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Propiedad privada e Iglesia: caridad o justicia · por Antonio Martínez Lara

Con frecuencia hay concepto que se confunden y hasta se enfrenta según las circunstancias que a cada cual. No entiende lo mismo quien añora un techo para su familia del que nadie lo expulse, que un fondo de inversión que con sus miles de viviendas especula para enriquecerse más subiendo de los precios. La casa donde vive esa familia y los miles del fondo de inversión son propiedad privada, pero tan distintas entre sí, que el bienestar de una familia depende de la avaricia del potentado dueño. Y es que la gente sencilla no llega a entender lo que es la lógica propiedad de la vivienda o de cuanto necesita quien trabaja por cuente propia o la pequeña empresa para fabricar algunos objetos o prestar un servicio. Esa es la situación es la economía de productiva en la que todo es fruto del trabajo y se puede ver claramente. No es lo mismo la economía especulativa que no depende principalmente del trabajo sino de muy variadas compras y ventas e incluso con el juego de acciones en que se acaba convirtiendo la economía productiva.

Aquí hablamos ya de los fondos de inversión que para ganar más, en vez de especular con viviendas también lo pueden hacer con hospitales y hasta con universidades también privadas. De ahí surgen los problemas en la educación, en la sanidad y hasta en los geriátricos, pues además de los gatos de trabajo y demás hay que apartar grandes cantidades para quienes especulan dirigiendo esas empresas. Bastantes personas no reparan en esa realidad y no se preocupan de que lo que falta a alguien, otro se lo lleva en exceso o se pierde en el camino. Hay quienes aceptan que la especulación es una labor que debe beneficiarse con pingües riquezas por su mayor esfuerzo y/o habilidad lo que está por demostrar en cada caso: herencia, honradez o no, o en caso de cierre. Hay quienes, como la Iglesia, no se oponen a la propiedad privada en buena parte causante de que los ricos lo sean cada vez a costa de que los pobres no lo sean. Claro que eso lo dice la jerarquía de los obispos, mientras que buena parte de sus feligreses no comparten esa opinión y niegan lo que aquellos dicen en documentos con la Doctrina Social de la Iglesia, digna de conocerse mejor. Véase

Empecemos casi entrando el siglo XX cuando se pretende explicar con menos fe el apego al trabajo. En 1.864 Pio IX en Quanta Qura condena el liberlismo. Para el nuevo siglo León XiII en su Erum Novarum acaba aceptando el sindicalismo si no es conflictivo. Con Concordatos, incluido el de Franco Pío XI y Pio XII y la guerra pasan como pueden con judíos y nazis. Juan XXIII acerca la Iglesia a la sociedad y con Vaticano II y Pablo VI y varias encíclicas proclaman mayor dignidad en la familia y en el trabajo Pacem in Terri y Populorun Progresio. Tras la sospechosa muerte del Papa Luciani y el escándalo Llega el anticomunista Juan Pablo II, muy viajero y cercano al Opus Dei dictando varias encíclicas en clave espiritual y en el mimo sentido a la baja en Centésimo Anno revisa Rerum Novarum. Tras el dimisionario Benedicto XVI, llega Francisco que pretende seguir a Juan XXIII.

Los ocho principios de la Doctrina integran lo principal de los pontífices citados tratando de abordar con lenguaje críptico, sin aprobarla expresamente la propiedad privada. Así que si privarse de menciones a la fe y la creación,alabando en un renglón la atención a todas las personas, y en otro los derechos del esforzado para ser rico. Sin embargo, en el de más allá cita la conveniente solidaridad sin olvidar la caridad que es muy socorrida. A eso se podría añadir lo de Cáritas y el informe Foessa, que se dispersa indagando sobre el fin de la pobreza. Ante la duda, mejor El Banco de Alimentos. En el último principio. La existencia de la moral recordando Rerum Novarum Juan Pablo II: “Una democracia sin valores (verdad ultima) se convierte en un totalitarismo como demuestra la historia”.

Algunas conclusiones. Vemos que las religiones, en general son instituciones sociales con gran capacidad adaptativa que les ha permitido sobrevivir durante muchos siglos. En todo ese tiempo, bastantes han consolidado una organización corporativa con la que conviven o coexisten grupos que comparten algo cada día más diverso del origen. Cabe distinguir en la evolución de ellas las guerras de religión, a la vez y como contraste, la colaboración con el saber que se acerca a la racionalidad y la democracia. En este tiempo secularizado, se mantiene un poder clerical con trasfondo ideológico que trata de representar en su acción política a un clericalismo, en buena parte fanático, y en la otra una visión más racional, de y menos dogmática y clerical que propenden hacia una democracia inclusiva. Quedan en el camino personas que conociendo la dinámica de concentración capitalista mantienen vínculos clericales que retrasan ese camino. Algunos creemos que lamentablemente pervive aquel emparejamiento del trono y la corona. ¿O no?


En una reunión nos propusimos hablar sobre la Doctrina Social de la Iglesia. Concurríamos personas preocupadas por la pobreza con distintas creencias religiosas o no. Estaba claro que el campo de pensamiento eran las doctrinas de la Iglesia Católica expresadas en sus documentos. Desde el principio surgieron importantes diferencias entre las plurales perspectivas religiosas sobre la Iglesia institución y las actitudes personales o de grupos de quienes se declaran o se les toma como católicos.

Quien había propuesto el asunto es una persona, para mí, muy honrada y preocupada por el mundo del trabajo, que como sindicalista entiende concomitantes la solidaridad de trabajador y cristiano. Esa es razón que lo llevara a pertenecer a la HOAC y quiso divulgar el asunto que nos ocupa. Desde mi perspectiva laica me preocupaba que no se mezclaran explícitamente las creencias de cada cual en situaciones comunes en la fe u otras particularidades pudieran llevar a disensiones evitables. En pro de ese empeño busqué la información eclesiástica al respecto. Tras un seguimiento histórico y de los textos al respecto, hice una contextualización de todo ello.

El amigo proponente hizo una exposición acorde en lo esencial de los Principios de la Iglesia que yo había indagado. Con la honradez que le caracteriza y la propia fe explicita, su discurso resultaba muy aceptable para cualquier persona y más si es consciente de la explotación que en general viene imponiendo el capital. Por supuesto que, siendo un texto eclesiástico, es lógico que citaran cuestiones de fe, que por cierto en la explicación del ponente fueron menos abundantes. Hablar del Creador o de una persona que por creyente puede ser más especial, y alguna otras referencias rechinan en mis oídos. ais que en las fuentes textos que por cierto hubiera algunas precisiones de la fe, que el ponente citó menoscomo – uw aiwndo ensalzable acorde con lo al respecto

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