudiantes chiíes procedentes de Irán, Iraq o Uganda es relevante concretamente en Europa. En Gran Bretaña el partido chií Daawa realiza sus actividades desde hace décadas. En Bélgica se celebra anualmente la Ashura (conmemoración del asesinato de Husein, nieto del Profeta, en el año 680). Los devotos chíes en estos países europeos desfilan en público, se golpean el pecho o la espalda con cadenas o se hacen heridas con una espada en la cabeza. Pero esta presencia del proselitismo chií no se libra de roces y problemas con otras confesiones del islam. El 12 de marzo de 2012, Rachid El Boujari, un emigrante marroquí residente en Bélgica se dirigió a la mezquita chií del Imam Rida en el municipio de Anderlecht, le prendió fuego causando la muerte del imam Abdallah Dahdouh, también emigrante marroquí convertido al chiismo. El Boujari fue condenado a 27 años de prisión.

En Francia, las autoridades cerraron en 2018 el centro chií al-Zahra y bloquearon sus cuentas bancarias. Encontraron en el lugar varias armas de fuego, por lo que fue acusado de apoyar el terrorismo y ser un brazo de Hezbollah.

El proselitismo chií recibió un gran impulso con la invasión estadounidense de Iraq y la caída del régimen del Baaz en 2003. Con el paso de los años, los tentáculos del gobierno de los ayatolás han penetrado en todas las articulaciones de Iraq. Se han formado a continuación en el país mesopotámico decenas de milicias proiraníes que cuentan con cientos de miles de efectivos armados hasta los dientes que se han hecho con buena parte de la riqueza del país y la han puesto al servicio de las autoridades iraníes. Estas milicias reciben del gobierno unos sueldos sustanciosos, además de ser dueñas de grandes empresas y bancos en el país. Los fondos obtenidos de Iraq fundamentalmente los maneja la Guardia Revolucionaria iraní, que ha convertido a Iraq en su patio trasero. Con este dinero no solo financian los centros del proselitismo chií en todo el mundo, sino que también sostienen las milicias diseminadas a lo largo y ancho del mundo árabe, sembrando muerte y destrucción. Han cometido limpiezas étnicas y han hecho desaparecer a decenas de miles de ciudadanos de otras confesiones, especialmente los suníes.

Desde los primeros años del cambio del sistema político de Iraq, los sucesivos gobiernos han unido sus esfuerzos a los del régimen iraní en muchos ámbitos, entre ellos su afán de difundir el chiismo en todo el mundo. Iraq, a su vez, comenzó a abrir en diferentes ciudades del mundo centros y asociaciones culturales llamadas Ahl al-Bayt para el mismo fin y copiaron el estilo de Irán para realizar actividades proselitistas en las sociedades y centros educativos extranjeros. Comenzaron a invitar a periodistas y profesores universitarios, especialmente en fechas relacionadas con conmemoraciones o festividades chiíes, como Ashura o la Arba’iniyya del imam Husein. Los anfitriones suelen entrevistar a los invitados y les sugieren explícita o implícitamente que elogien la labor de las autoridades chiíes del país y preponderen la confesión chií. Solicitan a los periodistas invitados que envíen a sus medios crónicas, artículos y reportajes positivos de todo lo que vean, y especialmente lo que tiene que ver con esta rama del islam. Y si los invitados no acceden a esta petición se ven abandonados en mitad de su viaje.

Es decepcionante ver que gente de la cultura, profesores, periodistas e intelectuales se presten a blanquear la cara de sistemas políticos funestos como los de Irán e Iraq, porque lo único que consiguen es dañar más a la población que sufre las penalidades de este tipo de gobiernos. La exaltación de estas autoridades solo se puede entender como agradecimiento a los anfitriones, que seguramente se esfuerzan para que sus invitados vean la parte positiva de la película, y estos por comodidad no pueden o no quieren averiguar la otra cara de la realidad. A nadie se le oculta que tanto Irán como Iraq tienen sistemas políticos represores y corruptos donde, pese a los inmensos ingresos económicos, buena parte de sus poblaciones vive bajo el umbral de la pobreza y donde los derechos y libertades brillan por su ausencia. Los intelectuales que visitan estos dos países no deben caer en la trampa de tener que exaltar unas políticas sectarias y nefastas. Prestarse a jugar este papel afecta gravemente a la verdad y lesiona la responsabilidad ética y moral.

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